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miércoles, 31 de marzo de 2010

"Todo bajo el cielo", Matilde Asensi


Voy a comentar una novela de unas de las autores que más me gustan, ya desde hace tiempo, todas sus novelas son un prodigio de entretenimiento y documentación, ya que la mayor parte de ellas estarían dentro de la novela histórica. Y seguramente no será la última de sus obras que comente, ya que leí la mayor parte de ellas y, de momento, no hay una que no me gustara.

La novela se titula “Todo bajo el cielo” y es una de las últimas de la autora española Matilde Asensi. En uno de los primeros post del otro blog hablé algo de ella a raíz de una entrevista que leyera en un periódico ya que me gustara mucho lo que decía sobre el hecho de leer y también sobre qué tipo de libros deberían leer los alumnos y alumnas de nuestros centros educativos, lecturas entretenidas que al mismo tiempo les puedan aportar algún tipo de dato, de curiosidad, que sirvan también para aumentar su cultura y sus conocimientos. Y muchas de las obras de esta autora son más que recomendables para esto, y también para pasar un rato bueno y entretenido.

Matilde Asensi nació en Alicante en 1962. Estudió periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona y trabajó en SER - Alicante y en Radio Nacional de España, además de ser corresponsal de la agencia EFE y colaborar en varios diarios provinciales de su zona. Como escritora fue finalista de los premios literarios Ciudad de San Sebastián (1995) y Gabriel Miró (1996) y ganadora del XV Certamen Literario de Cuentos Juan Ortiz del Barco (1996) y de la XVI Edición del Premio Novela Corta Felipe Trigo (1997). Publica su primera novela, “El salón de ámbar” en el año 1999. Con la siguiente, “Iacobus”, se situó en los primeros puestos de las listas de ventas. “El último Catón” la confirmó como una autora de gran éxito de crítica y público, y luego con “El origen perdido” entró de lleno en la novela de aventuras. En “Peregrinatio” recuperó a los personajes de “Iacobus”, haciendo un viaje por el Camino de Santiago. A seguiste fue la que es objeto de este comentario. Después publicó “Tierra firme”, de la que hablaré en otro momento, y en la última recupera a los mismos personajes, funcionando como una continuación, “Venganza en Sevilla”, de reciente publicación.

Sus novelas son, salvo la primera que transcurre en la época contemporánea, obras entre la novela histórica y la de aventuras, algunas tremendamente aventureras y llenas de misterios, pasadizos, grandes construcciones llenas de trampas..., la verdad es que a mí me parecen muy cinematográficas y darían unas películas muy amenas, entretenidas y efectistas. Curiosamente ella misma reconoce en una entrevista reciente en la revista “Qué leer” que no es nada aventurera y que no le gusta demasiado viajar. No considera que tenga que viajar para documentarse, entre otras cosas porque la vida en los lugares y épocas en los que transcurren sus relatos poco o nada tienen que ver con el momento actual. Para sus historias parte sobre todo de libros, documentos, escritos que compra o consulta a través de Internet. Por ejemplo para esta novela de que la hablo dice que encontró un libro escrito por Federico Gomis en los años 30 en el que describía la vida en Shanghai y que la ayudó mucho.

“Todo bajo el cielo” cuenta la historia de Elvira, una pintora española que malvive impartiendo clases de pintura en París, en los años 20. Lleva una vida aburrida y triste, pero todo esto cambiará cuando reciba la noticia de la muerte de su esposo Rémy en Shanghai. Se ve obligada a viajar a China en compañía de su sobrina Fernanda, una chica joven, remilgada y protestan. Cuando llega descubre que la muerte de su marido no fue natural, fue asesinado, y además le deja un montón de deudas que ella no puede afrontar. Se entera de que la vida de su marido está llena de momentos oscuros y escabrosos, implicado con una banda de delincuentes, la Banda Verde, que busca un objeto de valor incalculable y presuntamente en poder de Rémy. Es el llamado “Cofre de las cien joyas”, con una antigüedad de más de dos mil años, de la época de la unificación del Imperio. Con la ayuda de un anticuario, Jiang, el maestro Jade Rojo y un joven ayudante, Biao, Elvira y Fernanda se verán inmersas en una aventura llena de peligros para resolver los enigmas que ofrece el cofre, el lugar donde se esconde la tumba de Shi Huang Ti, el primer Gran Emperador de China.

Como todas sus obras está muy entretenida y movida. Solo las primeras páginas son algo más relajadas, pero desde el momento en que las dos mujeres llegan a China y se encuentran con este misterio, no hay un momento de parada. Es una buena novela de aventuras mezclada con elementos de la filosofía y la vida en la China de la época, que está perfectamente reflejada. Tendremos monasterios de monjes, meditación, lucha, viajes que parecen interminables siempre intentando estar un paso por delante de sus perseguidores. Como toda buena novela de aventuras que se precie, tiene sorpresas, personajes que no son lo que parecen tanto en un sentido como en otro. Recorren gran parte de la China de la época en varios medios de locomoción. La resolución de los enigmas que tiene el cofre es otro elemento a tener en cuenta, con símbolos que deben interpretar para llegar al lugar que es el objetivo del viaje; y no son pocos estos enigmas y más que tendrán que resolver para salvar sus vidas. Contar más sería desvelar demasiadas cosas al lector, por lo que no me extenderé mucho más, pero está llena de sorpresas y elementos fantásticos al estilo de las viejas novelas de aventuras o incluso de las películas de aventureros estilo Indiana Jones en busca de objetos valiosos de la antigüedad.

Dos personajes femeninos son los principales, lo cual también es una cierta novedad en este género, lleno de hombres valientes y aguerridos que se sobreponen a cualquier impedimento. En este caso las dos van cambiando su carácter, sobre todo la sobrina, obligadas por las circunstancias y, sobre todo, para poder sobrevivir en un mundo que al principio les es completamente nuevo y desconocido, pero que al final será casi su propio mundo. También los personajes masculinos que las acompañan en su viaje son interesantes y cambiantes y algunos esconden misterios y razones que iremos descubriendo, al mismo tiempo que los demás personajes, a medida que avanzamos en la lectura. Y por supuesto China, las grandes extensiones de terreno, los ríos, las casas, las ciudades y los pueblos y sus gentes es otro de los personajes principales.

Ya sé que lo digo siempre, pero cierto es que en este blog quiero recomendar lecturas que yo creo que a los que me lean les pueden gustar y disfrutar de ellas, por lo menos tanto como yo, pero estoy seguro de que esta os va a entretener mucho. Adelante.

Chufo Lloréns


Hoy voy a comentar de nuevo dos novelas del mismo autor. La novela histórica es hoy uno de mis géneros favoritos y hay que decir que está de moda y son muchas las que aparecen. Me gustan aquellas que tengan una historia atrayente, que te enganche por los personajes y las situaciones, pero sobre todo que estén bien documentadas sin resultar pesadas en el contenido histórico, es decir, aquellas que mezclen una buena historia con unos datos históricos que aparezcan como un elemento más del relato.

Por eso hablamos de un autor que en el año 2008 publicó una novela de este género que tuvo bastante éxito y fue bastante leída, sin llegar, por ejemplo a las ventas de Ken Follet, pero que, para mí, está algo por encima de este, el título “Te daré la tierra” y el autor, Chufo Lloréis.
Nació en Barcelona en el año 1931 y se licenció en Derecho, ejerciendo durante un tiempo como empresario del mundo del espectáculo. Tardó bastante en escribir su primera novela, pero lo de ser escritor es algo que le llamaba desde siempre. “Nada sucede la víspera” se publicó en el año 1986, y fue finalista del Premio Planeta de ese año. Además es autor de “La otra lepra” (1993), “Catalina, la fugitiva de San Benito” (2001) e de las dos que voy a comentar, que son las que leí, aunque estas anteriores están dentro de las lecturas que tengo previsto hacer en breve.

