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miércoles, 21 de septiembre de 2011

"Rusos. La novela de Rusia", "Russka", de Edward Rutherfurd

 Bueno, hoy volvemos a la novela, que estos últimos se centraron en el tema visual, sobre todo porque en verano leo algo menos, el tiempo libre se dedica a otras cosas. Aún así tengo varias pendientes que irán apareciendo estos días y alguna que estoy leyendo ahora.

Otra novela histórica y de un autor que ya apareció por aquí. No es reciente, se publicó por primera vez en 1991 pero como comenté en su momento las que he leído de este autor me han gustado mucho y tenía pendientes algunas de sus primeras obras y las voy leyendo ahora entre otras más nuevas. El autor es Edward Rutherfurd y en este caso la novela es “Russka. La novela de Rusia”, aunque también se puede encontrar como “Rusos. La novela de Rusia”. La pena es que es una novela editada en ese año pero que hace mucho que no se reedita, con lo cual no es nada fácil de encontrar, a ver si alguna editorial se anima a sacarla de nuevo, porque creo que merece mucho la pena. En febrero de este mismo año comenté la última novela de este autor, “Nueva York”, que me había gustado bastante. Posteriormente alguien cercano, tras su lectura, me dijo que le había gustado, pero no demasiado, porque le parecía algo fría, falta de emoción, con poco sentimiento y muy centrada en las cuestiones históricas, más que en la propia historia. Esto me llevó a pensar que desde mi punto de vista hay como dos tipos de novelas históricas. Unas se centran más en los personajes ficticios creados por el autor y la historia funciona más como un marco para desarrollar una serie de acontecimientos. Estas suelen estar dentro del género histórico, pero yo las veo más como novelas de aventuras dentro de un momento histórico determinado. Luego tenemos otras que, en cambio, se centran más en el devenir de la historia, en poner a una serie de personajes dentro de un momento y contarnos casi más lo que pasó realmente que la vida de esos personajes. A mí, si están bien hechas, me gustan los dos tipos (y más que podría haber, claro) pero puedo aceptar que la lectura de “Nueva York” pueda resultar algo seca, con poca comunión con los personajes por parte del lector. Creo que a esta de hoy no le pasa lo mismo, quizá porque en ella el autor se para más en cada época y los personajes están más desarrollados y metidos en la trama, mientras que en la anterior en algunos momentos pasaba casi como de puntillas por sus vidas.

Ya comenté en su momento que Edward Rutherfurd llegó a mis manos a través de “Londres”, que era una historia que resumía en un buen montón de páginas la historia de Inglaterra a través del tiempo centrándose en esa ciudad. Este autor está especializado en este tipo de novelas, obras muy extensas que nos van a contar la historia de un país o de una ciudad, lo que supone un tremendo y enorme trabajo de documentación e investigación y, creo yo, una gran capacidad para coger esa enorme cantidad de datos y trasvasarlos a una novela y además, haciéndolo muy bien. En este caso nos va a contar la historia de Rusia, empezando brevemente hacia el año 180 después de Cristo y llegando, más o menos, hasta 1940, ya que lo que pasa después de ese año está concentrado en unas pocas páginas. Una novela de unas mil ochocientas páginas que no se me hizo nada pesada ni larga, me enganchó casi desde el principio y me sedujo con la historia de los personajes, pero sobre todo con la historia de Rusia. Además rompía un poco con esa dinámica de las historias medievales que leí últimamente, que tampoco está mal cambiar de vez en cuando. La verdad es que me fascinó, no es que la desconociera, pero sí muchas de las cosas que cuenta, muchísimas, eran nuevas para mí y me resultó muy interesante, al mismo tiempo que amena. En muchos momentos me costaba dejar de leer y estaba deseando seguir y seguir, buena señal cuando uno se pone delante de una novela tan larga. Los campesinos, los zares, la nobleza, los revolucionarios, los bolcheviques, la cantidad de guerras en las que se vieron inmersos, los enfrentamientos con todos los países cercanos y el desarrollo de un país enorme en extensión que crecía y decrecía con una facilidad pasmosa. Como se fue extendiendo, cambiando muy poco a poco, inmersa hasta no hace mucho en una sociedad completamente feudal donde la nobleza y los zares hacían y deshacían a su antojo. Grandes personalidades la gobernaron, algunos muy fuertes y otros muy débiles. Además los personajes centrales están en contacto con todos esos personajes históricos como elementos fundamentales de los cambios y los acontecimientos, a veces cuesta creer que estemos ante personas ficticias porque consigue que los veamos casi tan reales como los que existieron. Pero no solo políticos pasarán por sus páginas, también aparecerán músicos, escritores, artistas, arquitectos..., todas las grandes personalidades de la historia de Rusia están presentes en sus páginas. Conoceremos la historia de un país con muchos momentos encontrados, grandes contrastes, una extensión de terreno que mezcla riqueza y pobreza; con muchos momentos en los que tradiciones seculares chocan de frente con la necesidad de desarrollo. Estos contrastes son continuos y muy fuertes, momentos de gran crueldad que se alternan con otros de gran belleza y creatividad; la gloria de unos convive con la miseria de otros. Casi dos mil años de historia concentrados en sus páginas.

