Vamos a volver al mundo de la televisión. Normalmente para las series nuevas suelo echar un ojo al argumento, actores y esas cosas para ver si me parece apetecible o no, con la cantidad de ellas que tenemos ahora por los distintos canales no es fácil a veces elegir aquellas que pueden merecer la pena por calidad, entretenimiento u otras razones. Esta serie de hoy en un principio no me llamó demasiado la atención, pero como había leído buenas críticas por varios sitios hace tiempo que me decidí a grabarla y tenerla guardada para algún momento en el que no hubiese demasiadas cosas apetecibles, por lo menos para darle una oportunidad. La verdad es que el argumento central me llamaba solo a medias y por eso fue quedando aparcada, pero también es cierto que hace unos días estrenaron en FoxCrime la tercera temporada de la misma, así que algo debería de tener. Además tengo un buen amigo que es un buen consumidor de series, con el que suelo comentarlas, intercambiar algunas y esas cosas. Así que esta de hoy pasó antes por sus manos y tras su recomendación nos decidimos a verla, y no nos arrepentimos para nada, porque merece mucho la pena. Hablo de “Sons of anarchy” (“Los hijos de la anarquía”), una serie americana, claro está, que circula alrededor de una pandilla de moteros.
El primer comentario que me hizo mi amigo fue simplemente decir que nunca pensaría que una serie sobre una realidad tan ajena y lejana a él mismo le fuera a gustar tanto. Esa fue una de las razones para que no me pusiera a verla en su momento. Me dije que la vida y aventuras de un grupo de moteros con esa estética tan americana de cazadoras de cuero (bueno, estos llevan chaleco, pero viene a ser lo mismo), motos de gran cilindrada negras con esos manillares altos (que me parecen incomodísimos); Harley Davidson personalizadas, claro; y todo lo que rodea a ese mundo algo lejano a nuestra realidad no me parecía que me fuera a atraer. Pues estaba completamente equivocado, porque fuera de toda esa imaginería (que tengo que reconocer que aunque lejana me parece algo atractiva, la verdad) hay una serie de historias, de situaciones y de argumentos que tienen bastante que ver con la vida diaria, con la realidad de cualquiera en cuanto a relaciones, problemas y situaciones casi cotidianas, extrapolándolas, claro, del mundo en el que se desenvuelven. Algunos la han comparado con una de las grandes series de los últimos años, “Los Soprano” en el sentido de que, como en esta, el mundo de la mafia era casi una excusa para desarrollar otro tipo de temáticas que cualquiera puede entender. Pues en esta pasa lo mismo, son una pandilla de gente y los argumentos que se desarrollan tienen más que ver con relaciones entre personas, enfrentamientos y esas cosas más que con la vida real del grupo, vamos, que podían ser cualquier otro grupo social identificado por unas características comunes.
La historia gira alrededor del núcleo central de un grupo de moteros, los “Sons of anarchy” que dan título a la serie. Un pequeño grupo que es, digamos, el centro de una serie de delegaciones repartidas por gran parte de los Estados Unidos, un grupo que se mueve en lo se conoce como Samcro (que no es más que el acrónimo de “Sons of Anarchy Motorcycle Club Redwood Original), que vendría a ser el lugar donde viven, se reúnen y desarrollan sus actividades. Viven en Charming, un pueblo ficticio situado en el norte de California, el típico pueblo de tamaño medio de los muchos que hay por los Estados Unidos. Allí viven básicamente del comercio ilegal de armas, usando como tapadera un taller mecánico. Además funcionan como “protectores” del pueblo en el sentido de mantener alejados del mismo a otros grupos de delincuentes, sobre todo a aquellos que se dedican a negocios relacionados con la venta de drogas, la prostitución o cualquiera que pueda interferir en la vida diaria del pueblo. Protegen a los suyos, y dentro de ese grupo están ellos, los suyos y casi toda la gente del pueblo, que acude a ellos para que les ayuden cuando tienen algún tipo de problema grave. El protagonista principal es Jackson Teller, un joven de poco más de 30 años que vive en medio de un conflicto entre la vida sin su padre y los enfrentamientos con la pareja de su madre, que además es el presidente del club. Además el problema principal es que no está demasiado de acuerdo con la línea que lleva el club, pensando