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lunes, 26 de julio de 2010

El Concierto


Es evidente que no voy demasiado al cine, me gusta mucho, pero en esta época por un lado no es que los estrenos sean demasiado decentes, llena la cartelera de cine de verano y, por otro, el desembolso económico que supone una sesión para los que somos en casa hace que uno tenga que ser algo selectivo con las cosas que va a ver, por lo que normalmente queda reducido a las tardes de invierno en las que no queda mucho más remedio que meterse en una sala o cuando realmente estrenan algo que merece la pena. Como cinéfilo no cambio para nada la sala de cine por el salón de casa para ver una película, pero teniendo en cuenta lo comentado anteriormente a veces no queda más remedio que ver las películas en casa. Como los comentarios de cine de este blog son los más reducidos, en comparación con los otros temas, también pienso que puedo comentar aquellas películas que, aunque no estén en el cine en ese momento, pueden verse alquiladas en DVD por otros medios que todos conocemos, pero siempre, por favor, en buena calidad tanto de imagen como de sonido, porque algunas de las que circulan son realmente invisibles, no sé cómo hay gente que es capaz de ver algunas de ellas, la verdad.

Hoy voy a hablar de una película que vi hace unos días y que pienso que realmente merece la pena, ya que nos gustó bastante. No es un estreno reciente, es una cinta del año pasado que tuvo un cierto éxito sobre todo gracias a los comentarios de la gente que iba a verla, por lo que fue pasando de unos a otros, lo que hizo que estuviera un cierto tiempo en cartelera, más que otras. Además es una cinta francesa, rompiendo un poco con la tónica de que parece que lo único que se ve y se estrena es cine americano y que es lo único que lleva a la gente al cine. La película se titula “El concierto” y el título da una idea casi perfecta de lo que nos va a contar, ya que está centrada en un concierto de música clásica, pero un concierto un tanto especial, sobre todo por los músicos. El director, completamente desconocido para mí, es Radu Mihaileanu, un rumano afincado en Francia. Esta es su sexta película y las anteriores tuvieron un cierto éxito en el país vecino. Normalmente sus historias son protagonizadas por personas normales, centrado en personajes de carne y hueso y tienen que ver con desfavorecidos o injusticias. En este caso estamos ante una comedia, pero que además de momentos realmente simpáticos, no deja de lado temas dramáticos y emotivos, tratados siempre con delicadeza y buen humor, que a veces es la mejor forma de quejarse de algo o dejar clara una situación negativa. Todo esto acompañado del tema de la música clásica como un fondo muy importante para el desarrollo de la historia. De todos modos que nadie piense que estamos ante una película realista, no lo es, es casi una fantasía de sueño y magia, de gente normal buscando que sus sueños se cumplan y poder vivir sin las frustraciones que los ahogan en el día a día, pero con un tono simpático y leve, que hace que a veces algunas cosas sean aún más tristes, con ese tono agrio y dulce que tienen muchas veces este tipo de cintas que no quieren convertirse en un tremendo drama casi de teleserie y tampoco en una caricatura de la realidad. Los actores no son demasiado conocidos fuera de sus fronteras, excepto alguno de los franceses que son reconocibles si uno es aficionado a ver cine de ese país. El resto con casi todos actores rusos, entre ellos los protagonistas, que tengo que decir que están perfectos todos y cada uno de ellos en sus papeles, plasmando perfectamente esa imagen entre la tristeza, la decepción, la lucha del día a día y el deseo de cumplir sus sueños, que al final es lo que mueve a todos y cada uno de ellos a hacer lo que hacen.

La historia es sencilla, el protagonista es Andrei Filipov, que trabaja como limpiador en el teatro del Bolshoi. Hace 30 años era uno de los más conocidos directores de orquesta de Rusia, pero tras negarse a deshacerse de sus músicos judíos tuvo que dejar el trabajo de su vida y vivir de recuerdos y frustraciones. Un día, mientras limpia el despacho del jefe del teatro se recibe una invitación por fax para que la orquesta del Bolshoi dé un concierto en París, en el Teatro del Châtelet. Lo único que se le ocurre es quedarse con el fax e intentar convencer a sus antiguos compañeros para hacerse pasar por la auténtica orquesta e ir a dar ese concierto. Lo primero que tendrá que hacer es intentar convencer a un ex-agente del KGB que tuvo mucho que ver con su caída en desgracia para que actúe como manager y lleve todas las negociaciones. Este personaje es de los mejores, un hombre que sigue pensando en recuperar la antigua Rusia comunista y que decide ayudarlo por razones más personales que porque sienta que le debe algo a Filipov. Otro de los grandes personajes de la cinta es Sasha, el amigo íntimo de Filipov, conductor de una ambulancia que lleva siempre la sirena puesta y que se cae a pedazos, pero que siempre está de buen humor y aunque al principio piensa que la idea es una locura, al final es uno de los que más va a trabajar para conseguir que se haga realidad. Luego empieza la travesía para juntar a todos sus antiguos músicos, algunos ya muy mayores y otros reticentes a formar parte de la suplantación. Pero todo son problemas, de dinero, de músicos, de instrumentos, de ropa, de pasaportes..., pero poco a poco las cosas irán cogiendo el camino correcto. El resto es mejor verlo, merece la pena ver cómo van avanzando en el proceso y cómo van consiguiendo las cosas, para terminar con un final perfectamente montado por el director, con ritmo y emoción en una larga escena final que merece muchísimo la pena.

Lo mejor es que, aunque tiene momentos realmente dramáticos y tristes están en todo momento aderezados con un tono de comedia y optimismo muy conseguido y que hace que el espectador tenga una medio sonrisa en todo momento, con alguno en el que tendrá que reír con ganas, porque es imposible no hacerlo. Desde el principio, en el que uno de los medios para conseguir ingresos del matrimonio Filipov es contratar “figurantes” para manifestaciones e incluso para bodas de mafiosos rusos que no quieren más que aparentar y llenan la ceremonia de gente, aunque no los conozcan de nada. La forma de conseguir los pasaportes es otro de esos momentos más que buenos, así como las distintas aventuras que van corriendo cuando lleguen a París. Es una tragicomedia, más cómica que trágica, que merece mucho la pena, protagonizada por unos genios de la música que por cuestiones políticas y religiosas fueron condenados al ostracismo por los mandatarios rusos, pero que saben que aún les queda mucha música y ganas en sus corazones. El tono es amable y casi familiar, sobre todo en los personajes principales, que son en los que se centra el director, teniendo como fondo además la historia que algunos tienen con la violinista francesa que quieren contratar para que haga de solista en el concierto. No se le puede negar una cierta carga crítica contra ciertos aspectos que a algunos les podrán parecer exagerados y a otros menos, pero que son innegables y tristes. En ciertos momentos está cerca del histrionismo, sobre todo con algunas escenas de las que transcurren en París, pero se queda en el límite del ridículo, sin llegar a forzar demasiado las situaciones. Merece la pena, pasaréis un buen rato.

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