“El zumbido y el vaivén del mar se le metieron dentro. Sintió en los ojos el picor de la oscuridad salada. Las sombras resentidas de la higuera acuchillaron toda la noche la ventana.”
“El alba no lograba levantar lo pies con el peso de los nubarrones”
Dos frases nada más de las muchas que podría sacar del libro que voy a comentar hoy. La verdad es que hacía tiempo que no leía nada de Manuel Rivas y esta última que apareció recientemente tenía una historia que me parecía atrayente y tenía alguna buena recomendación sobre ella. Casi había olvidado lo bien que escribe, como es capaz de adornar maravillosamente con palabras muchos de los momentos de sus novelas, así que tendré que pensar en leer alguna de las anteriores que me fueron quedando en el tintero. La de hoy es “Todo es silencio”, que podéis encontrar en gallego en la Editorial Xerais y en castellano en Alfaguara.
Manuel Rivas es un escritor, poeta, ensayista y periodista que escribe fundamentalmente en gallego, aunque prácticamente toda su obra se puede encontrar también en castellano; además varias de sus obras han sido llevadas al cine. Nació en 1957 en A Coruña y actualmente vive en Vimianzo. Su padre vivió una temporada emigrado en América, trabajando como músico en orquestas de baile y albañil. Su vida se desarrolló casi en su totalidad en su ciudad natal, donde llegó a trabajar en su época de estudiante en “El ideal gallego”. Luego se fue a Madrid a estudiar Ciencias de la Información, licenciándose en la Universidad Complutense, mientras empezaba a trabajar en el mundo del periodismo. Fue uno de los fundadores y redactores de “Teima” (1977), el primer semanario escrito íntegramente en gallego. Dentro del mundo del periodismo trabajó en varios medios de prensa, radio y televisión. Además es uno de los fundadores de Greenpeace en España y formó parte de su primera directiva. En septiembre de 1981 fue uno de los tripulantes de un pequeño pesquero que se enfrentó con los barcos mercantes que arrojaban residuos radioactivos en la Fosa Atlántica y portavoz del movimiento “Nunca máis” surgido a raíz de la catástrofe del petrolero Prestige en las costas de Galicia. Actualmente combina su trabajo como novelista con el periodístico en el diario “El País”. Su producción comprende desde novelas, libros de relatos, poesía, una obra de teatro, alguna novela juvenil y libros que recopilan sus artículos periodísticos. Quizá su faceta más conocida sea la de novelista, tanto en su lo que se refiere a colecciones de relatos cortos como en las novelas algo más largas. Entre las más reconocidas podríamos destacar “Los comedores de patatas” (1992), “¿Qué me quieres, amor?” (1996), “El lápiz del carpintero” (1998), “Las llamadas perdidas” (2002), “Los libros arden mal” (2006) o esta que comentamos hoy, “Todo es silencio”, publicada a finales del año 2010 y que en este momento figura en las listas de ventas más destacadas. Varias de ellas han sido llevadas al cine, quizá la más conocida sea “La lengua de las mariposas”, que está basada en relatos de “¿Qué me quieres, amor?” o “El lápiz del carpintero” (2003). De "Todo es silencio" ya aparecieron rumores de una adaptación cinematográfica, dirigida posiblemente por José Luis Cuerda, que ya fue el realizador de la primera que mencioné anteriormente.
“Todo es silencio” es su última novela hasta el momento y me ha gustado bastante. Una historia que empieza de una manera y va evolucionando hacia otra, igual que los personajes y la narración. Empezamos alrededor del contrabando de tabaco en las costas gallegas allá por los años 50 hasta llegar al más moderno y profesionalizado mundo del narcotráfico en la misma zona. De todos modos tampoco es una novela sobre el contrabando y el narcotráfico, es más una novela que nos va a mostrar la evolución de una serie de personajes que se mueven alrededor de ese mundo, unos a un lado y otros al otro y los problemas, cambios y situaciones que todo ello provoca. Para mí lo fundamental de la narración son los personajes, cómo van viviendo esa realidad y todas las que los rodean, sus familias, sus relaciones, su mundo y sus vidas en un pequeño pueblo de la costa gallega, un pueblo ficticio que tiene cosas de otros muchos, recogiendo elementos de varios sitios que pueden ser reconocibles, Brétema. En cierto sentido tiene algo de costumbrista también, reflejando muchos de los elementos más característicos de la vida de este tipo de pueblos en cada momento de la acción, los personajes, las calles, las situaciones son muy cercanas para todos los que conocemos de primera mano Galicia, quizá algunos lo puedan tildar de tópico y puede ser cierto en algún momento, pero tampoco es falso decir que muchos de esos teóricos “tópicos” son bien reales.
