Hace unos minutos que terminé de ver el cuarto capítulo de esta miniserie de seis, pero voy a comentarla antes de que termine, porque creo que cualquier aficionado al género de terror no debe de dejarla pasar y los que no los sean, a no ser que no resistan cierto tipo de escenas realmente desagradables, sangrientas, asquerosas y fuertes, creo que tampoco porque es una serie de las buenas y con mucha calidad. No es precisamente el género del terror uno de los que más se prodigan en nuestras televisiones, son mucho más habituales en el cine y en la novela, pero parece que por las razones que sean, no es el género más elegido por los productores televisivos. Mucha memoria tengo que hacer para recordar series de este género y más en estos últimos tiempos, fuera de “True Blood” (que aún tengo pendiente de ver, solo sé que es de vampiros, que la ponen muy bien y poco más) no se me ocurren muchas más, algunas de género fantástico algo cercanas al terror, pero nada más. Aviso ya antes también, para que nadie lo vea sin querer, que esta vez el vídeo lo pongo al final, así que aquellos que prefieran no verlo, que no le den al botoncito del play. También decir que siempre fui muy aficionado a este género, creo que ya lo he dicho alguna vez, pero también añado que en los últimos años, sobre todo en cine, no he visto nada que me guste o me sorprenda demasiado por su calidad. Ahora todo se ha convertido en una especie de competición para ver quién consigue que haya más sangre en pantalla o a ver quién se inventa la forma más brutal o impresionante de asesinar gente en primeros planos, concursos de vísceras pero poco terror de verdad, creo que habría que cambiar el género y meter a todas estas en películas en un género “de asco o de repulsión”, pero no de terror. Aunque respeto a todos los aficionados a este tipo de cine, a mí, personalmente no me gustan nada. Pero no porque me resulten desagradables (algunas sí, eso lo tengo que reconocer) sino porque me parecen faltas de imaginación, de innovación, de algo más que muchas de antes sí que tenían. Hace unos meses la literatura puso de moda a los vampiros, claro que unos algo especiales, que casi no matan gente, que andan de día por las calles y van a clase como todos los demás, lo único distinto es que, si no recuerdo mal, cuando les da el sol brillan un poco o echan como chispitas o algo así. Creo que todos sabéis a qué me refiero, a una saga literaria de grandes ventas y que llegó al cine, pensadas para una franja de público muy determinada también y dentro de eso no estaban mal del todo, leí un par de ellas, a mí no me gustaron demasiado, pero bueno.
Ya me lío y me voy del tema, que el de hoy es comentar una serie de televisión. Otra faceta del terror que se puso de moda en estos meses también gracias, sobre todo a la literatura, es el tema de los zombis, los muertos vivientes. Algunas de esas novelas las he leído y la mayor parte me gustaron bastante, también es un tema muy manido y usado desde siempre en infinidad de novelas, pero algunas de ellas (me remito, por ejemplo, a uno de los primeros comentarios que hice, el de “Apocalipsis Z” de Manuel Loureiro) me gustaron bastante. Pues la serie de hoy tiene como tema central ese, la lucha de los pocos humanos que sobrevivieron contra los muertos vivientes, o no, igual ese no es el tema central de verdad, luego me explico. Hablo de una miniserie de seis episodios que se titula “The walking dead” (“Los muertos caminantes”) que está emitiendo en estos momentos Fox los viernes por la noche. A mí me está pareciendo de lo mejor del género que he visto en mucho tiempo, con una gran originalidad en el planteamiento, con una producción y dirección impecables, un desarrollo de los episodios genial y con muchos momentos de gran tensión, de esos que te hacen aguantar unos segundos la respiración o incluso soltar un pequeño o gran taco (mental o vocal, a veces es imposible aguantarse) en más de una ocasión. Es de esos casos en los que digo que es auténtico cine llevado a la pequeña pantalla, cosa que cada vez se produce más, malo para el cine y bueno para la televisión. Se estrenó al mismo tiempo en 120 países y doblado en 33 idiomas, lo que puede dar una idea de lo que los productores de la misma esperaban, rondando los 300 millones de espectadores en todo el mundo.
