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lunes, 7 de marzo de 2011

"¡Indignaos!", de Stéphane Hessel




Pienso que hace tiempo que tan pocas páginas podían conseguir tanta reflexión, o por lo menos que uno se pare a pensar en algunas cosas que no por evidentes pasan últimamente por nosotros como si no pasara nada. No es que nos vaya a decir nada nuevo, por lo menos a la mayor parte de la gente, sobre todo de una cierta edad, pero sí que pienso que era necesario que alguien hiciera que recordáramos una serie de cosas, hechos y realidades sociales de hoy en día que tendrían que provocar más reacciones de las que provocan. Este reseña de hoy no es de una novela y casi ni de un libro, es un librito (por tamaño que no por contenido y dicho con todo el cariño) de poco más de treinta páginas que está provocando una cierta revolución en casi todos los países en los que se está publicando, no una revolución física, pero sí que podemos hablar de una cierta revolución mental, haciendo que mucha gente reflexione sobre la realidad de este siglo que no está tocando y de muchas, no todas, las injusticias que se están produciendo y, sobre todo, de cuál es la actitud de la mayor parte de la población sobre estas realidades. Hablo de “¡Indignaos!” de Stéphane Hessel. En este caso la publicación del mismo en gallego no es que sea reciente, sino que es de hace pocos días, un tanto más que se acaba de anotar la editorial Faktoría K de libros que consiguió los derechos de este libro bastante esperado. También podéis encontrado en castellano editado por Destino.

Curiosamente el prólogo de la edición en gallego es del autor de la novela que comenté antes de esta, Manuel Rivas, que también en pocas páginas y bajo el título de “La nueva conquista del pan” deja también unas palabras llenas de contenido provocadas por las reflexiones de Hessel. En su estilo habitual, partiendo de la idea de que las palabras tuvieron mejores tiempos que ahora, unos tiempos en los que querían decir algo y provocaban reacciones, tiempos en los que servían para algo más que llenar las bocas de la gente. Ahora llega Hessel con otras palabras que quieren decir algo y provocar reacciones, ese pan que alimenta a una gente deseosa de más cosas en sus vidas que las que nos están ofreciendo. Pienso que es un buen prólogo para preparar lo que viene después.

Stéphane Hessel me parece una persona más que interesante de conocer, uno de los últimos que quedan de una generación que vivió de cerca el gran conflicto de la Segunda Guerra Mundial y todo lo que trajo consigo antes, durante y después. Tomó parte directa en muchos de los acontecimientos fundamentales del siglo XX y es esa forma de ver la vida en aquel momento una de las cosas que provocaron estas breves reflexiones sobre le hombre actual y su forma de ver la vida y las cosas. Nació en Berlín en 1917, diplomático, embajador, combatiente de la resistencia francesa, preso en campos de concentración..., una vida llena en todos los sentidos. En 1924 se establece en París con su familia, participando del ambiente cultural de esta ciudad en esa época. Desde 1937 es ciudadano francés y en 1939 tuvo que interrumpir sus estudios a causa de la guerra. En 1941 se une al general De Gaulle en Londres donde trabajó en labores de contraespionaje. A finales de marzo de 1944 entra de forma clandestina en Francia para trabajar en labores de espionaje con vistas al desembarco de los aliados. En julio de ese año es arrestado por la Gestapo y acabó en el campo de concentración de Buchenwald, en Alemania. El día anterior a morir ahorcado consigue cambiar su identidad con la de otro preso que había muerto y con un nuevo nombre es transferido al campo de Rottleberode. Escapa de este, pero vuelven a capturarlo y lo llevan al campo de Dora, de donde escapa de nuevo, uniéndose a las tropas aliadas y reuniéndose en París a continuación con su mujer y sus tres hijos. En 1946, convencido de que tenía que comprometerse con ese nuevo mundo que surgía después de la guerra, entra en el cuerpo diplomático, destinado en primer lugar a las Naciones Unidas. Así llegará a participar de primera mano en la comisión encargada de la redacción de lo que sería la Declaración Universal de Derechos Humanos, él será uno de los doce miembros que la redactaron. Las Naciones Unidas la aceptaron en diciembre de 1948. Abandona las Naciones Unidas desencantado por una nueva generación de funcionarios más preocupados por las remuneraciones que por los ideales que lo llevaron a él a estar ahí. Fue nombrado representante de Francia en varias instituciones internacionales y posteriormente embajador de Francia en varios países. Ahora, a los 93 años, como él mismo dice, ya al final de la última etapa él mismo recuerda y quiere hacernos pensar a todos, en las cosas que él cree y descubrió en cierto momento de su vida, en los valores y principios que hicieron de él lo que es y de las cosas que piensa que hoy están muy lejos de esos mismos principios y valores.

