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jueves, 26 de agosto de 2010

"La carretera", de Cormac McCarthy



Hace pocos días que terminé de leer la novela que voy a comentar hoy y creo que era necesario dejar ese tiempo para pensar un poco sobre ella y no hace un comentario nada más terminarla, porque creo que podría ser algo triste o tremendista, pasado un tiempo prudencial creo que la veo con algo más de distancia y matizando algunas cosas. Tengo que decir, sobre todo, que me gustó mucho, me atrajo la historia, la forma de contarla, las situaciones y, entre otras cosas, el lenguaje que usa el autor y la forma de contarnos la historia. Hablo de “La carretera”, la última novela de Cormac McCarthy. Hay una palabra en gallego que definiría perfectamente el estado en el que deja al lector esta novela, “desacougante”, que vendría a ser una mezcla entre intranquilidad, malestar, nerviosismo..., todo eso y algunas cosas más concentradas en ella. Es una novela tremendamente triste, y al mismo tiempo con unas situaciones en algunos momentos no voy a decir optimistas, pero sí que los protagonistas tienen algunas alegrías en su vida que hacen que esa sensación desaparezca momentáneamente.

Cormac McCarthy es un autor norteamericano, nacido en Providence (Rhode Island) en 1933. Algunos críticos hablan de él como uno de los cuatro mejores novelistas americanos del momento, comparados entre otros con Faulkner, Melville o Mark Twain. Estudió Humanidades en la Universidad de Tennessee, pero no llegó a graduarse. En 1953 ingresó en la Fuerza Aérea de los Estados Unidos donde estuvo cuatro años, dos de ellos destinado en Alaska, donde tenía un programa radiofónico. En 1957 volvió a la Universidad y empezó a publicar algunos relatos en su revista literaria, ganando premios en 1959 y 1960. En 1961 se casa, abandona los estudios y se traslada a vivir a Chicago, donde escribió su primera novela, “El guardián del vergel”, publicada en 1965, año en que termina su primer matrimonio. En 1965, usando los fondos de una beca embarcó con destino a Irlanda. En 1966 contrae de nuevo matrimonio con una cantante inglesa que conoció durante el viaje. Obtuvo una nueva beca, dinero que uso para viajar con su mujer por Europa. Termina su segunda novela durante una estancia en Ibiza, “La oscuridad exterior”, publicada en 1968. Un año antes vuelve a Estados Unidos con su mujer. Ambas novelas tuvieron críticas muy favorables. En 1973 publica “Hijo de Dios”, con críticas ya no tan favorables. En 1979, separado de nuevo, se traslada a vivir a El Paso, en ese año publica su siguiente novela, “Suttre”, en la que había estado trabajando de vez en cuando durante 20 años. Manteniéndose con el dinero de una nueva beca concluye su siguiente novela, “Meridiano de sangre”, publicada en 1985. El reconocimiento del público le llega con su siguiente novela, “Todos los caballos bellos”, en 1992, con el que obtiene el National Book Award. Luego publica “En la frontera” y “Ciudades en la llanura”, que junto con la anterior conforman la denominada “Trilogía de la Frontera”. En 1998 se casa de nuevo. Su siguiente novela, “No es país para viejos” se publica en 2005. Su última obra hasta el momento es la comentada aquí, “La carretera” publicada en el año 2006 y con la que ganó el prestigioso Premio Pulitzer. Actualmente reside en Nuevo México con su mujer y su hijo, raramente concede entrevistas y protege mucho su intimidad. Varias de sus novelas, sobre todo las últimas, han sido llevadas al cine con bastante éxito, incluida esta última, de estreno reciente.