Hay que decir que el trabajo de recopilación de datos históricos es una de sus constantes, sus novelas están muy bien documentadas, los personajes históricos son frecuentes y el momento histórico, la sociedad y todo lo que la rodea están perfectamente insertados dentro de la historia que nos cuenta, sin hacerse nunca pesado ni aburrido. Su estilo hace que la lectura sea fluida, sus descripciones son perfectas sin ser nunca pesado y farragoso, y tiene la cualidad de hacer que todos sus personajes queden perfectamente definidos para el lector con muy pocas palabras.

“Te daré la tierra” es posiblemente su novela más conocida, aunque a mí me gustó más la que mencionaré después. Cuenta la historia de Martí Barbany, un campesino que viaja desde Amurrias hasta la ciudad de Barcelona (que será un personaje más de la historia), todo esto a mediados del siglo XI. Va para conocer la última voluntad de su padre, al que casi no conoce. Descubrirá que es rico gracias y gracias a su carácter emprendedor y a la amistad de personajes destacados de la ciudad (destacan el arcediano Eduard Llobet o el cambista judío Baruj Beninesa; vemos como la ayuda le viene de dos elementos destacados de las religiones predominantes en la ciudad en la época) irá ganando un lugar en la gran ciudad como mercader. Se enamora de Laia, la hija de un poderoso consejero de la ciudad, Bernat Moncusí, pero este no ve con buenos ojos la relación, y menos si no puede sacar algún beneficio a cambio. Por eso la prioridad de Martí es llegar a ser nombrado ciudadano de Barcelona y obtener el nivel social que le permita conseguir aquello que quiere. La novela es un cúmulo de aventuras y desventuras, viajes, comercio, descubrimientos y además de dar una idea clara de cómo era la vida en una Barcelona que estaba en crecimiento y desarrollo, también sabremos cómo funcionaba el comercio en la época, además de otras muchas cosas.

“La saga de los malditos” es la que publicó antes de la anteriormente comentada, en concreto en el año 2003, a mí personalmente me gustó más que la anterior, posiblemente porque no se centra en la época medieval, ya que alterna el relato de dos familias en dos épocas completamente distintas, pero relacionadas. Hay novelas que hablan de la persecución de los judíos en la Edad Media y otras que tratan el tema del holocausto nazi, pero muy pocas lo hacen conjuntamente. Pues esto es lo que hace magistralmente el autor, tanto que el relato que transcurre en el siglo XIV y el que lo hace a partir de 1933 muestran un paralelismo que parece una repetición de la historia. Nos va contar la vida de dos mujeres judías (normalmente los protagonistas de estas historias son hombres y aquí, claro, también los hay, pero destacan ellas). Esther es la judía de la España del año 1837 y Hanna la de la Alemania de Hitler en 1933. Dos épocas oscuras que por un lado muestran los más bajos instintos del ser humano y por otro increíbles actos de valentía y heroicidad. Cada una de ellas cuenta su historia, llenas ambas de amor y generosidad. Como en el caso anterior las dos épocas están perfectamente plasmadas y el lector va pasando de una a otra con una tremenda facilidad y queriendo saber qué pasa con una y luego con la otra. Si queréis saberlo no tenéis más que leerla, es más que recomendable.

Para mis alumnos y alumnas que sean buenos lectores son dos obras que deberían leer, porque estoy seguro de que les van a gustar mucho, aunque mejor leer la segunda primero, me parece más original y al mezclar ambas épocas es algo más atrayente, y después la otra. Para los que no son buenos lectores, que son por desgracia la mayoría, estoy seguro de que si son capaces de afrontar la lectura con un mínimo de ganas van a llegar al final mucho antes de lo que piensan y van a quedar encantados, por la historia y por todo lo que van a aprender. Para esto lo primero que tienen que hacer es no fijarse en algo que preguntan siempre cuando se les dicen las lecturas que tienen que hacer, ¿Cuántas páginas tiene?, porque ya advierto que las dos son bien extensas, pero todo lo que tienen de largas lo tienen de entretenido y apasionante.
De verdad, hacedme caso y a ver si alguien se anima y después puede comentarme algo.

martes, 30 de marzo de 2010

Mad Men


Voy a hablar de una de las mejores series que se pueden ver, además de que en breve supongo que la cadena (Cuatro) que emitió las dos temporadas anteriores estará a punto de poner la tercera, que puede verse en este momento en Canal+. También es de las favoritas de un buen amigo y compañero que me lee habitualmente. Hablamos de “Mad Men”. Quizá mucha gente no la conozca, pero estamos hablando de una serie ganadora de un Globo de Oro en 2010, otro en 2009 y dos en 2008; 3 premios Emmy (los Oscar de la televisión) en 2009 y 6 en 2008 y elegida como mejor serie dramática durante tres años consecutivos. No estamos ante una serie al uso como las que vemos a diario, no hay policías, asesinatos, forenses, comedia, intriga, misterio..., pero al mismo tiempo tiene todo esto y más. La productora es la cadena americana HBO (la misma de “Dexter”, “A dos metros bajo tierra” y otras de una calidad indudable y que siempre sorprenden y conquistan al espectador).

Sería mejor hablar de cine en bloques de 45 minutos, la realización es elegante, la ambientación impecable (parece tal cual una película de los años 50, que no sé de dónde sacan el vestuario, los coches, las cafeterías, las casas perfectamente equipadas con todo aquello que rondaba por ellas en la época), los temas que trata (feminismo, machismo, homosexualidad, política, tabaco, ambición...), la profundidad de los guiones..., no hay ni un solo minuto de relleno, todo esta calibrado, medido, perfecto para enganchar al espectador en ese mundo.

Está ambientada en el mundo de la publicidad, los protagonistas son publicistas de una oficina media, no de las más importantes, de la ciudad de Nueva York a principios de la década de los 60. Sigue la vida de los ejecutivos de la empresa y de la publicidad en un momento de esplendor y desarrollo, todo aparece como susceptible de ser anunciado y cualquier cosa valía para hacerlo (impresionante el planteamiento de la campaña política por la presidencia entre Nixon y Kennedy), siempre que se hiciera algo creativo y original. La reconstrucción de este mundo es impresionante y sería imposible pararse a detallar todo lo que aparece, pero sobre todo destacan en ese aspecto la fotografía y la ambientación.

La ambición es uno de los motores de todos ellos, y de paso aparecen temas como la homosexualidad, el racismo, la maternidad no deseada, la infidelidad, los hogares rotos y, para un espectador actual, quizá lo que más le impacte sea el papel que desempeñan las mujeres tanto dentro como fuera del trabajo. A este respecto alguien la calificó como una serie machista, nada más lejos de la realidad. Lo que es es una serie realista que refleja perfectamente el papel de la mujer en esa sociedad de hombres. Las secretarias son tratadas como inferiores y siempre dispuestas a satisfacer los más mínimos deseos de sus jefes, pidan lo que pidan. Las esposas son perfectas amas de casa que cuidan a sus maridos, les hacen la comida, cuidan a sus hijos y siempre están en casa impecables. No podemos quedarnos en esta idea, lo que pretende es que veamos en ese aspecto cómo eran las cosas en la América de los años 60 y poder hacer una reflexión sobre las cosa que cambiaron y las que todavía deberían cambiar.

