Sobre todo por
cuestiones de tiempo no voy demasiado al cine últimamente, aunque también es
cierto que la cartelera no es demasiado atractiva en estos meses. Eso no quiere
decir que deje de ver algunas películas que me hubiera gustado ver en la
pantalla grande pero que cuando se estrenaron, por unas razones u otras, no
tuve oportunidad de hacerlo. Lo que me queda es verlas en casa tranquilamente
cuando ya se puede acceder a ellas, ya sea en dvd o cuando se estrenan en algunos
de los canales de pago. Así que hoy voy a dejar cuatro cosas sobre la última
que vimos en casa y que nos dejó completamente satisfechos. Cine de verdad, de
ese que hoy no se ve demasiado, sin presencia de efectos especiales, sin ser
una revisión de alguna película antigua o una segunda, tercera o cuarta parte
de alguna de las sagas habituales. En su momento me quedó mucha pena de no
poder verla en el cine, pero cuando pude ya no estaba en cartelera, había que
esperar. Pero la espera mereció la pena, el día que la vimos andábamos algo
cansados y nos planteamos verla en dos partes, porque duraba casi dos horas y
media y no estaba claro que fuéramos a aguantar tanto. Pero a los diez minutos
ya estábamos completamente despiertos y no pudimos dejarla hasta el final. Al
hilo de esto, no sé por qué ahora muchas historias son largas hasta el
agotamiento, en muchos casos no creo que sea necesario pero parece que es la
moda últimamente, que no hay una que baje de los ciento cincuenta minutos. Este
último fin de semana disfrutamos de una gran película, “El puente de los espías”.
Ya de entrada os digo que si no la visteis en su momento y sois aficionados al
cine con mayúsculas no podéis dejarla pasar.
El primer
reclamo es que es, de momento, la última película de Steven Spielberg. No vamos
a descubrir ahora a uno de los más grandes directores de cine que quedan del
otro lado del océano. De esos que saben mezclar a la perfección el
entretenimiento con la calidad. Creo que muy pocas de sus películas no me
gustaron, siempre tienen algo destacable. Y muchas de ellas figurarán para
siempre entre mis favoritas, y no solo mías, no creo que ningún buen aficionado
no tenga más de una en su lista. Capaz de manejar los más grandes efectos
especiales en cintas de mero entretenimiento, pero sin dejar de lado la calidad
y al mismo tiempo capaz de cambiar de registro y dejarnos algunas de las más
grandes historias del cine. “Salvar al soldado Ryan”, “La lista de Schindler”, “El
color púrpura”, “Caballo de batalla” y muchas más. Creo que la primera que
recuerdo que llevaba su firma fue “El diablo sobre ruedas”, y creo que aún
sueño con la tensión que me había provocado aquel camión persiguiendo al coche
durante toda la cinta. Un director que busca grandes taquillas, pero siempre
con algo que aportar. Y esta creo que sube directamente a uno de los primeros
puestos. Filmada con una sobriedad asombrosa, con un manejo de la cámara
centrado muchas veces en los primeros planos de las caras de los actores, con
una ambientación realmente conseguida y con un desarrollo de la acción que hace
que estés totalmente pendiente de lo que está pasando. Además de esto la
dirección de actores me parece realmente impresionante, siempre colocándolos en
el lugar preciso, enfrentándolos en escenas que se te quedan grabadas, jugando
con las expresiones, con las sonrisas sarcásticas o con la frase, o en muchas
ocasiones una sola palabra, que hace que no puedas quedarte indiferente.
Evidentemente me declaro un fan casi incondicional de Spielberg y de todo lo
que hace (y eso que una de sus más famosas películas, “ET”, no es que me
encante. Un director que además crea escuela, que no se centra solo en esa faceta,
sino que como productor nos deja otras pequeñas joyas, tanto del cine como
últimamente de la televisión, series como “Hermanos de sangre” o sus trabajos
como productor con uno de sus más claros seguidores, J. J. Abrams, que le debe
mucho.
El
protagonista de la historia es Tom Hanks, otro de mis actores favoritos y que
no me decepciona nunca. Pero parece que cuando colabora con Spielberg aún da
más de sí, o es el director el que hace que lo haga. Creo que muchos de sus mejores
papeles los hace en las películas en las que lo dirige y en esta no puede ser
menos. La verdad es que borda el papel de ese abogado de seguros que de repente
se ve metido en un asunto de espionaje, de intercambio de rehenes, de sufrir el
odio de la gente que lo rodea por lo que está haciendo cuando él solo quiere
ver cómo la justicia es exactamente igual para todos, eso es lo que le mueve. Pero
a su lado quedé realmente asombrado con el papel reservado al espía ruso que es
detenido y que Hanks tiene que defender. El personaje de Rudolf Abel está
interpretado por un actor al que creo que vi pocas veces, aunque tiene unas
cuantas películas y series de televisión, Mark Rylance que vi ayer que por este
papel ganó el Óscar como mejor actor secundario, creo que más que merecido. La calma
con la que se toma todo, sus caras, su especial sentido del humor y las miradas
de aprecio hacia su abogado son realmente destacables, cada vez que aparece
llena la pantalla con su magnetismo; tanto que por momentos incluso eclipsa un
poco al protagonista (o eso nos quiere hacer ver el director). Como suele
ocurrir en estas películas más, digamos serias, del director, el resto son
actores algo menos conocidos, pero todos están sobresalientes.
Nos cuenta la
historia de Rudolf Abel, un espía ruso detenido por las autoridades americanas
y al que quieren juzgar más de cara a la galería que en realidad, porque ya
está condenado desde el principio. Para hacerlo eligen a James B. Donovan, un
abogado especializado en seguros pero que se ve metido en esto más por
obligación que porque realmente quiera. Pero por su forma de ser es incapaz de
no involucrarse y hacer las cosas en serio, sea quien sea la persona a la que
tiene que defender. Evidentemente el espía es condenado y a partir de ese
momento se verá metido sin querer en una serie de intrigas políticas que lo
llevarán desde su casa a Berlín en un viaje lleno de problemas. Supongo que la
mayor parte de la gente la habrá visto, pero no cuento más para los que no lo
hicieron. Además la historia está inspirada en hechos y personajes reales,
descubriendo al final muchas más cosas que hizo Donovan.
Para mí lo
mejor, además de la historia y las actuaciones es la sobriedad y al mismo tiempo
pasión con la que está hecha. No nos vamos a ver metidos en largos diálogos ni
en escenas que se recrean en los escenarios o ambientes. Diálogos cortos y
siempre trascendentes, una forma de decir mucho con pocas palabras o de contar
mucho con una sola imagen o una escena. En esa época estaban inmersos en los
años más duros de la Guerra Fría y los americanos (porque son en los que se
centra la historia) vivían en una continua situación de miedo ante un ataque
nuclear. Dos escenas en un colegio y dos breves acontecimientos del
protagonista con su hijo dejan completamente clara esa situación. Quizá otro
director se explayaría en contarnos mucho más, en largos momentos sobre ese
tema. A Spielberg no le hace falta, con esas dos cositas ya nos queda bien
claro cómo era la situación en aquel momento.
Una película
más que destacable, de esas que se ven pocas hoy en día. Cine de verdad, con
una buena historia y unas excelentes interpretaciones. Una cinta donde no solo
podemos ver el trabajo de los actores en pantalla, sino también el de un gran
director al que muchos han imitado y que tiene una forma personal y grande de
hacer cine, ya sea en superproducciones de acción o efectos especiales como
cuando nos cuenta una historia que seguramente a él también le impactó. De lo
mejor que he visto en los últimos años.
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