Visitas

contadores web relojes pagina web

viernes, 26 de julio de 2013

"The Following"


Tiempo hacía que no tocaba el tema de las series de televisión. Como ya dije anteriormente la verdad es que no vemos demasiadas nuevas últimamente, metidos de lleno en nuevas temporadas de otras de las que somos seguidores. Así que hoy vamos de nuevo al mundo de la televisión con una serie que cumple muchas de las ideas que tengo plasmadas por aquí sobre este tema, actores conocidos, alguno venido directamente del cine, un buen guión, una gran realización, buenas interpretaciones y una historia que te atrapa casi desde la primera imagen. Hace poco que terminamos de ver la primera temporada de “The Following” y aún tengo en la cabeza más de una escena, más de un momento que me dejó atónito. Eso sí, que alguien le diga a los guionistas que las formas que tienen últimamente de terminar las temporadas es casi una ofensa para el espectador, que ahora tengo que esperar meses para poder ver lo que pasa, tras una escena final que te deja con ganas de mucho más. Y no pasa solo con esta, sino con casi todas, guionistas, que no son formas, hombre.

Estamos ante un thriller que podría parecer de lo más típico, una más. Asesino en serie, agente del FBI retirado y alcohólico y casi todas las constantes del género. Pero ya desde el primer capítulo veremos que nos encontramos con una nueva y original vuelta de tuerca en la forma de tratar el tema y, sobre todo, en cómo juega con el espectador para conseguir que mantenga la atención. Y ya os digo que aquí la mantuvimos en todo momento, que llegamos a tener el corazón en un puño desde el principio hasta el final. Creo que desde el personaje de Hannibal Lecter ningún asesino televisivo o cinematográfico había conseguido ponerme los pelos de punta de tal manera, sintiendo hacia él una extraña mezcla entre atracción y repulsión difícil de conseguir. Creo que aquí radica uno de los grandes méritos de la serie. Jugando con dos constantes del género, el asesino en serie y el policía retirado, consigue hacer algo nuevo, darle un desarrollo completamente inesperado y lleno de sorpresas, de momentos que harán que sueltes una exclamación o casi saltes en el sofá, porque siempre esperaremos lo inesperado e incluso algo más.

Joe Carroll es el asesino. Empezamos la historia con él en la cárcel y consiguiendo escapar de la misma tras una brutal y sangrienta fuga. Ya de paso digo que no voy a contar nada que no se descubra a poco de empezar la serie, que ya sabéis que no me gusta nada que me destripen las historias, así que yo intento hacer lo mismo. Ryan Hardy es el agente del FBI que lo atrapó en su momento, pero le costó caro, una puñalada cerca del corazón cuando se enfrentaba a él hizo que tuviera que dejar su trabajo a causa del implante de un marcapasos. Ahora vive inmerso en el alcohol y la depresión, pero la fuga de Carroll hará que tenga que volver a la acción. En primer lugar porque fue el que lo atrapó y en segundo porque el propio asesino quiere que participe en el juego. Carroll es un profesor de literatura, obsesionado con el Romanticismo y sobre todo con la figura de Edgar Allan Poe, uno de los grandes de la época. Además de eso quiere ser escritor, aunque la primera novela que publicó no tuvo el éxito que buscaba, sino casi todo lo contrario. Es violento, despiadado y asesino a varias mujeres de forma brutal antes de que Hardy lo atrapara. Pero lo más destacado es que posee una personalidad hipnótica, con sus miradas y sus palabras es capaz de conseguir casi todo lo que quiere y se propone, incluso escapar de la cárcel de máxima seguridad en la que se encuentra. Carroll va a concebir todo como si fuera una nueva novela que está escribiendo y con la que pretende alcanzar el éxito que se le resistió en la primera. Una novela en la que Hardy es el protagonista y él el antagonista, manejando los hilos y dejando poco espacio a la improvisación, intentando tener todo calculado y previsto, pero claro, eso es casi imposible. Para ello, además, consigue que varias personas del exterior colaboren con él, gente que ha estado visitándolo en la cárcel y a los que, con esa gran personalidad que tiene, convence para que trabajen con él como elementos de su venganza. Eso hace que en todo momento no sepamos a qué atenernos como espectadores, porque nunca sabremos si cualquiera de los que rodean a Hardy o van apareciendo están al lado de Carroll o no, una de las mejores cosas de la serie y que hace que la tensión sea muy alta. Del mismo modo, como bien me dijeron mis hermanos, no le cojáis demasiado cariño a los personajes, porque pronto veréis que a los guionistas no les duele nada de nada hacer desaparecer o morir a cualquiera de ellos, otra de las cosas que hará que saltemos más de una vez en el sofá.

