Hace unos meses un amigo que sabe que soy un buen lector me dijo si le podía buscar una novela de la que le habían hablado muy bien. Claro que él solo sabía que era de un autor japonés y que era algo de un gato; no eran demasiados datos, pero buscando por internet adelante en poco tiempo conseguí descubrir de qué se trataba. Hace poco me acordé y me decidí a leerla, entre otras cosas porque de paso que investigaba vi que todos los comentarios que había sobre ella eran muy buenos, y también hablaban de que era uno de los autores más reconocidos en su país. La verdad es que me gustó bastante, algo distinto a lo habitual, pero curiosa, entretenida y con mucho contenido. La novela es “Soy un gato” y el autor Natsume Söseki.
Natsume Kinnosuke es el nombre real de este autor, nacido en Tokio en 1867 y fallecido en la misma ciudad en 1916. Sus padres eran funcionarios públicos y a los dos años lo entregaron en adopción a uno de sus sirvientes. En 1884 se matriculó para estudiar Arquitectura en la Universidad Imperial de Tokio, aunque acabó estudiando Lengua Inglesa. Dos años después conoció al poeta Masaoka Shiki, que lo introdujo en la composición de “haikus” (tipo de composición poética tradicional japonesa, son poemas muy breves dedicados normalmente a temas relacionados con la naturaleza) y en este momento cambia su apellido literario por el de Söseki. Una vez licenciado trabajó como profesor de inglés, al principio en su ciudad natal y luego en la Isla de Shikoku, destino que alguno de sus amigos consideró como casi un destierro por lo lejos y abandonada que estaba esa zona. Ahí estuvo dos años y varias de sus experiencias con el alumnado aparecen reflejadas en una de sus obras más conocidas, “Botchan” (1906). Luego recibió una beca de la Universidad de Tokio para estudiar inglés en Londres, donde pasó tres años y sobrevivió a duras penas a la falta de dinero y la soledad, aunque le valió para tomar contacto con obras de muchos escritores ingleses. A la vuelta trabajó cuatro años en la cátedra de Filología Inglesa de la Universidad Imperial, trabajo que no le satisfacía y ocupando todo su tiempo libre en escribir. Su obra literaria comenzó con relatos breves de carácter cómico y satírico por entregas que se publicaron en algunas revistas literarias; estas dieron lugar en 1905 a su publicación en un solo volumen con el título de “Soy un gato”. En 1906 escribió “Botchan”, que se considera su primera novela, con gran éxito de crítica; en ella cuenta de forma casi biográfica las experiencias de un profesor de Tokio que tiene que ir a trabajar a provincias. A partir de aquí escribe casi una obra por año, casi siempre con el tema del enfrentamiento y la mezcla entre las costumbres orientales y las occidentales que se producía en Japón; en todas ellas domina el tono sarcástico y crítico. En 1908 aparece otra de sus novelas más importantes, “Sanshiro”. A los 40 años empieza a escribir artículos y críticas literarias en el diario más importante de su país. En este mismo periódico se publicó por entregas entre 1912 y 1913 “El caminante”, una obra más madura y con un fuerte componente psicológico en los personajes. De 1914 es “Kokoro”, que se considera su obra más importante y una de las obras clave de la literatura japonesa. Es uno de los escritores más importantes de Japón, de obligado estudio en las escuelas.
“Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre. No sé dónde nací. Lo primero que recuerdo es que estaba en un lugar umbrío y húmedo, donde me pasaba el día maullando sin parar. Fue en ese oscuro lugar donde por primera vez tuve ocasión de poner mis ojos sobre un espécimen de la raza humana. Según pude saber más tarde, se trataba de un ejemplar de lo más perverso, un shoshei, uno de esos estudiantes que suelen realizar pequeñas tareas en las casas a cambio de comida y alojamiento [...] Una vez me acostumbré a esta novedosa perspectiva, tuve ocasión de estudiar tranquilamente su rostro. El sentimiento de extrañeza todavía permanece en mí hoy en día. En primer lugar hablaré de su cara: por lo que yo sabía, las caras de todo bicho viviente suelen estar cubiertas de pelo. Sin embargo, la suya estaba lisa y pulida como la superficie de una tetera. [...] El centro de su rostro estaba ocupado por una enorme protuberancia con dos agujeros en medio por los que, de vez en cuando, emanaban pequeños penachos de humo; algo que consideré ciertamente sofocante y fastidioso...”