“La carretera” transcurre en un mundo destrozado, desecho y desolado, no sabemos el motivo, pero la tierra ha sido asolada por algo y queda muy poca gente viva. Nos cuenta el viaje de un padre y su hijo, de los cuales no sabemos ni el nombre, son el “hombre” y el “chico” durante unos meses a través de ese mundo, siempre siguiendo la carretera que da título a la novela. Tampoco sabemos de dónde parte el viaje ni a dónde lleva en concreto, solo que van hacia el sur en busca de algo, de más gente, de una cierta esperanza que parece lejana y difícil de encontrar. Invierno, hambre, frío, cenizas y desolación son las constantes de ese viaje. Van arrastrando un carrito de la compra en el que llevan sus pocas posesiones y donde van guardando lo poco que encuentran durante el camino. Escondiéndose de los pocos supervivientes que quedan, muy pocos, siempre asustados, entrando en casas abandonadas, pueblos desiertos, coches... siempre en busca de algo que les pueda servir para continuar su camino. Escondiéndose porque pronto descubriremos que ellos son los “buenos” como dice el niño, frente a los “malos”, que se han convertido en algo lejano al ser humano, caníbales, violentos y sin ningún tipo de conciencia. El frío, el hambre, la lluvia, la enfermedad son las constantes de ese más que complicado y difícil viaje, lento, lleno de obstáculos y problemas. Una historia desgarradora, inquietante y demoledora pero con, como dije algo más arriba, unos momentos de esperanza, de alegría dentro de ese mundo oscuro y triste que hacen que merezca mucho la pena leer la historia. Como siempre no voy a contar más, pasan muchas cosas en las poco más de doscientas páginas que concentran la historia, una historia que te atrapa desde el principio, queriendo saber más y más y esperar a un final que parece que no va a llegar.

A pesar de la tristeza patente en toda la narración fue una novela que me gustó mucho. Desde las primeras páginas me enganchó la historia de ese viaje, lento y doloroso, y esos dos personajes, con sus recuerdos y sus dificultades para avanzar en busca de algo que ni siquiera saben si existe en realidad. Me fascinó el lenguaje empleado y la forma de narrar. Frases cortas, diálogos breves (en los que ni siquiera tenemos marcas tipográficas de los mismos, tanto que a veces en vez de diálogos parecen meras transmisiones de pensamiento entre dos personas tan agotadas que no pueden ni hablar) y frases repetitivas y sencillas que transmiten muchas emociones, tantas que parece increíble. La adjetivación es usada con una precisión magistral, algunas comparaciones hieren al lector, transmitiendo siempre esa sensación de cansancio, desesperanza; y de repente se abre una puerta y todo cambia, volviéndose más luminoso y esperanzado (claro que esa luminosidad es como una pequeña vela que se enciende en un sótano enorme y oscuro) para volver de nuevo a la desolación anterior. El lenguaje usado es tan tétrico y sombrío como lírico y poético, una mezcla que en algunos momentos sorprenderá al lector. Son esos pequeños saltos los que hacen que quieras seguir leyendo, me costaba dejarlos en un mal momento y tenía que seguir leyendo, lo que hizo que se me hiciera más corta de lo que es. Es una novela conmovedora, tanto por la situación como por la relación entre los dos protagonistas, agarrados con uñas y dientes a la vida y la esperanza de encontrar algo mejor, emociona de verdad.

Creo que es una novela más que recomendable, eso sí, para un buen momento, no para cuando uno ande bajo de humor o de moral porque puede hundir un poco más a cualquiera. A pesar de ello está dentro de las más recomendables que he leído últimamente. Ahora tengo intención y ganas de ver la adaptación cinematográfica, caerá cualquier día de estos, así que tengo la impresión de que en breve aparecerá también por el blog.

1 comentario:

  1. Hola, como va? He visto la direccion de tu blog en la revista Cinemania de septiembre, y estan muy bien tus criticas. Yo tambien soy un gran aficionado al cine y la tv. Me pasare mas veces por aqui. Yo tambien tengo una pagina, mas que nada dedicada al ocio en general pero que tambien tengo espacios dedicados al cine. Aqui te dejo la direccion por si te quieres pasar. Un saludo!:
    http://www.juan-vega.es.tl/

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