Su vida hace que la perspectiva que tiene de la vida hoy esté muy influenciada por aquello, para él es imposible ver las cosas que están pasando ahora en casi todos los campos de la sociedad y ver que casi nadie hace nada para que estas cosas cambien y no sigan siendo como son. No entiende cómo en una época en las que hay muchas más facilidades para todo que en otras que no están tan lejos las cosas sean más complicadas y kan gente no haga casi nada por cambiarlas. Eso es lo que quiere, la indignación de la gente, que es lo único que piensa que puede llevar a un cambio de la situación actual. No puede ser que las sociedades no aprendieran nada del pasado y sigan repitiendo muchos de los errores de ese pasado, más graves ahora precisamente porque son repeticiones de situaciones que no se deberían repetir. La indignación, el enfado y la reacción (eso sí, siempre no violenta, que es algo que quiere dejar claro) es lo que busca de una sociedad que piensa que está aborregada, que no hay casi nada que la haga reaccionar y esa reacción es lo que busca. No se puede entender que en una época en la que hay más dinero y recursos que nunca las diferencias entre los ricos y los pobres sean cada vez más grandes, por no decir abismales en muchos casos. Cómo vivimos en una sociedad en la que unos pocos marcan la senda a seguir de muchos, cómo los bancos y las grandes fortunas son los que realmente gobiernan y dirigen a los gobernantes. Habla de unos medios de comunicación que están al servicio del poder, que no son imparciales y con informaciones reales, veraces y objetivas, algo que en la época de la Resistencia pensaban que era fundamental, la libertad de prensa. Cómo es posible que uno trabaje toda la vida para quedarse al final con una pensión mucho menor de lo que ganaba trabajando, cómo la seguridad social no es algo universal y real para toda la humanidad. Reflexionar sobre cómo es posible que tantos puntos de esa Declaración de Derechos Humanos estén quedando en casi nada, poco Universal y poco humana.

Pocos capítulos breves en los que desarrolla una idea central en cada uno pero todos ellos relacionados, buscando siempre la indignación y el compromiso. El mayor mal de nuestra sociedad es la indiferencia, que nos lleva a no hacer nada y ver las cosas pasar por delante de nosotros como si nada. Por suerte la situación no es irreversible, las Organizaciones no Gubernamentales crecen pero no son la solución única a tanto problema, porque las soluciones tienen que venir de los gobiernos, de todos y al mismo tiempo. Defiende la no violencia y la insurrección pacífica, aunque también puede hacer pensar en algún momento que hay situaciones en las que esto no llega.

Así, con estas breves pero profundas ideas que desarrolla lo suficiente para que el lector tenga que poner algo de su parte y no darle todo masticado, lleva vendidos más de dos millones de ejemplares en su país y en todos los que se publica. De todas formas no está exento de críticas, sobre todo referidas a sus posturas propalestinas, que visitó la franja de Gaza en dos ocasiones y le dedica un capítulo concreto a este problema con opiniones personales sobre el mismo.

¿Y qué pienso yo de esta lectura? La verdad es que me provocó sentimientos encontrados. Por un lado es cierto que tiene razón en muchas cosas, sobre todo en la idea de que la sociedad actual está un poco “resignada” o indiferente ante muchos problemas, no toda, pero sí una grandísima parte de la misma, siempre hay unos pocos que luchan contra muchas de estas situaciones, pero es casi como una lucha entre don Quijote y los gigantes de la economía que son los que en realidad manejan los hilos. Cierto es que las sociedades modernas parece que aprendieron muy poco de los errores de la historia, sobre todo de la más reciente y parece inevitable que siempre tropecemos en las mismas piedras. Sobre todo ahora, sumergidos en una crisis económica en la que los que ganan dinero quieren seguir ganando lo mismo o más que en las épocas de bonanza, cosa bien difícil y de la que parece que no se quieren dar cuenta. Por otro lado tengo la impresión, triste impresión, de que va a quedar casi como una anécdota, como un “bestseller” más que llama la atención por todo lo que dice, pero que no puede hacer que las cosas cambien, podéis llamarme pesimista, pero como dice el prólogo, las palabras hoy cada vez tienen menos peso, por eso el viento se las lleva con facilidad.

Además hay otra cosa a tener en cuenta. Para poder entender plenamente o casi totalmente las palabras de Hessel hay que tener unos ciertos conocimientos culturales, económicos, sociales y, sobre todo, históricos sin los cuales sería imposible saber qué es lo que está intentando decirnos. Quiero decir con esto que los lectores (en general, que siempre hay excepciones) que estén por debajo de una cierta edad es difícil que entiendan las cosas que nos está contando, y pienso hacer la prueba. Creo que va a ser una lectura a realizar con mis alumnos, quiero evaluar el resultado, saber qué es lo que les dice y lo que no, saber si hay algo que les llama la atención o que destaquen o si simplemente queda todo en la idea de que es un rollo más por el que les hago pasar. A mí me dijo bastantes cosas y pienso que es una lectura que se debe hacer más de una vez, pero espero a ver qué pasa con ellos. Para vosotros, pienso que tenéis que leerla y ya me contaréis qué os pareció y qué os dijo.

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