Estamos en un universo básicamente masculino. En uno de los episodios tienen que preparar una campaña para un lápiz labial. Los creativos reúnen a todas las secretarias en una habitación y las dejan con los cosméticos y ellos miran sin que ellas lo sepan, casi como si fueran monos o ratas de laboratorio, sin demostrar el más mínimo respeto. Lo que hace es mostrarnos qué distinto era el mundo hace unos pocos años y ver qué produce esa realidad en nosotros.

El personaje principal, Don Drapper, considerado el mejor en su trabajo, un hombre enigmático e irresistible, del que vamos descubriendo poco a poco una vida que poco tiene que ver con la realidad que vive. Se mantiene siempre aparte como si no perteneciera a ese mundo, cuando la realidad es que parece no pertenecer a ninguno.

En apariencia él y todos los personajes viven en una sociedad aparentemente feliz, pero tras esa felicidad se esconden muchas infelicidades de muy diversos tipos, cada uno tiene la suya o, en ocasiones, más de una. Siempre manteniendo una cara en el trabajo, otra distinta en casa y otra o más de una dependiendo del ambiente en que se mueva.

Una cosa, para los que estén pensando en dejar de fumar no es recomendable. Todas las escenas están pasadas por el filtro del humo de los cigarrillos que todos fuman sin parar. La gente fuma en los trenes, en los restaurantes, en el trabajo, en la cama antes de ir a dormir o al levantarse, en cualquier momento y delante de quien sea. En eso sí que son iguales las mujeres y los hombres, todos fuman sin parar. Incluso en uno de los primeros episodios un ginecólogo fuma mientras hace una exploración a una de las protagonistas.

Por todo esto y mucho más, se aún no la conocéis, os recomiendo que la veáis, es de lo mejor.

"El símbolo perdido", Dan Brown


Hace unos días, un alumno mío de 4º de ESO me preguntó si había leído “El símbolo perdido” de Dan Brown. La verdad es que estaba entre las lecturas que tenía pensado hacer en breve, pero teniendo en cuenta la sorpresa de que alguien en el instituto me preguntara por una novela que está leyendo de forma voluntaria y porque le apetece, me decidí a leerla antes de lo que tenía en mente, más que nada por comentar algo con él, ya que cuando me preguntó me dijera que le estaba gustando mucho. Normalmente leo por entretenerme, pasar el rato y por eso, aunque de vez en cuando haga lecturas digamos más “serias” no soy de los que se escapan de los best-sellers por el mero hecho de serlo, ni mucho menos, ya digo que una de mis prioridades cuando leo es pasar el rato y olvidarme un poco de todo, pero siempre buscando algo con un mínimo de calidad.

Debo decir que Dan Brown no es de mis autores favoritos, pero es difícil escapar de este tipo de autores, sobre todo porque el ser leídos por mucha gente siempre dan algo que comentar. “El código Da Vinci” me pareció bastante entretenida, sin entrar en cuestiones de carácter religioso, que siempre son un motivo para aumentar las ventas de ciertos productos, y los libros no están exentos de esta dinámica. En cambio, “Ángeles y demonios” me pareció bastante más floja, increíble y excesivamente fantástica, incluso “fantasma” en su desarrollo final incluso dentro del género en el que se desenvuelve, vamos, casi increíble y digamos claramente que no me gustó. Una de es novelas que más me entretuvo es la anterior a la que motiva este comentario, “La conspiración”, un relato de intrigas lejos de los temas religiosos y simbólicos a los que es tan aficionado. Partiendo del descubrimiento de un meteorito en el hielo del Polo desarrolla una historia entretenida, muy movida, con alguna sorpresa y que, sobre todo no repite los esquemas anteriores (o los de esta de la que voy a escribir algo). Los personajes son bastante creíbles a pesar de ser también algo exagerada, pero todo tiene un aire de verosimilitud que no le queda nada mal, por supuesto no deja de ser un puro y duro entretenimiento, pero cumple con su función.

Muy esperada era la publicación de su última novela, y cumplió las expectativas, vendiéndola muy bien en los Estados Unidos, y lo mismo está pasando en los demás países donde se publica.

La acción transcurre en Washington. El personaje de Robert Langdon (que ya aparecía en varias de sus novelas anteriores y que ahora ya tendrá para siempre la cara de Tom Hanks) es convocado por su amigo Peter Solomon, masón, millonario, filántropo y su mentor, para dar una conferencia en el Capitolio. Descubrimos que Solomon fue secuestrado y la aparición de una mano tatuada con cinco enigmáticos símbolos cambia todo lo que el protagonista esperaba. Se ve atrapado entre las exigencias de un personaje tremendamente perturbado y los representantes de la CIA, sin saber muy bien a quién creer no qué creer. Con la ayuda de Katherine Solomon, hermana del secuestrado y experta en ciencias noéticas (hay que leer el libro para saber que es esto, y aún así...), Langdon tiene doce horas para salvar a su amigo y al mismo tiempo evitar que uno de los secretos mejor guardados de la historia caiga en manos equivocadas. Y como diría alguno, hasta aquí puedo contar.

Sigue el mismo esquema de las novelas anteriores, ritmo trepidante, capítulos cortos que te dejan con las ganas de saber qué va a pasar a continuación y un montón (en este caso quizá demasiadas) de claves, símbolos (algunos igual demasiado rebuscados y que hay que releer varias veces para comprender completamente) y misterios. Hace más o menos lo mismo de siempre, coger varios elementos de la antigüedad y los va poniendo unos al lado de otros intentando montar un puzzle mínimamente verosímil. La verdad es que tiene bastante maestría para esto, porque el lector queda convencido, creo yo, de que todo es posible, factible y creíble, por lo menos yo, que soy de los que intentan creerse toda la ficción que leen, sino para qué. Algunos dirán que le falta originalidad, que es cierto; y otros que si el esquema funciona para qué cambiarlo, que también es cierto, así que cada uno que se agregue al grupo que considere. Tenemos los mismos personajes que en el Código, Langdon (el más listo, espabilado y ágil de mente que podamos conocer), un personaje femenino también bastante listo y un antagonista que si en el caso anterior era un albino ahora también será un hombre con una serie de características que lo apartan un poco de la “normalidad”.

Quizá lo más interesante de la novela, porque la buena documentación no se le puede negar a Brown, es todo lo que podemos conocer del mundo de la masonería (que, por lo que estuve viendo en comentarios y críticas, responde bastante fielmente a la realidad de este grupo) y la historia de los edificios y monumentos de Washington, que son una parte fundamental de la historia; esto aderezado con unos criptogramas, obras de arte antiguas, mención a muchos personajes muy conocidos de varias épocas históricas y algunos toques de altísima y novedosísima tecnología (el Ipad al lado de lo que tienen estos es un juguetito) es lo que nos ofrece. En eso no engaña a nadie, cuando cogemos una novela suya ya sabemos más o menos qué nos vamos a encontrar.

A esto le añadimos un estilo sencillo (quizá demasiado), sin casi nada que comentar, simple y directo y fácil de leer para cualquier tipo de lector, lo que, para ciertos momentos en los que uno no quiere complicarse demasiado tampoco está mal. En pocas palabras, para pasar un rato entretenido y sin tener que esforzar demasiado el cerebro, para eso, recomendable.