La historia se centra en dos ciudades creadas por el autor, que no han existido pero bien podrían hacerlo, una en el sur y otra en el norte y ambas con el mismo nombre, que da título a la novela, Russka. La primera y más antigua es la del norte y la del sur aparece como una sucesora por los cambios y movimientos de las familias protagonistas, cuyos miembros irán pasando por casi todos los estatus, clases sociales o situaciones posibles a lo largo de la historia. En ellas concentra el autor las características de casi todos los núcleos de población de Rusia a lo largo de la historia, lo que no quita que buena parte de la acción se desarrolle, inevitable, en la ciudad de Moscú o en San Petersburgo, que son los dos núcleos reales que más aparecen. Conoceremos a varias familias a lo largo de sus páginas, los Bobrov, los Suvorin, los Romanov..., y algunas más (no muchas, creo yo que para no confundir al lector) que se verán acompañados de esos personajes reales que ya mencioné. Estos personajes inventados por el autor van a reflejar todas las clases sociales a lo largo de la historia, todas o casi todas las situaciones en las que un habitante de este país pudo estar y van a intervenir en todos los grandes acontecimientos, unos de un lado y otros de otro. Muchos de ellos convivirán con Gengis Khan, Iván el Terrible, Catalina la Grande, Lenin...

El autor cuenta que durante su redacción, entre 1987 y 1991, realizó varios viajes a Rusia visitando durante varios meses tanto las grandes ciudades como la zona del Báltico, ciudades medievales, los grandes campos de Siberia o Ucrania y muchos sitios más que aparecen reflejados en sus palabras. Es una novela histórica con mayúsculas en la que plasma prácticamente todos los grandes acontecimientos de la historia de este país, su trabajo de investigación tanto en el propio país como fuera de él a través de lecturas, documentos o crónicas me parece ingente y encomiable, tanto como la facilidad y maestría para poner todo eso de una forma entretenida y amena dentro de una historia de unos personajes de ficción.

A mí me gustó mucho y disfruté enormemente de la lectura. Por un lado porque me descubrió la historia de un país que solo conocía por hechos y momentos puntuales, ayudándome a entender mejor muchas de esas cosas que ya sabía; además de descubrirme muchas otras que desconocía por completo. Me sedujo completamente con esos personajes que recrea, esas familias que van cambiando y creciendo a lo largo de la historia, cruzándose entre ellos, relacionándose y añadiendo de vez en cuando otros personajes igual de atractivos. A pesar de ser una novela muy larga no se me hizo pesada en ningún momento. Cada capítulo general se centra prácticamente en un siglo más o menos de historia, con lo que da una idea excelente de todo lo sucedido. Quizá esa sea una de sus ventajas frente a “Nueva York”, que todo está contado con mucha más calma y con más datos que ayudan a entender mejor las cosas. Otra de sus ventajas frente a esta es que los personajes parecen más reales, actúan más dentro de los acontecimientos, no son testigos de la historia, sino parte activa de la misma. Varios de ellos han dejado un buen recuerdo y al seguirlos durante bastante tiempo incluso daba un poco de pena que desaparecieran para pasar a sus descendientes, porque algunos de ellos son realmente buenos, bien diseñados y plasmados sobre el papel con sus palabras y sus actos. Además algunos de ellos comparten páginas con, por ejemplo, sus nietos, dando constancia de los tremendos cambios que iba sufriendo el país. Tras todo esto podéis fácilmente deducir que la recomiendo bastante, creo que merece la pena embarcarse durante un tiempo en la historia de la ciudad de Russka y todos sus habitantes durante casi veinte siglos, no creo que os defraude.


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