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jueves, 21 de abril de 2011

"Mar de fuego", de Chufo Lloréns

 “Esto es lo que, en cierta medida, pretende también la novela histórica: aunar el rigor de la historia con la ficción novelesca. Como novela su principal obligación es entretener, pero como relato histórico no puede dejar de lado criterios como el rigor y la veracidad. Esto es lo que, humildemente, se ha intentado en estas páginas que ahora se someten a la benevolencia de los lectores”. Este fragmento está extraído de las notas finales de la última novela de Chufo Lloréns, “Mar de fuego”, que será la que voy a comentar hoy.

En el año 2008 llegó a mis manos una novela de un autor desconocido en aquel momento para mí. Era una historia que transcurría en la Barcelona de principios del siglo XI que me resultó de las más entretenidas y apasionantes que he leído hasta el día de hoy, “Te daré la tierra”. Después me dediqué a buscar otras novelas del autor y leí una anterior que me gustó tanto o más que la primera, “La saga de los malditos”. Desde ese momento figura como uno de los principales autores de novela histórica dentro de mis preferencias, por delante de otros más conocidos o más internacionales. Estas dos novelas ya las comenté en uno de los primeros post de este blog, así que la reseña biográfica me la ahorro esta vez. Tras leer “Mar de fuego” me reafirmo en lo dicho unas líneas atrás, Chufo Lloréns es uno de mis autores favoritos tanto del género histórico como de la narrativa, porque me gustó mucho y me duró bastante menos de lo que me gustaría, si hasta puedo decir que se me hizo corta.

Cuando vi esta novela, de publicación muy reciente, no creo que lleve en las librerías más de un mes más o menos, me dije que a por ella y a leerla pronto, que ya tenía casi la idea preconcebida de que me iba a gustar, y esta vez no me equivoqué. Cuando la cogí para leer la contraportada descubrí un nombre que me sonaba y entonces mis ganas fueron todavía mayores, Martí Barbany era el nombre del protagonista, el mismo personaje central de “Te daré la tierra”, así que todavía pintaba mejor. Era una continuación de esta, con lo cual la primera idea era a ver qué tal iba a estar, porque muchas veces estas continuaciones no son más que recursos que aprovechan el tirón de la primera para vender más ejemplares, y muchas veces también la calidad de la continuación no está a la altura de lo esperado. En este caso no fue así. Tras leer las primeras páginas tenía una sensación interesante, era como si el tiempo no hubiera pasado y estuviera todavía leyendo la primera porque transcurre casi en un momento solo ligeramente posterior al final de la misma. Eso puede ser malo a veces, pero en este caso no lo fue, me atrapó desde el principio y me costaba dejar la lectura más de una vez, pero el cansancio y el sueño le ganaban la partida alguna vez. Ya hace tres año que leí “Te daré la tierra” y muchas novelas han pasado desde entonces, pero tenía un recuerdo claro de todo lo que había pasado, de los personajes, de las situaciones, de los momentos pasados, una buena señal de lo que me había gustado porque muchas de las cosas que pasaron en ella volvieron a mi cabeza cuando estaba leyendo esta; no me hizo falta estar pensando en quién era tal personaje, qué había hecho o qué había pasado, estaba casi todo tan fresco como si la hubiera leído poco antes. De todos modos para los que no la recuerden tan bien el autor maneja a la perfección ese pequeño problema. Con pocas palabras, momentos puntuales y algunas situaciones en las que algún personaje recuerda el pasado consigue que el lector pueda recordar o entender perfectamente lo que está pasando y su relación con el pasado, porque eso sí, muchas de las cosas que van a pasar están relacionadas con él. Así que lo primero que tengo que recomendar si no leísteis la primera es que lo hagáis antes, porque están directamente relacionadas y, aunque no es imprescindible, si es muy necesario para entender el conjunto de la historia.

