Interesante y entretenida novela esta que os voy a comentar hoy. Una historia que me llegó a través de la recomendación de mi padre, de paso un reconocimiento para ambos, siempre hubo un libro en casa (bueno, muchos más que uno) y me contagiaron desde muy pronto la afición por la lectura. Un autor del que no sabía nada y eso que no es su primera novela, y una historia que me atrapó desde el principio. Me pareció muy amena, divertida e intrigante, con un tono irónico muy destacable y con bastantes elementos como para hacerla recomendable. El autor es Alejandro Pedregosa y la novela, “Un mal paso”.
Alejandro Pedregosa es un autor nacido en 1974 en Granada, poeta y novelista con varios premios en su haber. Es licenciado por la Universidad de su ciudad en Filología Hispánica y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. La mayor parte de su producción, y el género con el que comenzó, está dedicada a la poesía. Comienza con dos libros de este género, “Postales desde Grisaburgo” (2001) y “Retales de un tiempo amarillo” (2002); dos obras más completan su producción en este género, “En la inútil frontera” (2006) y “Los labios celestes” (2008). Su primera obra dentro de la narrativa es “Paisaje quebrado” (2005), a la que siguen “El dueño de su historia” (2008), “Un extraño lugar para morir” (2010) y la que comento hoy, “Un mal paso” (2011) y que tuvo un importante éxito de ventas. Con sus obras poéticas ha conseguido varios premios, entre ellos el Premio de Poesía Ciudad de Trujillo (2002), el Premio Nacional de Poesía Paloma Navarro (2004) o el Premio Arcipreste de Hita (2007). Con su primera novela consiguió el Premio José Saramago de Novela Corta concedido en Cantabria en el 2004. No conozco su obra poética, pero esta novela me gustó mucho, así que habrá que echarle un ojo a su poesía y también a las otras novelas en prosa, que por lo que visto tienen buena pinta.
Estamos ante una típica novela negra, varias historias que se van a cruzar y por el medio un asesinato que resolver, misterios, policías y esas cosas, pero al mismo tiempo tiene una serie de elementos que hacen que sea distinta y que le dan un aire algo novedoso, que hacen que merezca la pena. Al empezar a leer nos vamos a encontrar con tres historias que parecen no tener conexión. En un principio conoceremos a Xavier Huguet, un periodista alcohólico, con una carrera prometedora que se verá truncada por su adicción. Su amigo Gonzalo, muy preocupado por él, hará todo lo posible para que enderece su vida y, ya cansado de aguantar, toma medidas drásticas con él. Tras ellas le ofrece una última tabla de salvación para reencontrarse con el periodismo, convertido en Emilio Ribeiro tendrá que recorrer el Camino de Santiago enviando sus crónicas al periódico barcelonés en el que trabajan. Si lo hace bien y consigue aguantar sin beber y realizar un trabajo decente todo podrá cambiar para él. A continuación conoceremos a Martiño, un curioso y cuidadoso trabajador de imprenta que se verá en el paro. Para poder seguir viviendo se dedicará al trabajo doméstico y lo hará en casa de un especial catedrático de Universidad. Este es Fiz, de baja por depresión y al que acompaña continuamente una voz en su cabeza que le da consejos e interviene en muchas de las cosas de su vida, esa voz es la de un gran intelectual gallego, Álvaro Cunqueiro. Es Año Santo en Santiago de Compostela, donde ambos viven, y Fiz se dedica a salir por las noches y pegar en las puertas de la Catedral una serie de notitas adhesivas en contra del clero y la próxima visita del Papa, algo en lo que la policía acabará interviniendo. Además está a tratamiento psiquiátrico a causa de los sucesos que provocaron su baja. Y en tercer lugar tendremos al comisario santiagués Suso Corbalán, con sus problemas personales y matrimoniales, su incompetente ayudante Fito y su mucho más eficiente colaboradora Carol. Un día recibe la visita del deán de la Catedral, Gregorio Andrade y la restauradora francesa Josephine Lambiere. El hermano gemelo del deán, Mauro Andrade, ha desaparecido y nadie sabe nada de él. Suso se lo tomará con calma, pensando que no es más que una escapada, hasta que un artículo firmado por Emilio Ribeiro rompe esa idea, la cabeza de Mauro Andrade ha aparecido en una de las primeras etapas del Camino de Santiago. Aquí es donde las historias se irán cruzando, relacionándolos a todos de una manera tan fluida como interesante que discurrirá entre el Camino y las ciudades de Santiago y Roma.