La historia parte de cuatro personajes fundamentales. Por un lado tenemos a tres jóvenes que irán creciendo a lo largo del desarrollo de la historia, Fins, Leda y Brinco. Tres amigos muy unidos desde sus primeros años y que en su juventud se dedican a recoger lo que los naufragios van dejando en las playas de la costa. Para ellos el mar y esos naufragios son no solo una fuente de ingresos, sino un continuo fluir de sorpresas, van a ver qué deja, sin saber qué van a encontrar ni para qué les va a servir. Así podrán recoger desde naranjas, ataúdes que incluso les servirán para juegos casi macabros o unos maniquíes que llegan a la playa como rígidos cadáveres de un naufragio. El cuarto personaje es conocido como Mariscal, el personaje central del pueblo, el ejemplo de gobernante en la sombra casi, controlando casi todo lo que pasa en el mismo y por cuya supervisión pasa casi todo. Es un ex-seminarista reconvertido al principio de la historia en contrabandista de tabaco (ese al que siempre conocimos por aquí con la denominación de “rubio de batea”), además del dueño del Ultramar, el bar del pueblo que además funciona como discoteca, cine y lo que haga falta y en cuya trastienda tienen lugar las reuniones clandestinas de los contrabandistas. Luego irá dejando el tabaco para ir pasando a otras cosas más lucrativas y al mismo tiempo peligrosas, el mundo del contrabando de drogas que le hará tener contacto con auténticos delincuentes que influirán en su modo de comportarse. Dos construcciones son el centro del devenir de estos personajes, el ya mencionado Ultramar y la abandonada “Escuela de los Indianos”, un antiguo colegio abandonado donde se ven a veces los tres jóvenes por un lado y los contrabandistas por otro, también este tendrá gran influencia en la acción. Estos son los personajes centrales, pero alrededor de ellos tendremos una buena cantidad más de personas en relación con ellos, sus familias, amigos, compañeros, enemigos... Desde Lucho Malpica, el padre de Fins, que se encarga de hacer el papel de Jesucristo en las procesiones y que “da muy bien el personaje”. Belvis, el tonto del pueblo; Basilio Barbeito, el profesor del pueblo, un “poeta sin libro”; el doctor Fonseca; Rumbo, sicario de Mariscal; los policías y guardías civiles corruptos... Muchos son y ninguno está de más. Los tres jóvenes llegarán a participar del contrabando, y pasados unos años cada uno tomará un camino distinto pero sin salir de ese mundo. Tendréis que leerla para saber cuál es ese camino y a dónde los va a llevar.
Como dije hace unas líneas para mí es una novela de personajes, todos ellos, no solo los que pueden parecer protagonistas, tienen una fuerte intervención en el desarrollo de las cosas que van pasando y no hay superficialidad en ellos. Es una novela relativamente breve, pero al mismo tiempo la profundización y evolución de los personajes es de un nivel bastante alto. Los acontecimientos van y vienen casi como las olas de un mar que es básico en sus vidas en todos los sentidos y al igual que este mar la historia tiene momentos de calma, de resaca o de tormenta. Estos personajes están, como digo, perfectamente retratados, pero por encima de casi todos destaca el Mariscal, que está siempre presente aunque no aparezca. Su forma de expresarse, con esas palabras y expresiones que usa en latín y que le dan un aire mucho más culto, fuerte y dominador que al resto son geniales, así como su forma de comportarse, para mí uno de esos personajes de novela que se te quedan durante un tiempo en la memoria.