Empezamos la narración con Martí Barbany y su mujer, la judía Ruth a punto de dar a luz a su segundo hijo. Tienen ya una hija, Marta, que será una de las protagonistas centrales de muchas de las cosas que van a pasar. Pero las cosas no salen como todos esperaban, el parto se complica y madre e hijo mueren durante el mismo. Martí, tras todas las penalidades pasadas en su mundo afectivo decide que nunca más se volverá a enamorar o tener una relación seria con una mujer. Una de las constantes de su vida ha sido siempre la mala suerte en las relaciones amorosas, acompañada de una enorme suerte en los negocios. Ahora ya es un ciudadano de Barcelona, reconocido por todos como una de las personas que más han hecho por la ciudad y el Condado, recibiendo siempre el agradecimiento tanto de los Condes de Barcelona como de sus ciudadanos. A su lado el sacerdote Eduald Llobet, un elemento central y fundamental de la vida de Martí desde sus inicios y que lo seguirá siendo ahora. Al frente de la corte de la ciudad continúan Ramón Berenguer, Conde de Barcelona y su mujer, Almodís de la Marca, por la que tuvo que enfrentarse a casi todo el mundo pero que al final consiguió. Ella es su apoyo fundamental tanto a nivel personal como en el gobierno, en ella delega muchas de las cosas y muchas decisiones, que parece tomar él, pero ella casi siempre está detrás. Con ellos Pedro Ramón, el primer hijo del Conde y sucesor del mismo y los gemelos que conocimos en la novela anterior, Ramón Berenguer y Berenguer Ramón. Ya se veía que el carácter de ambos iba a ser muy distinto y traería consecuencias que ahora van a ser realidad. Almodís quiere conseguir que el sucesor de su marido sea su propio hijo, Ramón Berenguer, al que todos quieren, un hombre justo y noble y que poco tiene que ver con Pedro Ramón, el verdadero sucesor por ley. Mientras, el otro gemelo, Berenguer Ramón, es un hombre vil, perverso y lleno de maldad y rencor. Esto traerá consigo una buena cantidad de intrigas, juegos, engaños y situaciones que iremos descubriendo poco a poco. También estará Delfín, el enano medio bufón de la Condesa y, al mismo tiempo, la voz que le dice las cosas de verdad, aquellas que nadie se atreve a decirle y que continúa con esas extrañas visiones premonitorias, casi siempre de desgracias. Muchos de los personajes de la anterior novela volverán a esta historia, los capitanes de los barcos de Martí, que ahora posee una gran flota, Rachid al-Malik, el árabe que le descubrió, entre otras cosas, el secreto del temido fuego griego a Barbany, sus criados... Y todo protagonista tiene un antagonista, en este caso un misterioso personaje llamado Bernabé Mainar que quiere acabar con Martí Barbany y Eduald Llobet sea como sea.

Para mí ha sido como continuar casi sin que hubiera pasado el tiempo, retomar la vida de una buena cantidad de personajes que tenía en mi memoria bastante guardados, más de lo que pensaba, la verdad, lo que creo que es una buena señal. Lloréns tiene una forma de escribir bastante sencilla para el lector, directa, sin demasiadas vueltas ni complicaciones, centrado sobre todo en la historia y en las situaciones y menos en las descripciones. Eso no quiere decir que no las haya, pero consigue que el lector imagine con bastante perfección casi todo sin cansarlo con largos párrafos descriptivos. La acción es continua, no para desde el principio hasta el final. Quizá esta sea algo menos compleja que la anterior, más plana y lineal, pero eso no le quita mérito. Hay varias líneas de acción que se entrecruzan siempre de un modo claro para el lector. La mayor parte de la acción transcurre en la ciudad de Barcelona, un personaje más de la historia, pero también tendremos algún viaje, por ejemplo a Sicilia. Los personajes van relacionándose entre ellos de un modo sencillo y creíble, aunque como alguien me comentó, quizá un defecto sea que pueden estar un poco estereotipados en cuanto al comportamiento, es decir, los buenos son muy buenos y los malos son muy malos, pero aún viéndolo así el autor consigue que aparezcan ante el lector como personas reales, por lo menos a mí me pareció así. Y como siempre en su línea, capítulos cortos que van alternando las distintas tramas, con lo que cautiva todavía más al lector, que siempre querrá saber qué pasa a continuación para llegar a momentos en los que todas tienen que ver.

Me parece que es evidente que, dentro del género, me gustó mucho la novela. Me entretuvo muchísimo y como dije al principio me duró menos de lo que me gustaría, pero tenía que seguir leyendo, otro mérito más del autor, que el lector siga y siga y esté deseando saber qué va a pasar a continuación. No he querido desvelar casi nada del argumento, lo mejor es ponerse con ella e ir descubriéndolo poco a poco a medida que uno va leyendo, pero la sucesión de acontecimientos, de sorpresas, de altos y bajos es continua, siempre está pasando algo. Desde mi punto de vista más que recomendable e imprescindible para aquellos que ya hayan leído “Te daré la tierra”

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