Y claro, ya están haciendo la película, ¿Sabéis quién va a interpretar al protagonista?, su nombre aparece un poco más arriba en este comentario.

lunes, 29 de marzo de 2010

Dexter


Hace poco terminé de ver la cuarta temporada de “Dexter”, serie televisiva que supongo que mucha gente conoce y que considero de las mejores que han pasado últimamente por las televisores. Evidentemente no voy a desvelar nada, porque aquí prácticamente acaba de empezar en el nuevo canal Fox Crime y supongo que en breve comenzará en Cuatro, que es la que emitió las temporadas pasadas. Y para los aficionados atentos a cuando empiece, porque me pareció la mejor de las cuatro, la verdad aun estoy un poco impresionado e intranquilo, una maravilla.
Para los que no la conozcan cuenta la historia de una persona algo especial, Dexter Morgan. Un hombre que de pequeño, tras una experiencia tremendamente traumática, es adoptado por Harry Morgan, un policía de Miami, que es donde se desarrolla la acción. Su padre adoptivo conoce pronto las tendencias homicidas de su nuevo hijo, su necesidad de matar (le dice: “Cuando el cuerpo te pida sangre, mata a los que son como tú”); por eso decide tratar de reconvertirlas y encaminarlas para satisfacerlas asesinando a asesinos, siempre respetando un rígido y severo “código” que lo lleva a la elección de los asesinados y a tener el máximo cuidado para no ser atrapado por la policía. Dexter es un miembro respetado de la sociedad, especialista en análisis de rastros de sangre para la policía de Miami, es uno de los mejores técnicos forenses de su laboratorio, especializado y muy efectivo en su trabajo. Es tanto o más meticuloso en su trabajo como en los asesinatos que comete, en ambos mundos es completamente aséptico y eficiente. Es el perfecto caballero, amable con los niños y siempre respetando las convenciones sociales que muchas veces no comprende (la voz en off que nos pone al día de sus verdaderos pensamientos es una de las mejores cosas de la serie). Se esfuerza mucho por simular emociones humanas que no siente y guardar las apariencias para aparecer como un ser humano socialmente responsable y comunicativo (esta es una de las cosas que más le cuestan, comunicarse). A esto le ayuda mucho su relación con Rita Bennet, una mujer con dos hijos que trata de recuperarse poco a poco de la brutal relación que mantuvo con su exmarido. Intentando mantener todo esto, el pasajero oscuro que habita en su interior, gracias a las indicaciones y enseñanzas de su padre adoptivo, canaliza esas necesidades homicidas buscando y asesinando brutalmente a criminales que consiguen escapar de la ley por diversos motivos. Debra Morgan es su hermana adoptiva, una policía de homicidios tan inteligente como insegura de sus capacidades tanto profesionales como personales, por lo que siempre recurre a su hermano para afianzar aquello que piensa.
Evidentemente no estamos ante un personaje moralmente impecable, estamos ante un asesino que queda “justificado” por sus traumas infantiles, que es lo que hace que pueda aparecer como el héroe de la serie, además de que mata asesinos crueles y despiadados; pero no nos engañemos, estamos viendo a un hombre que mata gente a sangre fría, sin demasiados remordimientos. Quizá este sea uno de los mayores méritos de la serie. Es una historia salvaje, dura y cruel. Consigue que simpaticemos con un hombre que mata (aunque aquellos a los que mata siempre son mucho peores que él, claro está), vamos a querer que se salve, que no lo cojan, hasta le cogemos cariño, que siga con su doble vida. Es toda una pesadilla moral en la que el “pasajero oscuro” que Dexter lleva dentro acaba atrapándonos en su dinámica y en su vida.
Es impagable la voz en off del protagonista, siempre analizando las dinámicas sociales de la gente entre la que se mueve, reflexionando sobre aquello que no entiende porque no es capaz de sentirlo, de la cantidad de ritos sociales por los que todos tenemos que pasar y que él no es capaz de comprender. Por encima, en esta cuarta temporada, además de ser padre adoptivo de los dos hijos de Rita tiene uno con ella, con lo que ahora pasa por todas las cosas que pasamos los padres de un recién nacido, el cansancio, las horas sin dormir, levantarse de madrugada para dar un biberón o calmar un llanto, salir a cualquier hora para comprar un medicamento..., ahora aún está más cerca de nosotros.
El protagonista, Michael C. Hall, ganador de varios premios por este papel, borda la actuación, tanto que sería complicado cruzarse con él y no sentir un estremecimiento. Recuerdo una entrevista con motivo de la presentación de la tercera temporada en el programa “El hormiguero” en el que el presentador, Pablo Motos, al principio reconocía estar un poco asustado, sobre todo cuando el actor le ponía ciertas miradas, y no era broma, que se le notaba.
Por último, por si alguien no lo sabe, esta serie está basada en unas novelas del escritor americano Jeff Lindsay y de las cuales hay, de momento, tres publicadas en castellano: “Dexter, el oscuro pasajero”, “Querido Dexter” y “Dexter en la oscuridad”. Para todos aquellos a los que les guste la serie, les recomiendo encarecidamente la lectura de las tres, aunque solo la primera está directamente relacionada con la televisión. Las novelas son mucho más negras, brutales y directas, el personaje es mucho más oscuro se cabe que el televisivo, menos convencional y las reflexiones y formas de actuar mucho más duras que en la serie, en la que hay que mantener un poco más las formas. De todos modos, recomiendo su lectura, intentadlo.