Y por encima de todo tenemos esa forma que tiene Rivas de usar el lenguaje. Es curioso cómo es capaz de expresar muchas cosas siempre de formas originales y llamativas y provocando en el lector una especie de pausa para degustar con calma esos juegos de palabras, esas imágenes y esas sensaciones que consigue trasmitir al lector. Por ejemplo, no es que sea demasiado aficionado a las sinestesias, pero tengo que reconocer que es un recurso que usa de forma genial y siempre acertada. Y no es fácil escribir de esta manera sin caer en un defecto para mí grande, que es la pedantería que puede aparecer en otros autores que intentan este mismo tipo de escritura. Leer e Rivas para mí es un placer para los sentidos, para disfrutar de verdad con la palabra escrita al mismo tiempo que desarrolla una buena historia, que no es nada fácil, creo yo. Por momentos me recuerda a otro de mis autores favoritos, Paul Auster, en el sentido de la forma de escribir, siempre aportando algo original y con sentido. Otro elemento a destacar es lo bien que sitúa la acción en la primera parte de la novela sin decir, si no recuerdo mal, en ningún momento una fecha concreta, sino que lo hace a través de una gran cantidad de referencias culturales que cualquier lector medio podrá reconocer. En las conversaciones de los personajes se hace referencia a películas, actores, escritores, boxeadores...que sin decir nada más ya están situando el momento concreto de la acción; un recurso también muy bien utilizado.
Otro aspecto destacable de su forma de escribir es que es muy cinematográfico, el lector puede imaginar perfectamente casi las caras, las casas, los decorados, las situaciones, casi como si estuviera viéndolo. En algunos casos esto puede ser un defecto, pero en esta novela en concreto me parece una virtud, porque además está conseguido a la perfección, es un elemento más a favor de la novela. El futuro realizador de la versión de cine, José Luis Cuerda, dice que “Con el guión de Rivas tengo la sensación de que, por primera vez, tengo en mis manos una novela”. Lógicamente no es un guión, pero para un lector y más para un director, pienso que es relativamente fácil llevar todo lo que pasa a la pantalla, porque está escrita de un modo que facilita mucho el proceso.
Poco más que decir, que creo que ya dije bastante. Una novela recomendable, con una historia fácil de seguir, con momentos buenos y malos como la vida real, con alegrías y tristezas, con violencia y crueldad en unos momentos y bondad en otros. Una historia bastante compleja y bien desarrollada concentrada en pocas páginas, porque no es necesario más. Porque como se dice en algún momento la boca y las palabras están para hablar, pero también para callar...
Es evidente que he disfrutado bastante con esta lectura, espero que los que la hayan leído coincidan en parte o en todo conmigo, y si alguno la lee a raíz de este comentario espero que no le decepcione, aunque no creo que eso pueda pasarle.
“El alba no lograba levantar lo pies con el peso de los nubarrones”
Dos frases nada más de las muchas que podría sacar del libro que voy a comentar hoy. La verdad es que hacía tiempo que no leía nada de Manuel Rivas y esta última que apareció recientemente tenía una historia que me parecía atrayente y tenía alguna buena recomendación sobre ella. Casi había olvidado lo bien que escribe, como es capaz de adornar maravillosamente con palabras muchos de los momentos de sus novelas, así que tendré que pensar en leer alguna de las anteriores que me fueron quedando en el tintero. La de hoy es “Todo es silencio”, que podéis encontrar en gallego en la Editorial Xerais y en castellano en Alfaguara.
Manuel Rivas es un escritor, poeta, ensayista y periodista que escribe fundamentalmente en gallego, aunque prácticamente toda su obra se puede encontrar también en castellano; además varias de sus obras han sido llevadas al cine. Nació en 1957 en A Coruña y actualmente vive en Vimianzo. Su padre vivió una temporada emigrado en América, trabajando como músico en orquestas de baile y albañil. Su vida se desarrolló casi en su totalidad en su ciudad natal, donde llegó a trabajar en su época de estudiante en “El ideal gallego”. Luego se fue a Madrid a estudiar Ciencias de la Información, licenciándose en la Universidad Complutense, mientras empezaba a trabajar en el mundo del periodismo. Fue uno de los fundadores y redactores de “Teima” (1977), el primer semanario escrito íntegramente en gallego. Dentro del mundo del periodismo trabajó en varios medios de prensa, radio y televisión. Además es uno de los fundadores de Greenpeace en España y formó parte de su primera directiva. En septiembre de 1981 fue uno de los tripulantes de un pequeño pesquero que se enfrentó con los barcos mercantes que arrojaban residuos radioactivos en la Fosa Atlántica y portavoz del movimiento “Nunca máis” surgido a raíz de la catástrofe del petrolero Prestige en las costas de Galicia. Actualmente combina su trabajo como novelista con el periodístico en el diario “El País”. Su producción comprende desde novelas, libros de relatos, poesía, una obra de teatro, alguna novela juvenil y libros que recopilan sus artículos periodísticos. Quizá su faceta más conocida sea la de novelista, tanto en su lo que se refiere a colecciones de relatos cortos como en las novelas algo más largas. Entre las más reconocidas podríamos destacar “Los comedores de patatas” (1992), “¿Qué me quieres, amor?” (1996), “El lápiz del carpintero” (1998), “Las llamadas perdidas” (2002), “Los libros arden mal” (2006) o esta que comentamos hoy, “Todo es silencio”, publicada a finales del año 2010 y que en este momento figura en las listas de ventas más destacadas. Varias de ellas han sido llevadas al cine, quizá la más conocida sea “La lengua de las mariposas”, que está basada en relatos de “¿Qué me quieres, amor?” o “El lápiz del carpintero” (2003). De "Todo es silencio" ya aparecieron rumores de una adaptación cinematográfica, dirigida posiblemente por José Luis Cuerda, que ya fue el realizador de la primera que mencioné anteriormente.