Otra de las mejores cosas de las serie son los actores. De nuevo el protagonista proviene directamente del mundo del cine y es otro de esos que siempre me gustaron y que aquí está realmente bien. El papel de Ryan Hardy es para el conocido Kevin Bacon, un todoterreno que ha pasado del musical al drama pasando por la comedia, tocando casi todos los géneros, incluso un par de buenas cintas de terror. Es un actor que siempre cumple y gusta, pero aquí está genial, cumpliendo a la perfección con su papel y transmitiendo al espectador con sus gestos, miradas y agonías, todo aquello que el guión le pide. El papel de Carroll es para otro actor a medio camino entre el cine y la televisión y de cara muy conocida, James Purefoy. Genial también encarnando a ese asesino frío, calculador y con un punto de locura que hace que sea completamente creíble en su actuación. Podría parecer que no, pero en todo momento nos parece que lo que hace, lo que piensa y lo que dice podría muy bien ser de una persona real. Su obsesión por Poe, por el Romanticismo más negro y violento hace de él un personaje que creo que quedará como uno de los mejores dentro del mundo televisivo. Y alrededor de estos dos una buena cantidad de personajes que no me atrevo a considerar secundarios, porque no hay uno solo que no tenga una participación importante dentro de toda esa telaraña que Carroll construye a su alrededor. Todos ellos, tanto los que están con Hardy como los que están con Carroll (sobre todo estos, que dan escalofríos más de una vez) conforman un mundo que desconcertará al espectador. De todos ellos me quedo con dos, el joven agente del FBI que está al lado de Hardy en todo momento, Mike Weston y Emma Hill, de la que no voy a decir nada de nada, ya lo veréis.

La serie juega con todas los tópicos de este tipo de historias, pero consigue darle tales giros que hace que sea, desde mi punto de vista, muy original, creativa y sorprendente. La introducción de los relatos de Poe de un modo directo y constante es otro elemento que hace que me guste más, ya que está entre mis escritores favoritos y creo que todos sus cuentos fueron de las primeras cosas que leí cuando era algo más joven y que releo alguna vez. El desarrollo de la historia y las interpretaciones son realmente sobresalientes y harán que sea difícil verse un solo episodio, porque siempre querremos saber más, no podremos dejar la cosa colgada. La tensión es llevada a extremos que harán que mantengamos la respiración más de una vez, y a veces demasiado tiempo para soportarlo, soltando una buena exclamación cuando esos momentos se resuelvan. Una de las mejores cosas que tiene es el guión y la forma de desarrollarlo, ya que las sorpresas serán constantes, es difícil decir eso de “ya sé qué va a pasar” porque aunque esperemos algo normalmente las cosas no irán por el camino que nosotros podemos seguir en nuestra cabeza. Es más, irán por sitios completamente inesperados pero completamente lógicos dentro del desarrollo del argumento, sin pasarse en ningún momento.

Terminada la primera temporada espero con muchas ganas la segunda, esperando que mantengan la misma línea, aunque me parece bastante difícil. Si no la visteis en su momento os recomiendo que busquéis la forma de hacerlo, de lo último que hemos visto tanto en este género como en otros creo que es de lo mejor, completamente recomendable.

jueves, 11 de julio de 2013

"Star Trek. En la oscuridad"



“El espacio, la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, buscando nuevos mundos, nuevas civilizaciones, para llegar a donde ningún hombre ha llegado jamás”
Con esta introducción me da que muchos de mis lectores sabrán por dónde va el comentario de hoy. Era el inicio de una serie que marcó una época, creo que la primera a la que me enganché de una manera fiel y aún sin ser un “trekkie” con todas las de la ley, confieso que es de esas que no olvidaré nunca. Cuando salimos del cine le contaba a mis hijos la cantidad de horas que pasaba con los amigos jugando a ella, cómo nos turnábamos para interpretar a los distintos personajes y pasábamos horas a ello. Daba igual que fuera con muñequitos tipo Madelman, paseando por la calle o sentados en el balcón de mi casa mirando al cielo como si estuviéramos en el puente de mando de la Enterprise. Hoy pueden jugar a ella con sus consolas, pero para mí no es lo mismo, quizá sea más espectacular, pero la dosis de imaginación que gastábamos en aquellas largas tardes no tiene precio.

Con el calor que estamos pasando por aquí, que me tiene muerto, este pasado domingo decidimos prescindir de la playa y recurrir al aire acondicionado de una sala de cine, que no se estaba nada mal. Además acababan de estrenar “Star Trek. En la oscuridad” y no podía dejarla pasar, esta no es para ver en casa, hay que disfrutar de ella en una buena pantalla de cine, y como es norma en esta familia, no en 3D, claro. 

A mí personalmente me gustó mucho, pero como dije antes, soy un fan incondicional de la serie y creo que tanto esta como la anterior aúnan perfectamente un aire moderno con un respeto a la misma, a su forma de actuar y de ofrecerse ante nosotros. Al salir alguien comentaba que bien podían modernizar un poco los trajes, tanto los uniformes militares como los que usan en la nave, pero no, eso no se puede hacer, sería casi como cambiar los colores del traje de Superman o darle a Batman un atuendo de colorines. Hay cosas que no se deben tocar demasiado, modernizar sí, pero cambiar radicalmente no. No solamente mantiene ese espíritu en las formas, sino también en cómo se comportan los personajes, en cómo actúan y en casi todo.