Celda 211


La verdad es que últimamente no voy demasiado al cine, concretamente desde hace unos 14 años es algo que hago de forma esporádica, de vez en cuando, por razones familiares y además económicas, que ahora ir a una sala de cine es algo que está empezando a ponerse casi privativo por lo exagerado de los precios (nunca entenderé por qué se quejan de que la gente va poco, seguro que si bajaran los precios el número de espectadores crecía, pero bueno, ese es otro tema). Es una de mis actividades de ocio favoritas, después de la lectura, pero ahora tengo que conformarme con ir de vez en cuando, sobre todo a ver películas antes infantiles, ahora gracias a Dios los niños van creciendo y podemos ir a ver cosas un poco más adultas, pero tampoco demasiado, nos centramos en el cine “familiar”. Antes había fines de semana en los que iba el sábado y el domingo, e incluso dos veces en la misma tarde, pero eran otros tiempos, claro. Además ahora hay otra razón para ir menos, ya sé que puede sonar algo carca, pero es verdad, el ambiente que hay normalmente en las salas es para echar para atrás a cualquiera, las molestias por diversas razones son continuas y no es la primera vez que tengo que levantarme para llamarle la atención a algún grupito que no sé a qué va, porque a ver las películas no, si a esto le sumamos las palomitas y bebidas (e incluso, y no me lo estoy inventando, hace unas semanas al lado de uno de mis hijos había unos que estuvieron comiendo flanes y natillas, con su cucharilla y todo, ya veis), los teléfonos móviles (que no es solo que suenen, sino que hay gente que se pone a hablar en medio de la proyección) pues a veces es mejor quedarse en casa. Así que ahora vamos de vez en cuando y el resto pues a verlas en la televisión, cuando las estrenan en Canal+, alquiladas en DVD o por otros medios que todos conocemos pero que no vamos a publicitar aquí porque está mal.
Ayer vi una película que tenía ganas de ver desde hace tiempo. No es que sea demasiado aficionado al cine español, la verdad, pero de vez en cuando aparece alguna cinta que rompe un poco el molde típico de nuestro cine, que no digo que sea malo, conste, porque hay auténticas maravillas dignas de ver, pero que normalmente parece no conectar demasiado con el espectador, de ahí el fracaso de muchas de nuestras producciones. Y la verdad es que es una pena, porque tenemos actores impresionantes, directores más que buenos y buenas historias, pero por un lado la competencia del cine americano es muy fuerte, y por otro muchas de nuestras cintas buscan una excesiva trascendencia que no parece comulgar con el espectador.
Ya me estoy liando, la película que vi ayer fue “Celda 211”, supongo que la mayor parte de la gente ya la vio, porque es de los últimos éxitos de nuestro cine, pero por lo dicho al principio no tuviera la oportunidad de verla, o mejor, dicho, de disfrutarla. Por eso es posible que este comentario llegue un poco tarde, pero aquellos que todavía no la hayan visto que la vean, se lo recomiendo y mucho.
Es una cinta estrenada en el año 2009, dirigida por Daniel Monzón y basada en una novela de Francisco Pérez Gandul. En los papeles principales tenemos a un actor gallego que no necesita presentación, Luis Tosar, acompañado por Alberto Ammann, Antonio Resines, Carlos Bardem o Marta Etura. Recientemente tuvo lugar la entrega de los premios del cine español, los Goya, y estaba nominada en 16 apartados, obteniendo 8 premios, entre ellos los más importantes: mejor película, mejor director y mejor actor para Luis Tosar.
Cuenta la historia de Juan, que se presenta un día antes en su nuevo trabajo como funcionario de prisiones para ver un poco de qué va y demostrar interés por el mismo. Sin quererlo, se ve atrapado en un motín en la cárcel, y demostrando una sangre fría tremenda porque es su vida la que etá en juego, consigue hacerse pasar por un preso más para salvarse e intentar poner fin a la revuelta, que está liberada por un preso temido y respetado por todos los demás, Malamadre (Tosar). En este juego Juan tendrá que mostrarse astuto, duro, mentir y controlar sus mentiras y pasar por varias situaciones de riesgo y tensión.
Me pareció una película genial, tensa, dura y no demasiado recomendada para personas demasiado sensibles, porque la dureza de la historia y de las imágenes es tremenda, creciendo a medida que avanza el metraje. Tan tremenda como realista, porque uno de sus méritos es que parece completamente creíble. La narración es de una tensión que no deja al espectador ni un minuto de respiro, la tensión es continúa, sin un momento de tranquilidad y reposo. Una cinta inteligente y bien llevada. Un drama carcelario, una película de género muy habitual por otras cinematografías, pero poco en la nuestra. Pues puedo decir que es de las mejores películas de cárceles que he visto.
No vamos ahora a descubrir a Luis Tosar, magistral en un personaje memorable, duro, directo pero al que le coges un cierto apego, con el que te sientes identificado en su lucha dentro de la cárcel para conseguir algo de dignidad para todos dentro de las cuatro paredes en las que viven. Lo mejor que se puede decir de él es que no interpreta, sino que recrea o mejor dicho, crea un personaje impresionante, con esa voz aguardentosa que por momentos no parece la suya, pero que sabes que si lo es, con esas miradas duras que parece que te van a traspasar, con esas venas del cuello hinchadas por el enfado y la rabia. Una actuación digna de ver y conservar, poco más se puede decir.
Todos los actores están impresionantes, pero me gustaría destacar al otro personaje principal, interpretado por un, para mí desconocido, Antonio Ammann. Interpreta a Juan, el funcionario que se ve inmerso en ese mundo de violencia y rebelión y que tiene que hacerse pasar por preso para sobrevivir a todo eso. Impresionante la evolución y los cambios que va sufriendo a medida que se desarrollan los acontecimientos hasta llevarlo a algo que él no esperaba en absoluto.
Lo único que no me gustó demasiado fue la interpretación, para mí poco convincente, del primer negociador, que además tiene un papel importante, pero frente a los demás me pareció mucho menos convincente, pero claro, esta es una opinión personal.
Creo que los americanos están pensando en hacer una versión, como hacen con muchas películas europeas que les parecen originales, cogen y copian (lo han hecho con alguna argentina, japonesa...) porque parece que les faltan ideas, o, por lo menos ideas buenas y originales. Estoy seguro de que la van a convertir en lo que no es, será una ensalada de tiros y espectacularidad, en conclusión, que van a estropear las buenas cualidades del original. Espero equivocarme, pero no lo creo.
Pues nada, para los que ya la vieron, espero que coincidan con lo dicho, y para los que no, que les entraran ganas de verla.

Boston Legal


Uno de los temas fundamentales de este blog también es la televisión, así que vamos a inaugurar la sección televisiva hablando de una serie, “Boston Legal”. Fue uno de mis hermanos el que me la recomendó y tras ver casi tres temporadas no sé cómo se me pudo escapar. La verdad es que pasó con más pena que gloria por alguno de los canales nacionales, que creo que ni terminaron de ponerla, una pena, la verdad. Como la recomendación fue encarecida y el canal que la ponía, Fox, ya estaba terminando con la quinta temporada tuve que buscarme la vida para poder conseguirla, todos sabemos más o menos cómo, sin dar pistas, no vaya a ser.
Evidentemente es una serie americana, que terminó hace poco con la quinta y última temporada (sí, por desgracia no va a haber más). Advierto que es totalmente recomendable e imprescindible para aquellos aficionados que quieran ver algo inteligente, entretenido y bien hecho. En un momento en el que estamos inmersos en una marea de series es difícil encontrar algo distinto, con calidad y digno de ver.
“Boston Legal” es mucho más que una serie de abogados, aunque al principio parezca eso. Advierto para aquellos que se decidan que hay que ver cuatro o cinco capítulos de la primera temporada para quedar completamente enganchado a ella, porque al principio las cosas parecen lo que no son, pero pronto veremos como los personajes tienen una serie de matices, de cambios, de evoluciones que merece la pena seguir. Podríamos definirla con tres palabras: perspicacia, inteligencia y una buena dosis de humor negro. Los personajes son sólidos, con personalidad propia y bien diferenciada (lo que hace que los contrastes sean geniales), siempre en guerra con la ética profesional y con unos casos casi siempre comprometidos, lo que, de paso, hace que incluso sea recomendable para algunas clases de ética, historia, sociedad, etc., ya que muchos de ellos podrían generar buenos debates, cargados de polémica e intercambio de puntos de vista (esto, en casa, pasa siempre cuando acabamos de ver un capítulo). Los diálogos son tremendamente inteligentes y bien construidos, el ritmo no decae en ningún momento y la puesta en escena es impecable. Es un drama legal brillante, lleno de una ironía que, de paso, está cargada de una tremenda y cruel crítica contra la sociedad americana, su forma de pensar, de plantearse las cosas, de hacerlas, de su forma de hacer las cosas y de actuar dentro y fuera de sus fronteras. No es para nada la típica serie americana, cargada de esos contenidos propagandísticos, sino todo lo contrario, no hay episodio en el que no se ponga en duda la manera de actuar de sus gobernantes, de su sistema legal, médico, social; la verdad es que no dejan títere con cabeza e incluso, a veces, es difícil saber cómo tuvo el éxito que consiguió en su país, porque los ponen a caer de un burro, la verdad. A través de inteligentes diálogos y de los casos que presentan ponen sobre la mesa temas como la guerra de Irak, Guantánamo, las elecciones presidenciales, la violencia doméstica, el aborto, la eutanasia, las farmacéuticas, la pobreza, las desigualdades sociales..., siempre escondiendo tras un velo de humor y locura las más fuertes críticas y denuncias.
El sentido del humor roza en ocasiones el surrealismo, con alusiones directas al espectador, guiños cinéticos, chistes sobre los propios actores, el desarrollo de la serie, etc. , hay que estar atento para pillarlos todos, la verdad.
Los actores son geniales, aunque tres destacan por encima del resto. Tenemos a William Shatner (para los más “mayores”, el capitán Kirk de “Star Trek”), bordando el papel de un abogado mujeriego, republicano hasta la médula, afectado de Alzheimer, borde, incluso maleducado y todo lo contrario de lo que podemos considerar políticamente correcto; este es Danny Carne, el abogado que nunca ha perdido un caso y con el que aprovechan ese punto de “locura” y extravagancia para poner en su boca las más fuertes y ácidas críticas contra ellos mismos. Junto a él su amigo de toda la vida, inseparables aunque sus formas de pensar sean radicalmente opuestas, pero mostrando siempre que el verdadero valor de la amistad es el respeto, son geniales sus conversaciones siempre al final de cada episodio con su puro y su whisky en la terraza del bufete, que esconden siempre grandes verdades y fuertes críticas. El actor James Spader da vida a Alan Shore, el otro cincuenta por ciento de la gran pareja. Sus alegatos finales de los casos que defiende podrían ser objeto de análisis en muchos campos de nuestro trabajo, siempre ácidos, directos y críticos, llenos de verdades que, a lo mejor, nadie quiere oír. Junto a ellos, el tercero en discordia, es un personaje femenino, interpretado por Candice Bergen, una de las socias fundadoras de la empresa y que va cogiendo merecido protagonismo a medida que avanzan los capítulos merecido por su forma de ser y de trabajar, ella es Shirley Schmith. Y alrededor de ellos una serie bastante amplia de personajes fijos que dan contrapuntos, pero que son imprescindibles para elevar la serie a la categoría de “imprescindible”, de verdad. Desde el abogado exmilitar, el que se disfraza de mujer para vencer su timidez, y, sobre todo, el abogado casi autista que es algo impresionante. En cada temporada salen unos y entran otros, se mantienen los tres anteriores, pero cada actor nuevo que aparece sube el listón y hace que los que han desaparecido no sean echados de menos.
Podría extenderme mucho más, pero creo que lo mejor que puedo decir es que intentéis verla, son cinco temporadas, con algo más de veinte episodios cada una, salvo la última que es algo más corta (una pena), pero seguro que nos os va a decepcionar, recomendable para todos, y seguro que además de haceros pasar un buen rato os hará pensar, ya lo veréis.