“Todo es silencio” es su última novela hasta el momento y me ha gustado bastante. Una historia que empieza de una manera y va evolucionando hacia otra, igual que los personajes y la narración. Empezamos alrededor del contrabando de tabaco en las costas gallegas allá por los años 50 hasta llegar al más moderno y profesionalizado mundo del narcotráfico en la misma zona. De todos modos tampoco es una novela sobre el contrabando y el narcotráfico, es más una novela que nos va a mostrar la evolución de una serie de personajes que se mueven alrededor de ese mundo, unos a un lado y otros al otro y los problemas, cambios y situaciones que todo ello provoca. Para mí lo fundamental de la narración son los personajes, cómo van viviendo esa realidad y todas las que los rodean, sus familias, sus relaciones, su mundo y sus vidas en un pequeño pueblo de la costa gallega, un pueblo ficticio que tiene cosas de otros muchos, recogiendo elementos de varios sitios que pueden ser reconocibles, Brétema. En cierto sentido tiene algo de costumbrista también, reflejando muchos de los elementos más característicos de la vida de este tipo de pueblos en cada momento de la acción, los personajes, las calles, las situaciones son muy cercanas para todos los que conocemos de primera mano Galicia, quizá algunos lo puedan tildar de tópico y puede ser cierto en algún momento, pero tampoco es falso decir que muchos de esos teóricos “tópicos” son bien reales.
La historia parte de cuatro personajes fundamentales. Por un lado tenemos a tres jóvenes que irán creciendo a lo largo del desarrollo de la historia, Fins, Leda y Brinco. Tres amigos muy unidos desde sus primeros años y que en su juventud se dedican a recoger lo que los naufragios van dejando en las playas de la costa. Para ellos el mar y esos naufragios son no solo una fuente de ingresos, sino un continuo fluir de sorpresas, van a ver qué deja, sin saber qué van a encontrar ni para qué les va a servir. Así podrán recoger desde naranjas, ataúdes que incluso les servirán para juegos casi macabros o unos maniquíes que llegan a la playa como rígidos cadáveres de un naufragio. El cuarto personaje es conocido como Mariscal, el personaje central del pueblo, el ejemplo de gobernante en la sombra casi, controlando casi todo lo que pasa en el mismo y por cuya supervisión pasa casi todo. Es un ex-seminarista reconvertido al principio de la historia en contrabandista de tabaco (ese al que siempre conocimos por aquí con la denominación de “rubio de batea”), además del dueño del Ultramar, el bar del pueblo que además funciona como discoteca, cine y lo que haga falta y en cuya trastienda tienen lugar las reuniones clandestinas de los contrabandistas. Luego irá dejando el tabaco para ir pasando a otras cosas más lucrativas y al mismo tiempo peligrosas, el mundo del contrabando de drogas que le hará tener contacto con auténticos delincuentes que influirán en su modo de comportarse. Dos construcciones son el centro del devenir de estos personajes, el ya mencionado Ultramar y la abandonada “Escuela de los Indianos”, un antiguo colegio abandonado donde se ven a veces los tres jóvenes por un lado y los contrabandistas por otro, también este tendrá gran influencia en la acción. Estos son los personajes centrales, pero alrededor de ellos tendremos una buena cantidad más de personas en relación con ellos, sus familias, amigos, compañeros, enemigos... Desde Lucho Malpica, el padre de Fins, que se encarga de hacer el papel de Jesucristo en las procesiones y que “da muy bien el personaje”. Belvis, el tonto del pueblo; Basilio Barbeito, el profesor del pueblo, un “poeta sin libro”; el doctor Fonseca; Rumbo, sicario de Mariscal; los policías y guardías civiles corruptos... Muchos son y ninguno está de más. Los tres jóvenes llegarán a participar del contrabando, y pasados unos años cada uno tomará un camino distinto pero sin salir de ese mundo. Tendréis que leerla para saber cuál es ese camino y a dónde los va a llevar.
