A través de este blog os daré información, opiniones, datos y reflexiones sobre aquellos libros que leo, las películas o series de televisión que veo en mis ratos de ocio. Espero que os sirva para algo y también espero vuestros comentarios
sábado, 27 de marzo de 2010
Acantilado rojo
Esta primera entrada irá sobre cine, y además casi de estreno, que ya es raro, aunque este invierno lo de ir al cine, con el tiempo que tenemos, fue algo relativamente habitual, aunque llevábamos casi tres semanas sin ir. Como el día no era para hacer mucho más, echamos un ojo a la cartelera y a los horarios, que también hay que tenerlos en cuenta, y al final decidimos ir a ver “Acantilado rojo”. Me gusta bastante el cine de acción chino, suele ser bastante entretenido y sobre todo con una estética alucinante, siempre rodeado de un aire de misticismo entre luchas, nobleza, espadas, amores..., que suele tener de todo y además bien mezclado. Y de vez en cuando tampoco está nada mal ver algo que no sea americano, que hay que repartir.
Esta es una película del director John Woo (que puede sonar algo más que los actores, porque alguno es conocido de cara, por lo menos para mí, pero poco más), conocido por su cine mayoritariamente de acción, siempre o casi siempre con bastante éxito y que siempre destaca por las coreografías de sus escenas más movidas. Es un director nacido en China en el año 1946 y que comenzó su carrera en su tierra natal y cuenta con cerca de 40 películas, la mayor parte de ellas hechas allá y actuando él en casi todas. En cierto momento decide marchar a los Estados Unidos y hacia el año 1996 dirige algunas películas que el aficionado al género reconocerá, podríamos destacar “Windtalkers”, “Misión Imposible II”, “Cara a cara” o “Broken arrow”. Ahora volvió a China para dirigir este filme, “Chi Bi”, titulada aquí “Acantilado rojo”.
Está basada en un libro histórico, “La crónica de los tres reinos” y otros archivos históricos y era algo que el director quería hacer desde hace 20 años, pero no disponía de la tecnología, la fama y el mercado necesario para hacer una película de tal magnitud. Con un presupuesto de 80 millones de dólares, rodada en un año en 14 provincias de China, John Woo, director, guionista y productor de la cinta tenía muy claro lo que quería hacer: “Mi objetivo para esta película es superar as barreras culturales e histórica, de manera que el público occidental sienta que está viendo una versión asiática de Troya, mientras que el público oriental descubra nuevas perspectivas de una historia que les es conocida. Quería mostrar también que somos capaces aquí en China de crear una película épica del mismo calibre que una producción de Hollywood”. Estas son sus palabras y, tras verla, creo que consiguió lo que pretendía en todos los sentidos.
La historia comienza al final de la Dinastía Han, en el 208 antes de Cristo, y cuenta como el Primer Ministro convence al Emperador para que declare la guerra a los reinos del Sur aduciendo que lo que quiere es conseguir la unificación de China, cuando lo que se esconde tras esas intenciones es algo mucho más egoísta. Su ejército, de casi un millón de hombres, derrota con facilidad al primero de sus enemigos. Estos escapan para aliarse con el otro señor de las tierras del sur y enfrentarse juntos al gran ejército imperial, refugiándose y preparándose para el combate en la zona que da título a la película.
La duración de la versión original es de cinco horas, aquí vemos la reducida que dura dos horas y media, pero que a mí no se me hicieron nada largas ni pesadas, la verdad es que la historia y sobre todo la estética de la dirección me atraparon de tal modo que el tiempo pasó casi sin darme cuenta.
La cinta tiene el aire épico de una película clásica. Las escenas de acción son largas y elaboradas, llenas de soldados y máquinas de guerra, de movimiento, de acción pura pero que no llega a ser dura porque se ve casi como un cómic, como una danza perfectamente plasmada y ejecutada. Imaginativa y genial la escena del robo de las flechas, ingeniosa y divertida. Si conocéis el cine de Woo veréis como en esta cinta no renuncia en absoluto al estilo que lo caracteriza como las palomas blancas, las escenas relanzadas (pero sin llegar a ser nada exagerado como pasa con otros directores que abusan excesivamente del efecto “Matrix” que tanto daño ha hecho al cine cuando en vez de un recurso se convierte en una constante), los congelados de la imagen y otros efectos que son marca de la casa de su cine.
Los personajes están bien diferenciados, unos marcados por la ambición y otros por el honor y la pasión, cierto es que no tienen demasiados matices, simbolizan esos valores positivos o negativos y poco más, pero tampoco es lo que más importa. De todos ellos destaca, porque quizá sea el único un poco más complejo, el humanista y estratega que ayuda a los militares sublevados en todo lo que tiene que ver con la planificación de los combates y sobre todo en decidir el momento mejor para atacar o defenderse.
Es más que entretenida y divertida, con el aire de las películas hechas a la antigua (en todo lo que estas tienen de buenas, claro), llena de estrategias ingeniosas y de momentos tremendamente espectaculares e impresionantes con miles de soldados de ambos bandos luchando (a veces es difícil distinguir a cuál pertenecen, pero bueno), centrándose en los héroes de la historia y sus antagonistas. La pantalla se llena de espectacularidad con escenas en las que no cabe nadie más, el número de elementos humanos, máquinas, barcos, caballos... que desfilan por la pantalla es enorme.
Y entre toda esa violencia aparecen esos momentos calmados tan típicos del cine oriental, con esa filosofía de la calma, de la paciencia y la meditación, no gana el que más soldados tiene, sino el que piensa más y espera el momento adecuado. El niño que toca una flauta y los soldados paran su entrenamiento para escucharlo, los dos soldados que tocan a dúo y envolviendo todo una banda sonora que realza el tono épico de la cinta.
Se hay una palabra que pueda resumir la película es “elegante”, es una película de guerra fundamentalmente, pero con unos combates tan bien hechos que a veces parece que estamos viendo a unos bailarines interpretando una danza genial donde todo está medido y calculado para impactar al espectador y, al mismo tiempo, mantener esa idea de elegancia, con las banderas ondeando al viento en perfecta armonía, con los soldados moviéndose bajo sus escudos como si fueran uno solo, sin que nada en absoluto rompa un genial marco estético.
De todos modos, si no os gustan demasiado este tipo de cintas, no os la recomiendo, pero si queréis ir al cine a pasar un momento realmente bueno, de entre todo lo que nos brinda la cartelera en este momento yo recomendaría esta.
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