Domingo Villar


Hoy tocan dos novelas por el precio de una. Son dos obras del mismo autor, una ya la había leído hace tiempo y la otra la terminé hace unos días. “Ojos de agua” y “La playa de los ahogados”, editadas por este orden, aunque yo las leí al revés, primero la segunda, son dos novelas de Domingo Villar. Antes de hablar un poco de ellas, decir que ambas son de muy recomendable lectura para pasar un rato más que entretenido y lo podéis hacer tanto en gallego como en castellano, ya que están publicadas en los dos, aunque su redacción original creo que fue en gallego.
Domingo Villar es un autor nacido en Vigo en el año 1971. Se trasladó a Madrid, donde reside actualmente, y trabajó como guionista de cine y televisión, además de colaborar en radio.
Hablamos en los dos casos de novelas de género, novelas negras que no es un género demasiado trabajado por estas tierras, la verdad, porque parece que solo los americanos pueden y saben escribir buenas novelas policiacas, claro que, en teoría, ellos inventaron el género. De todos modos ahora parece que está en auge y aparece nuevas y buenas novelas que va mereciendo la pena leer.
Ambas tienen en común a sus personajes principales. El protagonista es el inspector de la policía de Vigo Leo Caldas, el “patrullero de las ondas” (apodo que no le gusta nada, casi tan poco como su trabajo en una emisora local de radio en la que trabaja, trabajo que hace que lo conozca todo el mundo), que responde a las características más comunes de este tipo de personajes novelescos añadiéndole unas gotas del carácter gallego y de la vida en una ciudad como Vigo. Es un hombre tranquilo, con problemas matrimoniales y con una relación complicada con su padre, que no entiende demasiado su vida. Junto a él tenemos a su ayudante, Rafael Estévez, un aragonés que no encaja demasiado bien ni con su superior y casi con nadie. Es mucho menos reflexivo, más directo y casi brutal en ocasiones, no demasiado comprensivo y siempre dispuesto a solucionar las cosas por la vía más directa. Junto a ellos una serie de personajes que aparecen en ambos relatos y que contribuyen a darle un aire de credibilidad y cercanía, que quizá sea una de las mejores características de las dos novelas, todo transcurre de un modo creíble, cercano, cotidiano, muy lejos de las novelas del género y no digamos de las series televisivas que tocan este tipo de argumentos.
En “Ojos de agua”, publicada en el año 2006, el inspector Caldas tiene que investigar el cruel y brutal asesinato de un saxofonista que aparece en un apartamento de la isla de Toralla, en la ría de Vigo. Para eso tendrá que moverse entre el mundo nocturno de los clubes de jazz, las discotecas y los círculos de la alta burguesía de la ciudad.
“La playa de los ahogados”, publicada en el año 2009, parte de la aparición de un cadáver de un marinero en los acantilados de Monteferro, en Panxón. El misterio viene dado porque tiene las manos atadas y no hay rastro de su embarcación. Ahora Caldas y Estévez tendrán que moverse por una pequeña población marinera donde nadie quiere hablar y todo aparece rodeado de hechos insólitos, misterios y oscuridad, hasta desvelar una trama triste, sórdida y violenta.
Las novelas están bien contadas, enganchan al lector para que vaya avanzando, imaginando quien puede ser el asesino, y el autor nos va llevando, muy bien por cierto, hacia la resolución de los casos. No hay complicaciones estilísticas, y ese es uno de los méritos, lo que cuenta es la historia, los personajes, sus vidas y las razones que tienen para actuar como actúan. Además continuamente aparece un sentido del humor que hace imposible que el lector no esboce una sonrisa (la mayor parte de este sale del compañero de Caldas, Estévez, un aragonés que se siente impotente cuando, por ejemplo, pretende conseguir que alguna de las personas a las que interroga o pregunta simplemente sean capaces de darle una respuesta directa a la primera y, en ocasiones, ni a la sexta, lo que provoca su desesperación).
Además para los que somos de Vigo la lectura se hace como mucho más entrañable, situando mentalmente las acciones en los lugares en los que están pasando, siendo, gracias a su forma de escribir, fácil imaginarse a los personajes en ese mismo sitio y haciendo lo que estamos leyendo, la verdad es que es una sensación muy agradable.
Así que para todos aquellos que me lean y no leyeran estas dos novelas mi recomendación más grande, sobre todo para mis alumnos, porque estoy seguro de que les van a gustar, no solo por no ser nada complicadas, sino porque los va a enganchar hasta llegar a la última página, en la que se desvelan los misterios, no antes, como en toda buena novela negra que se precie. Y para los que no son alumnos míos, aplicaos lo mismo, os gustarán.