que deberían dejar la mayor parte de las actividades ilegales que realizan para dirigirse hacia otro tipo de cosas más “legales”. Todo esto apoyado por una especie de libro o diario escrito por su padre en el que habla de las intenciones reales que tuvo como fundador del grupo y lo poco de acuerdo que estaba con la línea que estaba llevando después, tirando más hacia la delincuencia que hacia la idea de libertad y de lucha contra la sociedad que basaron su fundación. Además es el vicepresidente del grupo y al que todos ven como futuro presidente, aunque algunos no ven con buenos ojos esa otra línea que Jacks quiere para ellos. Clay Morrow es el presidente y medio padre de Jacks, ya que es la pareja de su madre. Capaz de absolutamente cualquier cosa para mantener la integridad de su grupo, empleando la fuerza cuando sea necesario y pasando por encima de lo que sea para conseguir sus propósitos. A pesar de ellos rechaza de plano cualquier otro negocio ilegal que no sea la venta de armas, lo demás le parece reprobable, aunque eso no impide que se relacione con los otros que se dedican a esos otros negocios, siempre y cuando no lo hagan en su pueblo.
Por encima de todos los hombres de la serie destaca una mujer, Gemma Teller Morrow, la madre de Jacks y actual pareja de Clay. Un personaje de esos que impresionan y llena la pantalla cada vez que aparece, una mujer dura, fría a veces pero que esconde muchas más cosas de las que podemos pensar tras ver los primeros episodios. Preocupada por su hijo, por el club y por todos los que circulan alrededor de ella, busca ante todo sus intereses y los de los suyos y para eso es capaz de hacer absolutamente cualquier cosa. Ella es la que en realidad maneja y dirige los hilos de casi todo lo que pasa en Charming, donde nada escapa a su control y, cuando algo lo hace, en seguida toma de nuevo las riendas para no dejar nada sin atar. Es capaz de ponerte la piel de gallina en un momento y al siguiente provocar sentimientos contrarios por completo, un personaje complejo y de los mejores que he visto en una serie dramática. Y luego tenemos al resto de los integrantes del grupo, cada uno con una misión y una forma de ser muy definida. Bob Munson es uno de los fundadores, imitador de Elvis en sus ratos libres. Alex Trager es el violento, sádico y encargado de los trabajos más sucios. Incluso tenemos al aspirante a entrar en la banda, Kip Epps, al que todos conocen con el apodo de “medio huevo”, al verla ya sabréis por qué. Alrededor de ellos un jefe de policía corrupto casi a su servicio, algo que hace también preocupado, digamos, por mantener la tranquilidad y paz en el pueblo. O el ayudante del shérif, un joven que conoció a Jacks cuando eran jóvenes pero que ahora la vida los llevo por caminos distintos. Algunos personajes fijos más junto con estos, pero sería demasiado largo hablar de todos ellos y es mejor descubrirlos a medida que se ve la serie, además de que así tampoco cuento las historias que se van a ir desarrollando, que son tensas e interesantes. Además tendremos a los grupos rivales, desde mejicanos, neonazis y todos los grupos de delincuencia habituales en este tipo de producciones.
La serie destaca por muchas cosas y nos está gustando mucho. La complejidad de los personajes y de las tramas es bastante alta, las cosas, como en la vida, no son blancas o negras y muchas veces se ven obligados por las circunstancias a realizar actos con los que no están de acuerdo. También es cierto que moralmente el comportamiento de todos ellos no es para darles un premio. Casi podemos decir que no hay un solo personaje “bueno” en toda la serie y que los guionistas consiguen que los “Sons of anarchy” parezcan los mejores de todos, los únicos que tienen un cierto código moral y de comportamiento frente a todos los demás. Incluso personajes como los policías de la ATF que irán detrás de ellos parecen mucho, pero mucho, peores que los protagonistas. Ellos entienden la venta de armas y todo lo que hacen como una forma de mantener el status social y económico y también como la forma de mantener alejados a todos los demás de SU pueblo y de los suyos. Hay que decir que es una serie dura, con algunos momentos realmente violentos y duros, directos y brutales pero no solo por lo que se ve, sino también por cómo se desarrollan las cosas y sus vidas. Aun así sigo diciendo que merece la pena, creo.
