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jueves, 9 de febrero de 2012

"Diario de invierno", de Paul Auster


Parece que poco a poco, aunque muy despacio, algo está cambiando en nuestro panorama editorial en lo que se refiere a los formatos digitales y los propietarios de ebooks. Viene esto a cuento de la novela que voy a comentar hoy, ya que apareció casi quince días antes en estos formatos que en papel, y además a menor precio del que tiene en este momento. Creo que este tipo de ofertas pueden animar poco a poco a la gente a tomar en consideración esta ya no tan nueva tecnología a la hora de leer. Ya sabéis por otros comentarios que yo soy usuario de libros digitales desde hace casi dos años y sigo pensando que es uno de los aparatos más cómodos y útiles que podemos encontrar en este momento. No hace demasiado leía un artículo en el que hablaba de que los usuarios de estos ebooks leían mucho más que antes de tenerlos, lo que da una idea de por dónde pueden ir los tiros en no demasiado tiempo. Fue uno de los regalos más comprados en las pasadas fiestas y conozco a poca gente que una vez que tiene uno en sus manos no cambie el punto de vista que tenía sobre los mismos. Volviendo al tema del libro de hoy, no solo apareció en formato digital antes que impreso, sino que también lo hace antes en nuestro país que en el de nacimiento del autor, lo que da una idea de lo bien que se venden sus novelas por estos lares, más apreciado y considerado en Europa que en Estados Unidos. La obra de hoy es “Diario de invierno”, de Paul Auster, disponible desde hace un mes más o menos como iBook y en papel desde hace unos pocos días. En castellano en su editorial habitual, Anagrama, pero también se publica simultáneamente en gallego, editada por Galaxia, que es la que nos ha dejado casi todas sus últimas novelas.
Cuando vi que había novela nueva de Auster quedó anotada en las que tenía que conseguir en cuanto apareciera. La verdad es que es uno de esos autores que estarán siempre entre los primeros en mis preferencias, todas sus novelas (unas más que otras evidentemente) me gustaron mucho, siempre tiene algo que decir, algo sobre lo que reflexionar, alguna idea que hará que le des vueltas cuando termines la lectura y, al mismo tiempo, una maravillosa forma de jugar con las palabras, de escribir, un estilo que siempre me sorprende y que no deja de llamarme la atención. Sus novelas y consideración parecen estar mucho más altas en Europa que en su país de origen y esa es la razón de que aparezca por aquí mucho antes que allí. Su anterior novela apareció comentada ya aquí, “Sunset Park”, una de las que más me gustaron, sobre todo teniendo en cuenta que la anterior, “Invisible” no estará entre mis favoritas. Como no hace demasiado que apareció hoy también os ahorro la reseña biográfica, porque además en este caso en su lugar lo recomendable es decir que os leáis esta nueva obra, será una forma mucho mejor de conocerlo que lo que yo pueda poner aquí. En cuanto apareció en la página donde suelo comprar algunos libros no fui capaz de resistirme ni esperar, la compré unos días antes de que apareciera y al poco tiempo la tenía en mi Kindle, lista para ser leída y, sobre todo, disfrutada, porque me encantó.
“Diario de invierno” no es exactamente una nueva novela de Auster, sino que es Auster en estado puro, mucho más de lo que podemos encontrar en cualquiera de sus obras anteriores. No estamos ante una historia de ficción, con personajes creados por el autor y con situaciones inventadas. En este caso será Paul Auster el que nos hablará de sí mismo, de su vida, de sus cosas, de sus miedos, alegrías, tristezas y un montón de cosas más. No estamos ante una biografía ni una historia de su vida, tampoco ante unas memorias exactamente, no es demasiado fácil de clasificar, porque tiene elementos de todo esto que he mencionado y algunas cosas más. 
“Piensas que nunca te va a pasar, imposible que te suceda a ti, que eres la única persona del mundo a quien jamás ocurrirán esas cosas, y entonces, una por una, empiezan a pasarte todas, igual que le sucede a cualquier otro.
Tus pies descalzos en el suelo frío cuando te levantas de la cama y vas a la ventana. Tienes seis años. Afuera cae la nieve, y en el jardín las ramas de los árboles se están poniendo blancas”