Un asesinato y una serie de personajes sin nada en común que tendrán que relacionarse para poder resolverlo. La conexión entre ellos está perfectamente llevada a cabo y aparece ante el lector como algo completamente natural. No son solo esos personajes mencionados, habrá otros con una importante intervención dentro de la historia, como algunos fijos con los que Xavier/Emilio se encontrará a lo largo del Camino. Todos ellos tendrán su parte en la historia, contribuyendo a que el lector tenga que ir desplazando sus sospechas de unos a otros a medida que avanza en la lectura. Y todos ellos, desde los principales hasta los más secundarios están muy bien descritos por el autor, a pesar de la brevedad de la novela.
Tras las primeras páginas pensaba realmente que el autor tenía que se gallego, además de situar el centro de la acción en la ciudad de Santiago está la fina ironía que destilan muchas de las intervenciones de los personajes, vamos a decir que muy gallega, así como frases y diálogos que entran directamente dentro de lo que podemos llamar “retranca” gallega. También resulta curiosa la intervención de Cunqueiro como una voz dentro de la cabeza de Fiz, llena siempre de ironía y mala leche. La ciudad de Santiago, que además es uno de mis sitios favoritos, aparece como un elemento más dentro de la historia, con sus calles, sus bares y sus peregrinos, cualquiera que la conozca un poco podrá ver que está muy bien representada. Por eso me resultó curioso que el autor fuera granadino, bastante lejos de la realidad que describe con bastante acierto.
Una de las cosas que más me gustó de la historia fue que la lectura se hace con mucho agrado y con fluidez. A ello ayuda una historia realmente intrigante, con varias líneas de investigación, algunos equívocos y caminos que no llevan a donde parecen. Pero lo que más destacaría es el humor con el que está contada la historia. Toda ella tiene un tono irónico, con frases realmente simpáticas y divertidas por parte de casi todos los personajes. A ello le sumamos una serie de situaciones inesperadas en algunos casos, ridículas en otros pero siempre bien metidas dentro de la historia. En muchas de ellas encontraremos un cierto tono crítico contra algunas cosas, desde el periodismo a la iglesia, que también aportan lo suyo a hacer más interesante la lectura. En muchos casos un humor fino y trabajado, mezclado en otros con uno de tipo más grueso y directo. Muchos de estos momentos salen de dos personajes, uno es el casi protagonista, el comisario Corbalán; el otro es Fiz, simpático y cáustico en muchas ocasiones, ayudado por la voz de Cunqueiro que le acompaña cuando deja la medicación.
El estilo es simple y variado al mismo tiempo. La historia de Xavier está contada en primera persona, él mismo nos va a decir todo lo que va pasando y lo que él mismo piensa ante las distintas situaciones con las que se va a encontrar. Las demás están contadas desde el punto de vista de un narrador que lo sabe todo, desde lo que hacen hasta lo que piensan, un espectador más dentro de la historia. Con pocas líneas da una gran idea de todo lo que nos quiere contar. Para mí fueron muy buenas las páginas dedicadas al Camino de Santiago, centradas en muchos casos en el caminar y el paisaje, tan buenas que dan ganas de hacerlo.
Una novela de algo más de trescientas páginas que se me hizo muy corta, se leía con mucha fluidez y es muy entretenida, siempre cambiando de escenario y de personajes para atrapar al lector dentro de esa historia que no se sabe muy bien por dónde va. Varias líneas de investigación que harán que el lector se pregunte cuál es la acertada, algo que seguramente no descubrirá hasta el final. Una historia muy entretenida que igual me perdía si no me la llegan a recomendar. A mí me gustó mucho, una buena lectura para esta época estival, con algunas cosas destacables. Un autor que creo que seguiré. Ahí os queda la recomendación, espero que os guste y os entretenga tanto como a mí.