Más puntos a su favor pueden ser, por ejemplo, la música, bien reconocida por todo buen aficionado a la música americana que rodea a ese mundo. Casi cada episodio termina con un tema musical muy bien incluido, casi siempre relacionado con lo que pasó o está pasando y que remata muy bien el mismo. Los actores están todos realmente bien, del primero al último, aunque destacan las dos caras más conocidas. Gemma Teller es la actriz Katey Sagal, conocida por varias series de televisión; y Clay Morrow es Ron Perlman, entre otras cosas uno de los inolvidables monjes de “El nombre de la rosa” y que ha aparecido en gran cantidad de películas y series de televisión.
En algunos sitios hablan de reminiscencias de las obras de Shakespeare en la serie, tras verla y analizarla un poco podemos ver elementos de algunas de las obras más conocidas del autor en muchos sentidos, pero actualizadas y llevadas a otros campos. No se puede negar, en muchos aspectos, la influencia, por ejemplo, de “Hamlet”, pero no es la única. Otro punto más a favor de una serie que como dije al principio no me llamó, pero que ahora me tiene encantado, la verdad. Son tres temporadas, la tercera acaba de empezar aquí, de 13 episodios de 45 minutos cada uno lleno de momentos de tensión, de violencia, de sufrimiento que te pueden dejar sin respiración en más de una escena. Seguirás sus aventuras y desventuras con bastante atención, a veces incluso no serás capaz de ver un solo episodio, porque querrás saber qué va a pasar a continuación. Además no todo es drama, tiene momentos realmente simpáticos y divertidos para romper un poco esa tensión. Son moteros, pero tienen una vida cotidiana con los problemas y situaciones de mucha gente, problemas de salud, de dinero, de relaciones, discusiones con los hijos y ese tipo de cosas. Moteros con sus chalecos de cuero que comen magdalenas ecológicas, que son mucho mejores que las industriales, que actúan disfrazados de Elvis en casinos o fiestas infantiles o que se gastan bromas (algunas entre simpáticas y brutales) entre ellos. Uno de sus méritos, para mí es que no es una serie de argumentos simples y fáciles, las cosas siempre se van complicando y retorciendo, sorprendiendo en más de una ocasión al espectador, ese es uno de sus mayores méritos. Con todo esto, os la recomiendo, no creo que os vaya a decepcionar.
El primer comentario que me hizo mi amigo fue simplemente decir que nunca pensaría que una serie sobre una realidad tan ajena y lejana a él mismo le fuera a gustar tanto. Esa fue una de las razones para que no me pusiera a verla en su momento. Me dije que la vida y aventuras de un grupo de moteros con esa estética tan americana de cazadoras de cuero (bueno, estos llevan chaleco, pero viene a ser lo mismo), motos de gran cilindrada negras con esos manillares altos (que me parecen incomodísimos); Harley Davidson personalizadas, claro; y todo lo que rodea a ese mundo algo lejano a nuestra realidad no me parecía que me fuera a atraer. Pues estaba completamente equivocado, porque fuera de toda esa imaginería (que tengo que reconocer que aunque lejana me parece algo atractiva, la verdad) hay una serie de historias, de situaciones y de argumentos que tienen bastante que ver con la vida diaria, con la realidad de cualquiera en cuanto a relaciones, problemas y situaciones casi cotidianas, extrapolándolas, claro, del mundo en el que se desenvuelven. Algunos la han comparado con una de las grandes series de los últimos años, “Los Soprano” en el sentido de que, como en esta, el mundo de la mafia era casi una excusa para desarrollar otro tipo de temáticas que cualquiera puede entender. Pues en esta pasa lo mismo, son una pandilla de gente y los argumentos que se desarrollan tienen más que ver con relaciones entre personas, enfrentamientos y esas cosas más que con la vida real del grupo, vamos, que podían ser cualquier otro grupo social identificado por unas características comunes.