Auster parece pensar que está en la última etapa de su vida, que llegó el invierno de la misma (de ahí el título), que una puerta se cerró y otra, quizá la última, se va abriendo poco a poco. Preguntándose cuántas mañanas le quedan empezará a recordar momentos de su vida, unos muy importantes y otros quizá más anecdóticos, pero todos ellos tienen algo que ver con lo que es en este momento. Es una historia sobre todo de sensaciones, de impresiones, de cambios, de su trayecto y su camino por la vida que considera que, al fin y al cabo, no es demasiado distinto del que han podido recorrer el resto de las personas. Cuenta que la idea para este libro surgió hace unos diez años, en uno de los peores momentos de su vida. Sufrió un ataque de pánico que fue un susto realmente grande y que lo dejó más que pensativo, sin saber muy bien por qué. Varios hechos influyeron, pero fue días después de algunos de ellos y nunca le encontró una explicación racional. Su madre murió de forma repentina, semanas antes tuvo un grave accidente de coche en compañía de su familia y varios problemas físicos tras un viaje promocional a Dinamarca. Estas y algunas cosas más se fueron juntando sin que él fuera demasiado consciente hasta llegar a una situación que le resultó violenta y aterradora, percibiendo que algo estaba cambiando dentro de él, pero aún hoy y tras escribir este libro no lo entiende completamente. Está en ese momento de su vida en el que te haces mayor y te pasan cosas que no entiendes demasiado bien, quizá usando muchas veces esa frase que dice “es que antes yo no...”. 
Vamos a conocer sus traumas, sus debilidades y miedos vistos siempre a través de las experiencias de su vida pero siempre contado desde una segunda persona que el lector sabe que es el mismo Auster, pero eso le da una cierta distancia a la hora de contar las cosas, casi más como un testigo que como el protagonista de todas esas cosas que van pasando, como si viéndolas desde fuera le resultara más sencillo contarlas. La verdad es que es una especie de biografía no exactamente de hechos, sino más de sensaciones, de cómo las cosas influyeron no solo en su forma de ser, sino también en su forma de ver y afrontar la vida. Algunas más serias y profundas que otras. Cosas de su infancia y de sus padres, sobre todo de su madre. Sus primeras experiencias sexuales que lo llevaron en la adolescencia a batir “el record americano de masturbación entre 1961 y 1962, categoría masculina” e irán apareciendo todas las mujeres de su vida. Su complicada relación con la que sería su primera esposa y la aparición en la misma de Siri Hustvedt, su actual pareja y fundamental en su vida. Leeremos un listado de los más de veinte apartamentos, pisos o casas en las que vivió a lo largo de esos 64 años, cómo eran, pero sobre todo las sensaciones que vienen a su mente cuando las recuerda. Conoceremos muchos de los momentos más complicados de su vida, la muerte de sus padres, de su padrastro o de otros familiares más o menos cercanos y cómo las fue afrontando y que supusieron para él. Los años que vivió en Francia, sus viajes, qué le llevó a escribir..., muchas cosas concentradas en algo más de doscientas páginas. Un libro sobre los buenos momentos y el dolor que él sintió y siente viviendo dentro de su cuerpo.
Ya dije que disfruté enormemente de la lectura. No creo que, como dicen en algunas críticas, sea una obra para fans de Auster. Es evidente que si uno lo es y lo lee descubrirá muchas cosas sobre él, pero también verá, como se podría suponer, cuánto de su vida hay en sus novelas, cuántos personajes son él mismo o algunas de las personas que aparecieron en diversos momentos de su vida. Quizá incluso pueda ayudar a entender mucho mejor algunas de las claves de sus historias. Es, creo yo, un relato valiente donde casi se desnuda en muchos casos ante el lector (o ante sí mismo) contando momentos realmente dolorosos de su vida, pero sobre todo contándonos cómo se sintió, qué sensaciones tuvo en su cuerpo y su cabeza ante todos esos momentos. Para los que no hayan leído su obra creo que es una buena manera de empezar a hacerlo, no creo que sea imprescindible haber leído alguna para poder entender y disfrutar de esta historia que puede hacernos reflexionar sobre muchos de los aspectos de nuestras vidas y de cómo afrontamos ciertas cosas, descubriendo que la gravedad con la que vemos algunas a veces debería de ser menor y valorar realmente las cosas importantes. A mí me gustó mucho y no creo que tarde demasiado en volver a leerla, se me hizo demasiado corta y creo que ganaré algo más con una segunda lectura. Os la recomiendo a todas y todos, seguro que tiene más de una cosa que deciros. Dejo este comentario con una de las frases que más huella me dejaron, una idea que deja escrita y luego explicará, pero para poder entenderla completamente tendréis que leeros este “Diario de invierno”: “Hay que morir inspirando amor (si se puede)”

1 comentario:

  1. Un Auster menor! No acabo de pillar ese recurso a la segunda persona para hablar de sí mismo. Aún así, es Paul Auster!!!!

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