domingo, 28 de marzo de 2010

Shutter Island


Hoy vamos al cine de nuevo, que de vez en cuando toca ver alguna película, y mejor si es buena, como es el caso de la que voy a comentar. Por lo que vi en internet esta cinta creó alguna polémica y hay gente a la que le parece estupenda y a otros no tanto. Yo voy a quedarme en un término medio pero tirando hacia arriba, ya que por momentos me tuvo un poco indiferente, pero a medida que va avanzando fue atrapándome hasta dejarme atónito en la última parte del metraje, tanto por la historia que desarrolla como por la forma de hacerlo.
Hablo de la última película del director Martin Scorsese. Nacido en 1942 en Nueva York y de sobra conocido para cualquier buen aficionado al cine. Es uno de los grandes y muchas de sus películas quedarán para siempre en la historia del cine. Hablamos del director de “El aviador”, “Gangs of New York”, “Casino”, “La edad de la inocencia”, “El color del dinero” o “Uno de los nuestros”. Es innegable su calidad a la hora de contar historias y además con un estilo bastante personal y muy imitado.
Esta es, de momento, su última cinta, estrenada hace poco, “Shutter Island”. Está basada en una novela de Dennis Lehane (que pienso leer en breve), autor al que podemos conocer por otra de sus novelas que también fue llevada al cine, “Mystic River” (estupenda novela y gran película, dirigida por Clint Eastwood).
Nos cuenta la historia del marshall Teddy Danniels que, junto a un nuevo compañero, es enviado a investigar el misterio de la desaparición de una peligrosa paciente de una institución para criminales dementes que está situada en la isla que da título a la cinta. Esta fue recluida por el asesinato de sus tres hijos, a los que ahoga en un lago. Allí se encontrarán con la sospechosa y casi siniestra actitud del director del centro, el doctor Cowley, un personaje entre afable y amenazante, frío y distante, misterioso. Es hasta aquí hasta donde puedo y debo contar, como se suele decir, porque lo mejor de la historia es cómo se va desarrollando en una mezcla de sorpresas, giros cambiantes, jugando con el espectador. Advierto antes de que la veáis que no cerréis los ojos ni por un momento, porque cada gesto, cada escena, cada momento puede esconder claves para desentrañar el misterio de Shutter Island y sus personajes.
Estamos ante una película de género, pero no nos engañemos, no es policiaca, está más cerca del género gótico, casi como una historia de Poe o con similitudes con muchas de las cintas del mago del suspense, Alfred Hitchcock, el director que mejor supo jugar con el espectador para llevarlo por donde él quería hasta llegar al sitio al que él quería llevarnos a base de trampas y sorpresas. Y digo género gótico porque está dominada por un ambiente oscuro, siniestro, de tormentas infernales, lluvia que entorpece la visión, acantilados, faros, pasillos largos y oscuros, laberintos (impresionantes las escenas en el pabellón C donde están los presos, perdón, pacientes, más peligrosos), bosques... de una isla que esconde más de un misterio.
El protagonista, Leonardo Di Carpio, nos ofrece una de las que considero sus mejores interpretaciones. A mí es un actor que me gusta mucho y que me parece más que bueno, pero tiene un problema aunque parezca una afirmación extraña. Es un actor limitado por su físico, sí, su atractivo hace que cuando le dan papeles de galán en películas que podemos considerar mediocres, baje muchos enteros. Es en cintas como esta o “Revolutionary Road”, “Infiltrados”, “Diamante de sangre” o “Red de mentiras” donde vemos al gran actor que es, con esas caras entre violentas, amargadas, atormentadas, un montón de matices que puede expresar con su mirada, sus facciones y sus gestos. No lo soporto, lo siento, en películas como “Titanic” o similares, donde pienso que está perdiendo el tiempo y su capacidad. Es en estas películas citadas, algunas de ellas también dirigidas por Scorsese que está haciéndolo uno de sus actores habituales, donde da la medida de lo que puede hacer y convence completamente al espectador.
Junto a él, en el papel del doctor que dirige el hospital-cárcel, tenemos a otro de los grandes actores desde hace años, Ben Kingsley, conocido sobre todo por su actuación hace ya años en “Gandhi”. Ahora está casi especializado en papeles siniestros, misteriosos y con mucho carácter. Solo su mirada en alguna de las escenas de esta cinta es capaz de quitar el sueño al más fuerte, porque es completamente desestabilizante. Una mezcla entre lo más amable del mundo y lo más oscuro, sin saber muy bien qué es lo que pretende, qué hace y quién es, la verdad es que en muchos momentos pone los pelos de punta a cualquiera. Ayudado además por otro actor clásico, Max Von Sydow, interpretando a un médico alemán que también parece encerrar más de un misterio (tengamos en cuenta que la acción transcurre en el año 1954, a poco de terminar la Segunda Guerra Mundial”. El resto del elenco también tiene unos papeles más destacados y algunos, aunque breves, impactan por lo que hacen, dicen o simplemente cómo miran, todos están perfectamente interpretados y dirigidos.
Desde la primera escena, con los dos policías subidos al barco que los lleva a la isla, quedamos atrapados por una historia que va avanzando por los caminos de la duda, de la sorpresa, de no saber muy bien qué es lo que estamos viendo, qué ocurre, quién dice la verdad y quién miente. Hacemos un viaje con los personajes hasta llegar a un final..., no debo decir nada más, cuando la veáis ya me lo diréis.