La historia gira alrededor del núcleo central de un grupo de moteros, los “Sons of anarchy” que dan título a la serie. Un pequeño grupo que es, digamos, el centro de una serie de delegaciones repartidas por gran parte de los Estados Unidos, un grupo que se mueve en lo se conoce como Samcro (que no es más que el acrónimo de “Sons of Anarchy Motorcycle Club Redwood Original), que vendría a ser el lugar donde viven, se reúnen y desarrollan sus actividades. Viven en Charming, un pueblo ficticio situado en el norte de California, el típico pueblo de tamaño medio de los muchos que hay por los Estados Unidos. Allí viven básicamente del comercio ilegal de armas, usando como tapadera un taller mecánico. Además funcionan como “protectores” del pueblo en el sentido de mantener alejados del mismo a otros grupos de delincuentes, sobre todo a aquellos que se dedican a negocios relacionados con la venta de drogas, la prostitución o cualquiera que pueda interferir en la vida diaria del pueblo. Protegen a los suyos, y dentro de ese grupo están ellos, los suyos y casi toda la gente del pueblo, que acude a ellos para que les ayuden cuando tienen algún tipo de problema grave. El protagonista principal es Jackson Teller, un joven de poco más de 30 años que vive en medio de un conflicto entre la vida sin su padre y los enfrentamientos con la pareja de su madre, que además es el presidente del club. Además el problema principal es que no está demasiado de acuerdo con la línea que lleva el club, pensando que deberían dejar la mayor parte de las actividades ilegales que realizan para dirigirse hacia otro tipo de cosas más “legales”. Todo esto apoyado por una especie de libro o diario escrito por su padre en el que habla de las intenciones reales que tuvo como fundador del grupo y lo poco de acuerdo que estaba con la línea que estaba llevando después, tirando más hacia la delincuencia que hacia la idea de libertad y de lucha contra la sociedad que basaron su fundación. Además es el vicepresidente del grupo y al que todos ven como futuro presidente, aunque algunos no ven con buenos ojos esa otra línea que Jacks quiere para ellos. Clay Morrow es el presidente y medio padre de Jacks, ya que es la pareja de su madre. Capaz de absolutamente cualquier cosa para mantener la integridad de su grupo, empleando la fuerza cuando sea necesario y pasando por encima de lo que sea para conseguir sus propósitos. A pesar de ellos rechaza de plano cualquier otro negocio ilegal que no sea la venta de armas, lo demás le parece reprobable, aunque eso no impide que se relacione con los otros que se dedican a esos otros negocios, siempre y cuando no lo hagan en su pueblo.
Por encima de todos los hombres de la serie destaca una mujer, Gemma Teller Morrow, la madre de Jacks y actual pareja de Clay. Un personaje de esos que impresionan y llena la pantalla cada vez que aparece, una mujer dura, fría a veces pero que esconde muchas más cosas de las que podemos pensar tras ver los primeros episodios. Preocupada por su hijo, por el club y por todos los que circulan alrededor de ella, busca ante todo sus intereses y los de los suyos y para eso es capaz de hacer absolutamente cualquier cosa. Ella es la que en realidad maneja y dirige los hilos de casi todo lo que pasa en Charming, donde nada escapa a su control y, cuando algo lo hace, en seguida toma de nuevo las riendas para no dejar nada sin atar. Es capaz de ponerte la piel de gallina en un momento y al siguiente provocar sentimientos contrarios por completo, un personaje complejo y de los mejores que he visto en una serie dramática. Y luego tenemos al resto de los integrantes del grupo, cada uno con una misión y una forma de ser muy definida. Bob Munson es uno de los fundadores, imitador de Elvis en sus ratos libres. Alex Trager es el violento, sádico y encargado de los trabajos más sucios. Incluso tenemos al aspirante a entrar en la banda, Kip Epps, al que todos conocen con el apodo de “medio huevo”, al verla ya sabréis por qué. Alrededor de ellos un jefe de policía corrupto casi a su servicio, algo que hace también preocupado, digamos, por mantener la tranquilidad y paz en el pueblo. O el ayudante del shérif, un joven que conoció a Jacks cuando eran jóvenes pero que ahora la vida los llevo por caminos distintos. Algunos personajes fijos más junto con estos, pero sería demasiado largo hablar de todos ellos y es mejor descubrirlos a medida que se ve la serie, además de que así tampoco cuento las historias que se van a ir desarrollando, que son tensas e interesantes. Además tendremos a los grupos rivales, desde mejicanos, neonazis y todos los grupos de delincuencia habituales en este tipo de producciones.