La historia transcurre poco después de terminar la anterior, seguimos con los mismos personajes y la misma idea, solo cambia el antagonista en este caso. Si antes asistimos a cómo se fueron conociendo los distintos personajes, en cómo llegaron a ser más o menos los que conocimos en la serie clásica, ahora estamos ante una nueva aventura. Conocimos antes cómo llegaron a contactar Kirk y Spock, amigos ahora enfrentados a una nueva amenaza que puede acabar con la Federación y todo lo que tiene a su alrededor. Las misiones que tienen son de paz, conocer nuevos mundos, estudiarlos pero nunca intervenir o darse a conocer, algo bastante difícil como veremos al principio de la nueva historia, realmente bueno, divertido y espectacular. Pero claro, tiene que aparecer pronto el malvado que quiere acabar con el mundo, en este caso un personaje que es otra de las constantes de la saga y del que no voy a desvelar el nombre para no romperle la sorpresa a los seguidores que vayan a verla, porque primero aparece con un nombre y luego con otro que nos va a sonar mucho.

Hubo muchos intentos de llevar la serie al cine, los primeros con los mismos actores de la serie. El primero allá por el año 1979 y con varias entregas más en años posteriores. Estas tenían casi el mismo encanto de la televisión y seguían la misma línea con algo más de espectacularidad y casi con el mismo encanto, cuatro películas entre ese año y 1986. En 1996 y 1998 aparecieron de nuevo con los personajes de las nuevas entregas de la serie, que parecía seguir siendo lo mismo pero para mí ya no lo era tanto, aunque tampoco estaba mal. 

En el año 2009 aparece J.J. Abrams y decide contarnos la historia de casi todos estos personajes pero desde un principio anterior incluso a la serie clásica. Vamos a verlos antes de sus viajes por el espacio buscando nuevos mundos y civilizaciones. Algo de miedo me daba, pero quedaba un poco apagado al ver quién iba a encargarse de esas nuevas historias. Creo que Abrams está cerca de ser el nuevo Spielberg del cine americano, sobre todo en cuanto a espectacularidad y buen hacer, buscando contarnos cosas a medio camino entre lo clásico y lo moderno. Eso sí, no creo que tenga la genialidad de Spielberg, pero en cuanto a bordar la mezcla entre entretenimiento y calidad creo que se acerca bastante. Me gustó mucho esa nueva entrega y como dije al principio creo que tiene la medida justa entre el homenaje a un clásico aderezado con las posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías. Vimos cómo se conocían Kirk y Spock y tenían su primera aventura, que tiene su continuidad ahora, en el 2013 con esta nueva entrega que además tiene pinta, eso espero, de no ser la última.

En cuanto a los actores repiten en los principales papeles los mismos que en la primera. Todos ellos me gustaron bastante en esa, así que en esta siguen la misma línea. De estos me quedo con Zachary Quinto en el papel de Mr. Spock, que no debe de ser nada fácil actuar intentando mantener esa cara de impasible casi todo el tiempo. Eso sí, para mí, dos destacan por encima del resto, y curiosamente ambos son ingleses. Cuando jugábamos de pequeños el papel más codiciado y para el que había que turnarse curiosamente no era el de ninguno de los protagonistas, sino el de Scotty, el encargado de hacer que la nave funcionara y que era siempre el centro de muchos de los buenos momentos de la serie. Pues aquí pasa lo mismo, las escenas más simpáticas lo tienen a él como principal. Aquí, como antes, está interpretado por Simon Pegg, un actor inglés de comedia que siempre me gusta. Pero lo mejor de la historia es el antagonista, interpretado por Benedict Cumberbatch, el genial Sherlock de la serie de la BBC (que realmente merece la pena y nos tiene a muchos esperando por su tercera temporada) y que suena ahora para una versión de Franskentein que parece que dirigirá Guillermo del Toro (con esa mezcla no creo que la deje pasar, aunque la historia está ya quizá demasiado tocada). Cuando él aparece en la historia se come todo lo que tiene alrededor, un gran actor que estuvo mucho tiempo centrado en el teatro y que ahora nos deleita con sus apariciones en el cine más o menos breves. 

Lo dicho, a mí me gustó mucho pero soy fan de la serie. Con la mezcla perfecta entre el homenaje y las novedades, manteniendo en muchos sentidos el aire de la misma, aderezado con unos más que convincentes efectos especiales y sin romper con lo clásico en muchos sentidos. Las dos horas y algo que dura se me pasaron en un suspiro. Una buena mezcla entre una historia decente (algo de lo que este tipo de cine prescinde en ocasiones) con unas buenas dosis de acción y efectos especiales que  no quedan por encima del argumento. Lo que sea con tal de ver volar de nuevo al Enterprise, mi nave del cine favorita (la segunda, como podéis imaginar es el Halcón Milenario), y ver renovados a Kirk, Spock, Scotty, Uhura, el doctor o Sulu. Espero que la siguiente siga la misma línea, no me la perderé.