En realidad es la adaptación de una novela gráfica de Robert Kirkman que no conocía en su momento, pero a la que le eché un vistazo tras ver la serie y me pareció magnífica. El argumento no se aleja demasiado de los grandes clásicos del género de zombis, partiendo de ideas como la novela “Soy leyenda” de Richard Matheson (que tuvo recientemente una versión en cine protagonizada por Will Smith y que tampoco estaba mal, aunque me quedo con la antigua, con Charlton Heston). Creo que la mayor fuente en la que se inspiró es el mayor clásico del género y que muchos han copiado, pero creo que nadie superó, “La noche de los muertos vivientes” de George A. Romero, cinta que creo que nadie que haya hecho una película de zombis ha dejado de ver, y que, aún a pesar de su blanco y negro, creo que es la que he visto sobre el tema que más me “asustó”. El protagonista central de la serie es un policía, Rick Grimes que en el primer episodio, tras recibir un disparo, entra en coma y despierta en un hospital vacío, desierto, destruido, sin tener la más mínima idea de lo que ha pasado. Ya antes de poder salir del hospital descubre a algunos de esos zombis, lo único que ve es a ellos y a montones de muertos, tanto dentro como fuera del hospital. Su primera idea es ir a su casa e intentar encontrar a su familia, pero su casa está completamente vacía y por la calle solo ve los lentos, cadenciosos y siniestros movimientos de esos muertos que caminan y que van a por él. Dos personas lo ayudarán en ese momento de desesperación, un padre y su hijo que intentan sobrevivir encerrados en una casa sin tener demasiado claro a dónde ir. Algo ha pasado y la mayor parte de los seres humanos ya no lo son, ahora son muertos que vagan por las calles en busca de seres vivos para alimentarse. Rick lo único que quiere es encontrar a su familia, a su mujer y su hijo, que él está convencido de que todavía están vivos. Así que ese es su objetivo y a medida que avanza irá descubriendo que no está solo, que hay más gente escondida, intentando sobrevivir, luchando por sus vidas, escondidos, saliendo solo para intentar encontrar comida, armas, medicinas, gente como él que no ha caído en las manos de los “caminantes”.
El productor y director del primer episodio es Frank Darabont, uno de los directores que más me suelen gustar, y que igual por el nombre no reconocéis, pero os daréis cuenta enseguida cuando diga que es el responsable de historias como “Cadena Perpetua”, “La milla verde”, “Frankenstein de Mary Shelley”, nominado tres veces al Óscar como mejor director y con gran número de premios menos conocidos que este mencionado, pero no mucho menos importantes. Se nota su mano, sobre todo en ese primer episodio que dirige, pero los demás no le van a la zaga. Los actores tampoco son demasiado conocidos, casi todos ellos fundamentalmente televisivos, pero aunque no por el nombre sí veréis caras relativamente conocidas. Todos ellos están muy bien, convencen, asustan, pasamos el mismo miedo y tensión que ellos porque en ese sentido está muy bien, y muchas veces esa tensión y ese miedo no tiene nada que ver con tener cerca a un zombi, sino más bien por tener cerca a otro ser humano. Veremos como se va formando un grupo muy heterogéneo que intenta sobrevivir, cómo se van encontrando con otros grupos tan diversos como ellos y sobre todo cómo son las relaciones entre las personas que forman este grupo que será central en el desarrollo de la historia.
¿El verdadero terror de la serie está en los zombis? Pues no, por raro que parezca. Estos son los de siempre, buenos maquillajes, moviéndose a cámara lenta, con esos ojos colgantes, los dientes al aire y las caras descompuestas, sin un brazo o los dos y más o menos lo de siempre. En este caso creo que no son más que la excusa para demostrar otras cosas y desarrollarlas. Lo que más miedo da son las relaciones que se generan entre las personas, entre los que están vivos e intentan sobrevivir. Temas como el racismo, la violencia de género, la envidia, el egoísmo, el rechazo por razones de sexo, creencias, religión, forma de ser o de ver la vida están presentes en todos los capítulos. Son esas escenas y esos momentos entre los humanos las que son realmente fuertes, estremecedoras y que asustan de verdad. La famosa frase de que “el hombre es un lobo para el hombre” está presente en muchos momentos y demuestra como incluso en situaciones en las que lo fundamental sería la unión para la supervivencia no somos capaces de superar muchas cosas y centrarnos en lo realmente importante. Claro que también hay momentos para el amor, el cariño, la amistad, el respeto, la realización de actos desinteresados, la valentía y otros elementos positivos, no todo iba a ser negación, pero la idea central que me queda tras ver cada capítulo es más la anterior. Muchas situaciones límite van a llevar a la gente a comportarse como realmente es, sin correcciones políticas, como verdaderos egoístas que ahora, más que nunca, viven centrados en sí mismos.
Lo dicho, creo que, como comenté al principio, es casi indispensable para los aficionados al género. A mí me está gustando mucho y no son muchas las que consiguen dejarme al final de cada episodio con unas enormes ganas de ver el siguiente y llegar al final para ver cómo acaba, pero solo me quedan dos que creo que al igual que los cuatro anteriores no me van a decepcionar en absoluto. Los que no sean demasiado aficionados y no tengan demasiados reparos ante escenas realmente desagradables y sangrientas creo que debería de darle una oportunidad, todo lo comentado en el párrafo anterior da mucho que pensar y está muy bien trabajado, esas son las razones básicas para recomendarla.
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