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jueves, 17 de octubre de 2013

Breakin Bad, el final de una gran serie


Impactado, alucinado y maravillado estoy desde hace unos minutos. Acabo de ver el último y definitivo episodio de la quinta temporada de “Breakin Bad”, la temporada final tras seis años en antena. En abril y julio del 2010 dejé aquí mi comentario sobre las tres primeras temporadas, pero ahora que la historia de Walter White terminó no me resisto a dejar algunas palabras más sobre la que considero en todos los sentidos la mejor serie que he visto hasta el momento. Muchas pasaron por aquí y otras lo harán, pero dudo que alguna me haga pensar de forma distinta, veo difícil que aparezca algo tan redondo, tan perfecto y genial al mismo tiempo. Además tras este final me reafirmo en la idea de que los guionistas de la misma por fin nos dejan un final que creo que gustará a todo el mundo. Algunas series casi de culto se vieron estropeadas en cierto modo por ese episodio final que no satisfizo a muchos de sus seguidores por flojo, inexplicable o poco relacionado con todo lo que había pasado antes. En algunos casos parece que quisieron terminarla y fuera, dejando de lado muchas de las cosas que algunos podíamos esperar. Pero este no es el caso, el final es completamente redondo y no por sorpresivo, esperado, porque no se me ocurre otra posible manera de terminarla dejando contentos a los seguidores. Y digo redondo porque es el cierre de un círculo que empezó allá por el año 2008 con una corta temporada de solo siete episodios a causa de la huelga de guionistas que acabó con muchas series, pero que no pudo con esta, y eso que acababa de empezar.

Para los pocos que no la conozcan contar que es la historia de Walter White, un profesor de química y antiguo genio de la materia que, tras fundar una empresa y ser echado de la misma, da clases en un pequeño instituto de Albuquerque. Cuando le detectan un cáncer de pulmón empieza a pensar qué podrá hacer para dejar a su familia en una situación económica que le permita salir adelante. Tiene un hijo ya adolescente que tiene parálisis cerebral y su mujer está embarazada. Tiene que encontrar una forma fácil y sobre todo rápida de hacer dinero, un dinero que deje a su mujer e hijos con la vida solucionada de la mejor manera posible cuando él ya no esté. La química es lo que mejor conoce y idea una maravillosa fórmula de producción propia para fabricar metanfetaminas. Pero el problema será la distribución y venta, un mundo del que, lógicamente, no tiene la más mínima idea. Busca ayuda en un antiguo alumno suyo que dejó los estudios, un drogadicto que poco hace en la vida, Jesse Pinkman, que se convertirá en su socio en la producción y en buscar caminos para la distribución. Sus primeras “cocciones” las harán en una vieja autocaravana en mitad del desierto y la venta de un producto de una pureza sin igual enseguida tendrá éxito. Pero Walter necesita conseguir mucho más dinero y mucho más rápidamente, así que poco a poco se verá inmerso en un mundo completamente desconocido para él pero en el que encuentra su sitio. Cárteles, grandes distribuidores, asesinos, rivales..., el mundo de la delincuencia al más alto nivel, el más violento y brutal. Así el apocado profesor, el tímido hombre que no supo luchar por su puesto en una empresa que ahora es de las más importantes del país, se convierte en Heisenberg, uno de los más reputados, famosos y temidos fabricantes y distribuidores de meta de todo el país.


La serie es genial en todos los sentidos y aunque mencionaré algunos seguro que me quedan otros en el tintero. Lo primero Vince Gilligan, el guionista principal de la misma. El guión es impecable y no flojea en ningún momento. La forma en la que va hilando todo y cómo lo va planteando es fabulosa, así como la manera de llevarla a la pantalla. Esos principios de temporada siempre con una escena del final de la misma, que hará que te preguntes en todo momento, capítulo tras capítulo, qué quiere decir ese principio o cómo se va a llegar a él. Esta última temporada está llena de referencias a las anteriores, cerrando círculos y terminando historias (no todas, claro, eso es imposible y creo que estirarla más, aunque nos dé pena, no tenía mucho sentido). Las tomas que hacen, la luz, la forma de filmar a los actores, todos los aspectos técnicos la convierten en televisión de la más alta calidad, mucho más que la mayor parte de las cosas que podemos ver en la pequeña y la gran pantalla.