sábado, 27 de marzo de 2010

Acantilado rojo


Esta primera entrada irá sobre cine, y además casi de estreno, que ya es raro, aunque este invierno lo de ir al cine, con el tiempo que tenemos, fue algo relativamente habitual, aunque llevábamos casi tres semanas sin ir. Como el día no era para hacer mucho más, echamos un ojo a la cartelera y a los horarios, que también hay que tenerlos en cuenta, y al final decidimos ir a ver “Acantilado rojo”. Me gusta bastante el cine de acción chino, suele ser bastante entretenido y sobre todo con una estética alucinante, siempre rodeado de un aire de misticismo entre luchas, nobleza, espadas, amores..., que suele tener de todo y además bien mezclado. Y de vez en cuando tampoco está nada mal ver algo que no sea americano, que hay que repartir.
Esta es una película del director John Woo (que puede sonar algo más que los actores, porque alguno es conocido de cara, por lo menos para mí, pero poco más), conocido por su cine mayoritariamente de acción, siempre o casi siempre con bastante éxito y que siempre destaca por las coreografías de sus escenas más movidas. Es un director nacido en China en el año 1946 y que comenzó su carrera en su tierra natal y cuenta con cerca de 40 películas, la mayor parte de ellas hechas allá y actuando él en casi todas. En cierto momento decide marchar a los Estados Unidos y hacia el año 1996 dirige algunas películas que el aficionado al género reconocerá, podríamos destacar “Windtalkers”, “Misión Imposible II”, “Cara a cara” o “Broken arrow”. Ahora volvió a China para dirigir este filme, “Chi Bi”, titulada aquí “Acantilado rojo”.
Está basada en un libro histórico, “La crónica de los tres reinos” y otros archivos históricos y era algo que el director quería hacer desde hace 20 años, pero no disponía de la tecnología, la fama y el mercado necesario para hacer una película de tal magnitud. Con un presupuesto de 80 millones de dólares, rodada en un año en 14 provincias de China, John Woo, director, guionista y productor de la cinta tenía muy claro lo que quería hacer: “Mi objetivo para esta película es superar as barreras culturales e histórica, de manera que el público occidental sienta que está viendo una versión asiática de Troya, mientras que el público oriental descubra nuevas perspectivas de una historia que les es conocida. Quería mostrar también que somos capaces aquí en China de crear una película épica del mismo calibre que una producción de Hollywood”. Estas son sus palabras y, tras verla, creo que consiguió lo que pretendía en todos los sentidos.
La historia comienza al final de la Dinastía Han, en el 208 antes de Cristo, y cuenta como el Primer Ministro convence al Emperador para que declare la guerra a los reinos del Sur aduciendo que lo que quiere es conseguir la unificación de China, cuando lo que se esconde tras esas intenciones es algo mucho más egoísta. Su ejército, de casi un millón de hombres, derrota con facilidad al primero de sus enemigos. Estos escapan para aliarse con el otro señor de las tierras del sur y enfrentarse juntos al gran ejército imperial, refugiándose y preparándose para el combate en la zona que da título a la película.
La duración de la versión original es de cinco horas, aquí vemos la reducida que dura dos horas y media, pero que a mí no se me hicieron nada largas ni pesadas, la verdad es que la historia y sobre todo la estética de la dirección me atraparon de tal modo que el tiempo pasó casi sin darme cuenta.
La cinta tiene el aire épico de una película clásica. Las escenas de acción son largas y elaboradas, llenas de soldados y máquinas de guerra, de movimiento, de acción pura pero que no llega a ser dura porque se ve casi como un cómic, como una danza perfectamente plasmada y ejecutada. Imaginativa y genial la escena del robo de las flechas, ingeniosa y divertida. Si conocéis el cine de Woo veréis como en esta cinta no renuncia en absoluto al estilo que lo caracteriza como las palomas blancas, las escenas relanzadas (pero sin llegar a ser nada exagerado como pasa con otros directores que abusan excesivamente del efecto “Matrix” que tanto daño ha hecho al cine cuando en vez de un recurso se convierte en una constante), los congelados de la imagen y otros efectos que son marca de la casa de su cine.
Los personajes están bien diferenciados, unos marcados por la ambición y otros por el honor y la pasión, cierto es que no tienen demasiados matices, simbolizan esos valores positivos o negativos y poco más, pero tampoco es lo que más importa. De todos ellos destaca, porque quizá sea el único un poco más complejo, el humanista y estratega que ayuda a los militares sublevados en todo lo que tiene que ver con la planificación de los combates y sobre todo en decidir el momento mejor para atacar o defenderse.
Es más que entretenida y divertida, con el aire de las películas hechas a la antigua (en todo lo que estas tienen de buenas, claro), llena de estrategias ingeniosas y de momentos tremendamente espectaculares e impresionantes con miles de soldados de ambos bandos luchando (a veces es difícil distinguir a cuál pertenecen, pero bueno), centrándose en los héroes de la historia y sus antagonistas. La pantalla se llena de espectacularidad con escenas en las que no cabe nadie más, el número de elementos humanos, máquinas, barcos, caballos... que desfilan por la pantalla es enorme.
Y entre toda esa violencia aparecen esos momentos calmados tan típicos del cine oriental, con esa filosofía de la calma, de la paciencia y la meditación, no gana el que más soldados tiene, sino el que piensa más y espera el momento adecuado. El niño que toca una flauta y los soldados paran su entrenamiento para escucharlo, los dos soldados que tocan a dúo y envolviendo todo una banda sonora que realza el tono épico de la cinta.
Se hay una palabra que pueda resumir la película es “elegante”, es una película de guerra fundamentalmente, pero con unos combates tan bien hechos que a veces parece que estamos viendo a unos bailarines interpretando una danza genial donde todo está medido y calculado para impactar al espectador y, al mismo tiempo, mantener esa idea de elegancia, con las banderas ondeando al viento en perfecta armonía, con los soldados moviéndose bajo sus escudos como si fueran uno solo, sin que nada en absoluto rompa un genial marco estético.
De todos modos, si no os gustan demasiado este tipo de cintas, no os la recomiendo, pero si queréis ir al cine a pasar un momento realmente bueno, de entre todo lo que nos brinda la cartelera en este momento yo recomendaría esta.

Mi Papyre


Antes de empezar a comentar algunas de las lecturas que estoy haciendo últimamente quiero contar que desde hace unos meses soy un encantado poseedor de un EBook, en concreto un Papyre 5.1 con el que estoy más que maravillado. Las nuevas tecnologías, a veces, son un instrumento genial y otras no tanto, pero en este caso es una de las mejores cosas que he comprado en este campo de las cosas de la informática. Aunque están popularizándose bastante, por si alguien no los conoce todavía, es un aparatito que sirve para leer libros con gran comodidad. Es cierto que se pierde el encanto del libro, de la letra impresa, de pasar las páginas, pero la comodidad que se gana a cambio es enorme. Por un lado no pesa nada, puedes llevarlo contigo a cualquier parte metido en un bolsillo (cosa que con muchos libros sería imposible) y ya no tengo que cargar con dos o tres libros cuando me voy de vacaciones. Puedo leer en cualquier lugar, en cualquier momento porque ya es un compañero inseparable que va conmigo a todas partes. Llevo varios libros en él sin enterarme, cuando termino uno no tengo más que navegar por la tarjeta SD que tiene para ver qué me apetece leer en ese momento, porque son variados en temas, trascendencia y seriedad, así elijo según mi estado de ánimo o dependiendo del tiempo que tenga. Y dejamos para el final lo mejor, lo bien que se lee, nunca había leído tanto como ahora, y eso que siempre fui un lector bastante constante que aprovechaba cualquier momento para pasar unas páginas y que es incapaz de irse a dormir sin antes leer un rato. Ahora la vista no se me cansa nada de nada, por un lado es lo malo que tiene, porque eso de aprovechar un libro para combatir un esporádico insomnio es agua pasada, porque ahora no me canso, pasan las páginas de una manera relajada y tranquila. De verdad que es algo completamente recomendable, a pesar del precio que tienen en este momento, aunque si hacemos números, con lo que nos cuestan ocho o nueve libros ya podemos hacernos con uno. El problema de momento es la oferta de libros, a ver si las editoriales se deciden pronto a poner a la venta sus obras en formato digital a un precio decente, claro, porque de momento el único problema es la falta de libros, por lo menos de manera legal, pero supongo que todo se andará.
Conseguir libros es relativamente sencillo, hay varias páginas completamente legales que ofrecen clásicos, que muchos no han leído, en castellano, y no pocos, así que de momento en ese sentido cosas que leer hay a patadas. De todos modos me gustaría, como ya he dicho, que apareciera pronto alguna página como hay en el extranjero, que ofrecen ya casi todas las novedades además a unos precios muy asequibles y bastante más baratas que las ediciones en papel.
Modelos hay muchos, cada semana aparece alguno nuevo, pero si tenéis dudas os recomiendo el mío por diversas razones, ya sea el mismo modelo o la versión 6.1, que tiene la pantalla algo más grande y eso hace que sea un poco más cómodo de leer en él, no así llevarlo encima, que aunque se puede el otro es más pequeño. Además, de entre los que hay en el mercado es el que reconoce más formatos, lo que es una gran ventaja, porque además el paso de página o la duración de la batería es mejor según el formato que usemos. Lo de la batería es otro tema a tener en cuenta, según el fabricante dura unas 8000 páginas, ya que solo gasta cuando las pasamos. Yo no he llegado a esas 8000, pero puedo decir que casi 6000 sí, porque usándolo casi dos horas diarias le hago una carga al mes (hay que tener en cuenta que las primeras veces dura un poco menos, pero a medida que lo recargamos la batería dura un poco más).
Lo dicho, si estáis dudando en compraros uno no lo hagáis, es más que recomendable si sois buenos lectores por todo lo dicho, sobre todo por la comodidad de lectura y transporte.