Como dije hace unas líneas para mí es una novela de personajes, todos ellos, no solo los que pueden parecer protagonistas, tienen una fuerte intervención en el desarrollo de las cosas que van pasando y no hay superficialidad en ellos. Es una novela relativamente breve, pero al mismo tiempo la profundización y evolución de los personajes es de un nivel bastante alto. Los acontecimientos van y vienen casi como las olas de un mar que es básico en sus vidas en todos los sentidos y al igual que este mar la historia tiene momentos de calma, de resaca o de tormenta. Estos personajes están, como digo, perfectamente retratados, pero por encima de casi todos destaca el Mariscal, que está siempre presente aunque no aparezca. Su forma de expresarse, con esas palabras y expresiones que usa en latín y que le dan un aire mucho más culto, fuerte y dominador que al resto son geniales, así como su forma de comportarse, para mí uno de esos personajes de novela que se te quedan durante un tiempo en la memoria.
Y por encima de todo tenemos esa forma que tiene Rivas de usar el lenguaje. Es curioso cómo es capaz de expresar muchas cosas siempre de formas originales y llamativas y provocando en el lector una especie de pausa para degustar con calma esos juegos de palabras, esas imágenes y esas sensaciones que consigue trasmitir al lector. Por ejemplo, no es que sea demasiado aficionado a las sinestesias, pero tengo que reconocer que es un recurso que usa de forma genial y siempre acertada. Y no es fácil escribir de esta manera sin caer en un defecto para mí grande, que es la pedantería que puede aparecer en otros autores que intentan este mismo tipo de escritura. Leer e Rivas para mí es un placer para los sentidos, para disfrutar de verdad con la palabra escrita al mismo tiempo que desarrolla una buena historia, que no es nada fácil, creo yo. Por momentos me recuerda a otro de mis autores favoritos, Paul Auster, en el sentido de la forma de escribir, siempre aportando algo original y con sentido. Otro elemento a destacar es lo bien que sitúa la acción en la primera parte de la novela sin decir, si no recuerdo mal, en ningún momento una fecha concreta, sino que lo hace a través de una gran cantidad de referencias culturales que cualquier lector medio podrá reconocer. En las conversaciones de los personajes se hace referencia a películas, actores, escritores, boxeadores...que sin decir nada más ya están situando el momento concreto de la acción; un recurso también muy bien utilizado.
Otro aspecto destacable de su forma de escribir es que es muy cinematográfico, el lector puede imaginar perfectamente casi las caras, las casas, los decorados, las situaciones, casi como si estuviera viéndolo. En algunos casos esto puede ser un defecto, pero en esta novela en concreto me parece una virtud, porque además está conseguido a la perfección, es un elemento más a favor de la novela. El futuro realizador de la versión de cine, José Luis Cuerda, dice que “Con el guión de Rivas tengo la sensación de que, por primera vez, tengo en mis manos una novela”. Lógicamente no es un guión, pero para un lector y más para un director, pienso que es relativamente fácil llevar todo lo que pasa a la pantalla, porque está escrita de un modo que facilita mucho el proceso.
Poco más que decir, que creo que ya dije bastante. Una novela recomendable, con una historia fácil de seguir, con momentos buenos y malos como la vida real, con alegrías y tristezas, con violencia y crueldad en unos momentos y bondad en otros. Una historia bastante compleja y bien desarrollada concentrada en pocas páginas, porque no es necesario más. Porque como se dice en algún momento la boca y las palabras están para hablar, pero también para callar...
Es evidente que he disfrutado bastante con esta lectura, espero que los que la hayan leído coincidan en parte o en todo conmigo, y si alguno la lee a raíz de este comentario espero que no le decepcione, aunque no creo que eso pueda pasarle.
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