Los actores son otro de los aspectos más destacables, por supuesto. Todos ellos están impresionantes y la evolución que tienen es digna de ver y disfrutar. Muchos son los que podría destacar, porque no hay uno solo, ni protagonistas ni otros más o menos secundarios que no estén muy por encima de la media. Bryan Cranston (Walter White) ha ganado varios premios por su papel. De los más convincentes y complejos que he visto en mucho tiempo, pasando de la mayor ternura a la mayor violencia y crueldad en un visto y no visto, alucinante de verdad. Creo que tardaré mucho tiempo en ver una actuación como esta, con tal cantidad de matices, de cambios y de situaciones. A su lado Aaron Paul (Jesse Pinkman), el joven drogadicto que trabajará al lado de Walter, convirtiéndose en casi otro hijo, al que cuidará y por el que hará de todo, aunque muchas veces él no lo entienda y para hacerlo tenga que cruzar líneas que no debería de traspasar. Uno de los personajes que más sufre a lo largo de las cinco temporadas y que también nos dejará una actuación memorable. Otra sufridora y contradictoria en ocasiones, Anna Gunn (Skyler White), la mujer de Walter. Ignorante al principio, cómplice luego aunque sin conocer en profundidad la verdad de las cosas y de dónde sale el dinero. Ignorante primero porque Walter no quiere que sepa todo, y luego, quizá, porque ella tampoco quiere saberlo para protegerse ante todo lo que está pasando. Dean Norris (Hank Schrader), el cuñado de Walter que trabaja en la DEA, buscando siempre al fabricante de esa meta azul que tan bien se vende y que tan relacionada está con una buena cantidad de asesinatos, robos y demás. Desconocedor de que la persona a la que busca es la que tiene más cerca y que tampoco lo pasará demasiado bien a lo largo de la historia. Bob Odenkirk (Saul Goodman), el abogado que sirve para todo y que ayudará a nuestros protagonistas a blanquear el dinero que ganan. Este es otro personaje genial que pondrá en muchos momentos ese contrapunto casi cómico que ayuda a llevar con un poco más de tranquilidad toda la violencia que rodea a la historia. Es más, se comenta que este mismo personaje tendrá serie propia en poco tiempo. Todos los demás podrían aparecer aquí, pero no me quiero extender demasiado, el hijo de Walt, Giancarlo Esposito (Guss Fring, el dueño de “Los pollos hermanos”, el negocio que le sirve como tapadera de la distribución y fabricación), los amigos de Jesse, Mike (el asesino a sueldo y protector que también tendrá un papel muy importante)... Todos ellos tendrán su papel, su función dentro de una historia que se va complicando temporada tras temporada.

Tampoco me resisto a dejar algo sobre la música que acompaña las distintas escenas. Cada momento importante tendrá de fondo un tema musical, blues, jazz, rap, country, clásicos de todo tipo; todas canciones muy conocidas y directamente relacionadas con lo que está pasando. Todas ellas ayudan a darle un aire impresionante a lo que estamos viendo.

Todos los capítulos están llenos de detalles, de referencias al pasado o al futuro, de cosas que tendremos que dejar en la cabeza para entender lo que vendrá. Para algunos de estos recuerdos contaremos con los guionistas, pero otros vendrán por objetos, momentos, frases, ropa..., cualquier cosa podrá relacionar lo que pasa con algo que pasó o pasará. Detalles como la matrícula del coche que conduce Walter en el último capítulo, “Live free or die” (“Vive libre o muere”).


Ya lo dije en su momento cuando hablé de ella. La serie es violenta, brutal y salvaje en muchos momentos, no apta para todo tipo de públicos. Pero creo que incluso esos deberían de ser capaces de superar esas sensaciones y disfrutar con la mejor serie que he visto hasta el momento. Es imposible no identificarse con Walter, aunque tenga más sombras que luces. En su momento escribí en otro lado que era el personaje televisivo más admirado y odiado que conocía, consiguiendo que el espectador tenga una buena cantidad de sentimientos encontrados y opuestos ante las cosas que hace. Los guionistas no se cortan un pelo y en más de un momento nos quedaremos pálidos ante lo que pasa o nuestra boca quedará completamente abierta de asombro o sorpresa. Tampoco dejemos de lado la buena cantidad de humor negro que destila, haciendo que en escenas realmente repulsivas  seamos capaces de esbozar una leve sonrisa. La máxima de Walter parece ser que el fin justifica los medios, que por proteger a su familia o a Jesse cualquier cosa está bien hecha y muchas de las acciones que realiza están justificadas, por lo menos desde su punto de vista, claro. ¿Pero realmente todo eso está justificado o Walter realmente disfruta de todo eso que hace?, será algo que cada uno tendrá que responderse después de verla. Creo que la mayor parte de mis seguidores y conocidos la han visto, pero si no lo hicieron les recomiendo encarecidamente que lo hagan. Yo no pude resistirme a verla en inglés subtitulado cuando aquí ya faltan pocos capítulos para que termine y también recomiendo verla así. El doblaje no es nada malo, que conste, pero gana mucho, pero mucho, si la escuchamos en su versión original, las voces e inflexiones de sus protagonistas no tienen precio.

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