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jueves, 7 de abril de 2011

"Fundación Libélula", de Yashmina Shawki

Hoy voy a escribir algo de una novela editada recientemente en gallego y que no sé si aparecerá en castellano, aunque pienso que es probable, ya que su autora tiene publicadas novelas en ambos idiomas. Por otro lado es la primera vez que tengo la oportunidad de comentar una novela de una persona a la que conozco, o más bien, conocí allá por los tiempos de la adolescencia y la juventud y de la que hace tiempo que no sé nada, cosas de la vida que te llevan por caminos distintos. La autora es Yashmina Shawki y la novela se titula “Fundación Libélula”, editada hace poco por Xerais.

Yashmina Shawki nació en Vigo, de madre gallega y padre kurdo. Sus estudios alternaron entre su ciudad de nacimiento y la ciudad de Bagdad, donde pasó una temporada en esa etapa de su vida. Luego volvió a Vigo y se licenció en la Universidad de Santiago de Compostela en Derecho en 1992 y al año siguiente en Historia Contemporánea. Después se dedicó a dar conferencias y escribir artículos periodísticos, sobre todo centrados en temas relacionados con Oriente Medio, además de colaborar en varias revistas. También publica un artículo de opinión de modo semanal en las páginas de “La Voz de Galicia” y colabora en el programa radiofónico “Al final del día” de Radio Voz. De momento su producción literaria tiene tanto obras en castellano como en gallego. En castellano “Kurdos, destino libertad” (2007), en gallego “Contos ao carón da lareria” (2007) y la novela objeto de este comentario. En una entrevista hecha a raíz de la publicación de este libro dice que está preparando dos novelas más, una en castellano y otra en gallego.

“Fundación Libélula” es una novela corta, de poco menos de cien páginas que tanto por extensión, contenido y forma de desarrollarse no sé si hablar de ella como novela, relato o como un cuento, ya que muchas veces la frontera entre estos tres modos de narrar es difusa y complicada.

Nos va a contar la historia de cuatro mujeres que establecerán una cierta relación, tres de ellas tendrán a la otra como nexo de unión. Una historia que transcurre en la ciudad de Vigo, mencionando en varias ocasiones lugares que el residente en ella podrá reconocer, imprimiéndole más realidad a la historia que nos va a contar. El nexo de unión es una abogada, María Xosé Muradas, una mujer decidida, valiente y que es capaz de enfrentarse a casi todo. Tiene una vida acomodada, aunque a lo largo de la historia veremos como hay cosas contra las que no se puede luchar muchas veces, quiera uno o no. Una de las cosas que más le preocupan y contra la que está dispuesta a luchar de todos los modos posibles es la violencia de género, en cualquiera de sus manifestaciones, que será lo que la lleve a crear esa “Fundación Libélula” que da título a la novela. Alrededor de ella y de su vida aparecerán tres casos de mujeres en situaciones precarias y cada una con una historia distinta, pero todas ellas duras, tristes y complicadas. Ella será la que intente ayudarlas para salir, al igual que hizo antes con otras, de esas vidas que las oprimen y que pueden acabar con ellas. Se nos presenta a Gladys, una inmigrante ilegal engañada para trabajar como prostituta en un club, sin documentación, sumergida en un mundo de explotación sexual y violencia. Helena es una chica joven que tiene que hacerse cargo de sus hermanos, ya que su madre es una mujer violenta, drogadicta y alcohólica, una situación con la que tendrá que luchar día a día con más oscuridad que luz y que además es muy consciente de que tiene que hacer algo, estudia y quiere conseguir algo que la haga escapar, tanto a ella como a sus hermanos, de esa situación. Y luego está Laura, casada, con hijos, con un marido vago y que no hace nada, además de que tiene que vivir con su cuñado y sus suegros, con una suegra que la martiriza, aunque ella sea casi el sostén de la familia. Todas ellas, en cierto momento, entrarán en contacto con María Xosé, que recurrirá a todo para echarles una mano, tres historias que la llevarán a remover cielo y tierra para ayudarlas a salir de la vida en la que están y también a esa “Fundación Libélula” que tendrá como objetivo ayudar a mujeres en situaciones precarias sean del tipo que sean. Las ayuda a escapar de esas vidas que llevan y tener otras mucho más dignas y salvadoras, porque se lo merecen.

La novela me gustó bastante, aunque pienso que su brevedad por un lado es un pequeño defecto y por otro una virtud. Al principio decía que no tenía claro si hablar de ella como una novela, un relato o un cuento. Por un lado su extensión le resta complejidad, una complejidad que a lo mejor la autora tampoco consideró necesaria para reflejar aquello que pretendía. Cuando se tratan estos temas, además, es fácil caer en una sucesión de tópicos y lugares conocidos por otras vías, tanto de la literatura como del cine o la televisión, o simplemente de las noticias, por desgracia, casi diarias, que tocan este tipo de temas. También pensaba en un cuento porque todo transcurre demasiado rápido, pasando de una situación a otra casi sin una continuidad en el relato y con una resolución de las cosa a lo mejor algo idílica por momentos. Las duras historias de las cuatro mujeres quedan bien narradas con pocas palabras, centradas en cuatro o cinco situaciones casi puntuales que hacen que el lector pueda suponer el conjunto de esas terribles vidas que llevan. Pienso que Yashmina quiso que el lector también pusiese algo de su parte y no darle todo, que imagine, que piense y reflexione sobre la vida de esas mujeres que representan a muchas otras, reales, que llevan vidas iguales o peores en casi todos los rincones del mundo, pero también a nuestro lado, en los mismos edificios en los que nosotros llevamos las nuestras. Por otro lado, aunque sabemos que no lo es, la historia transcurre con demasiada rapidez, las cosas me parecieron quizá demasiado sencillas en su resolución, a lo mejor también porque no está mal un poco de optimismo en estos temas, siempre tratados de un modo duro, oscuro y con unos finales casi siempre trágicos y violentos. A lo mejor esta es otra virtud, dar un poco de esperanza, de hacer pensar que las cosas no siempre van mal o a peor, que es posible con algo de voluntad, trabajo y suerte que muchas de estas mujeres puedan terminar con esa vida que no lo es para poder comenzar, tener un nuevo principio de vida digna y con esos momentos de felicidad de la que todos gozamos a lo largo de nuestras vidas.

Creo que es una novela recomendable y pensando como docente, podría ser un buen libro para su lectura en ciertos niveles de nuestros centros de enseñanza, pues pensando en ese tipo de lectores y lectoras su brevedad ya juega, y mucho, a su favor (qué le vamos a hacer, cuando pones un libro para que lo lean, lo primero que preguntan es cuántas páginas tiene, y como tenga más de doscientas puedes ver caras de auténtico pánico). Por otro lado pienso que es una historia que les puede interesar, que puede enseñarles algo y hacerles reflexionar, sobre todo porque creo que una buena manera de terminar con este tipo de situaciones es la educación. De todos modos y como dije al principio yo recomendaría esta novela de una autora quizá no demasiado conocida que intenta hacerse un hueco en el panorama literario gallego, y siempre está bien que aparezcan estas nuevas novelas, pensadas y escritas en gallego.

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