La serie destaca por muchas cosas y nos está gustando mucho. La complejidad de los personajes y de las tramas es bastante alta, las cosas, como en la vida, no son blancas o negras y muchas veces se ven obligados por las circunstancias a realizar actos con los que no están de acuerdo. También es cierto que moralmente el comportamiento de todos ellos no es para darles un premio. Casi podemos decir que no hay un solo personaje “bueno” en toda la serie y que los guionistas consiguen que los “Sons of anarchy” parezcan los mejores de todos, los únicos que tienen un cierto código moral y de comportamiento frente a todos los demás. Incluso personajes como los policías de la ATF que irán detrás de ellos parecen mucho, pero mucho, peores que los protagonistas. Ellos entienden la venta de armas y todo lo que hacen como una forma de mantener el status social y económico y también como la forma de mantener alejados a todos los demás de SU pueblo y de los suyos. Hay que decir que es una serie dura, con algunos momentos realmente violentos y duros, directos y brutales pero no solo por lo que se ve, sino también por cómo se desarrollan las cosas y sus vidas. Aun así sigo diciendo que merece la pena, creo.
Más puntos a su favor pueden ser, por ejemplo, la música, bien reconocida por todo buen aficionado a la música americana que rodea a ese mundo. Casi cada episodio termina con un tema musical muy bien incluido, casi siempre relacionado con lo que pasó o está pasando y que remata muy bien el mismo. Los actores están todos realmente bien, del primero al último, aunque destacan las dos caras más conocidas. Gemma Teller es la actriz Katey Sagal, conocida por varias series de televisión; y Clay Morrow es Ron Perlman, entre otras cosas uno de los inolvidables monjes de “El nombre de la rosa” y que ha aparecido en gran cantidad de películas y series de televisión.
En algunos sitios hablan de reminiscencias de las obras de Shakespeare en la serie, tras verla y analizarla un poco podemos ver elementos de algunas de las obras más conocidas del autor en muchos sentidos, pero actualizadas y llevadas a otros campos. No se puede negar, en muchos aspectos, la influencia, por ejemplo, de “Hamlet”, pero no es la única. Otro punto más a favor de una serie que como dije al principio no me llamó, pero que ahora me tiene encantado, la verdad. Son tres temporadas, la tercera acaba de empezar aquí, de 13 episodios de 45 minutos cada uno lleno de momentos de tensión, de violencia, de sufrimiento que te pueden dejar sin respiración en más de una escena. Seguirás sus aventuras y desventuras con bastante atención, a veces incluso no serás capaz de ver un solo episodio, porque querrás saber qué va a pasar a continuación. Además no todo es drama, tiene momentos realmente simpáticos y divertidos para romper un poco esa tensión. Son moteros, pero tienen una vida cotidiana con los problemas y situaciones de mucha gente, problemas de salud, de dinero, de relaciones, discusiones con los hijos y ese tipo de cosas. Moteros con sus chalecos de cuero que comen magdalenas ecológicas, que son mucho mejores que las industriales, que actúan disfrazados de Elvis en casinos o fiestas infantiles o que se gastan bromas (algunas entre simpáticas y brutales) entre ellos. Uno de sus méritos, para mí es que no es una serie de argumentos simples y fáciles, las cosas siempre se van complicando y retorciendo, sorprendiendo en más de una ocasión al espectador, ese es uno de sus mayores méritos. Con todo esto, os la recomiendo, no creo que os vaya a decepcionar.
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