Este es un extracto del principio de la novela. El gato es el protagonista, que acabará viviendo de casualidad con un grupo de gente de lo más curioso y extraño. Llegará a una casa de una familia de clase media japonesa formada por un profesor, su mujer y sus tres hijas. Ahí, casi como un mueble al que casi nadie tiene en cuenta, convivirá con ellos y será un testigo mudo, para ellos, pero no para el lector, de la vida diaria de este grupo, una vida que el gato entiende a duras penas e incluso critica en más de una ocasión. Es un animal tan prescindible para la familia que no tendrá nombre en ningún momento de su vida, al contrario que algunos de los otros gatos y gatas que viven en las casas cercanas. La novela transcurre en su mayor parte dentro de la casa, donde el gato nos va a contar el día a día de sus habitantes y de los amigos y conocidos que los visitan, tan extraños como ellos. En algún momento sale de la casa a explorar por la zona, pero poco, y tomará contacto con otros gatos, como Kuro, el gato del carretero, con mucha más agresividad y confianza que nuestro protagonista, que ni siquiera es capaz de cazar un mísero ratón. La familia está presidida por el maestro Kushami, un profesor de inglés hipocondríaco y débil, siempre con problemas médicos y empezando cosas que nunca acabará, componiendo poemas que lee a sus amigos y siempre lleno de proyectos que acaban fracasando casi antes de empezar. A su lado su mujer, sus tres hijas pequeñas y la sirvienta de la casa serán el centro de las observaciones y críticas de nuestro gato. Junto con ellos dos personajes principales más. Meitei, el mejor amigo del profesor que se planta en su casa cuando le apetece casi como si viviera allí, un personaje irritante que siempre tiene algo que decir, venga o no a cuento y que siempre intenta quedar por encima de todo el mundo y llevar las conversaciones por donde él quiere. Otro de los habituales es Kangetsu, un joven discípulo del dueño de la casa, inmerso en investigaciones ridículas, intentando terminar una eterna tesis que le dé el doctorado que desea. Además tenemos a la familia Kaneda, unos vecinos ricos con una hija en edad casadera que parece tener una relación de algún tipo con Kangetsu. Este es el núcleo central, pocos personajes más ahí y la mayor parte del relato circula alrededor de las conversaciones de estos personajes dentro de la casa del maestro.
Narrador y protagonista al mismo tiempo y casi filósofo el gato funciona como un testigo que nos va a contar todo lo que ve, opinando además sobre todas esas cosas y cuestionando buena cantidad de ellas, sobre todo de comportamientos que le parecen ridículos, exagerados, fuera de lugar o, en algunas ocasiones, simplemente incomprensibles. Un humor entre negro y sarcástico domina todo el relato, centrado en una sociedad que vive en plena influencia de las costumbres occidentales dentro de la cerrada sociedad japonesa, una sociedad que está cambiando hacia otros caminos distintos a los ancestrales que mantenían. El relato está lleno de un humor fino en algunas ocasiones y grueso en otras, pero es imposible no mantener una sonrisa durante la lectura. Los comentarios del gato sobre estas situaciones son directos, casi como puñaladas hacia muchas situaciones y comportamientos. Veremos como siempre las cosas comienzan con una conversación entre varios de los personajes que parece que va a aportar algo serio pero que siempre deriva hacia las palabras y opiniones más ridículas e histriónicas que podamos imaginar; y en algunos casos al lector le resultará inimaginable hacia dónde van esas conversaciones en las que todos tienen algo que decir, aportar u opinar, aunque no valga para nada, no aporte nada o no tenga nada que ver con lo que se empezó a hablar o con lo que se está diciendo en ese momento.
Me pareció un buen relato, entretenido, curioso y ameno, quizá en algún momento pueda derivar hacia situaciones demasiado ridículas pero esto está siempre dentro de la intención de un autor que pretende ser muy crítico con la sociedad en la que vive. Una buena novela, distinta a muchas de mis lecturas habituales pero que me gustó bastante, lo suficiente para leer alguna de sus otras novelas, que creo que siguen esa misma línea entre crítica y sarcástica. Recomendable desde mi punto de vista, sobre todo en ese sentido de tomar contacto con otras literaturas que tienen bastante que decir.
Natsume Kinnosuke es el nombre real de este autor, nacido en Tokio en 1867 y fallecido en la misma ciudad en 1916. Sus padres eran funcionarios públicos y a los dos años lo entregaron en adopción a uno de sus sirvientes. En 1884 se matriculó para estudiar Arquitectura en la Universidad Imperial de Tokio, aunque acabó estudiando Lengua Inglesa. Dos años después conoció al poeta Masaoka Shiki, que lo introdujo en la composición de “haikus” (tipo de composición poética tradicional japonesa, son poemas muy breves dedicados normalmente a temas relacionados con la naturaleza) y en este momento cambia su apellido literario por el de Söseki. Una vez licenciado trabajó como profesor de inglés, al principio en su ciudad natal y luego en la Isla de Shikoku, destino que alguno de sus amigos consideró como casi un destierro por lo lejos y abandonada que estaba esa zona. Ahí estuvo dos años y varias de sus experiencias con el alumnado aparecen reflejadas en una de sus obras más conocidas, “Botchan” (1906). Luego recibió una beca de la Universidad de Tokio para estudiar inglés en Londres, donde pasó tres años y sobrevivió a duras penas a la falta de dinero y la soledad, aunque le valió para tomar contacto con obras de muchos escritores ingleses. A la vuelta trabajó cuatro años en la cátedra de Filología Inglesa de la Universidad Imperial, trabajo que no le satisfacía y ocupando todo su tiempo libre en escribir. Su obra literaria comenzó con relatos breves de carácter cómico y satírico por entregas que se publicaron en algunas revistas literarias; estas dieron lugar en 1905 a su publicación en un solo volumen con el título de “Soy un gato”. En 1906 escribió “Botchan”, que se considera su primera novela, con gran éxito de crítica; en ella cuenta de forma casi biográfica las experiencias de un profesor de Tokio que tiene que ir a trabajar a provincias. A partir de aquí escribe casi una obra por año, casi siempre con el tema del enfrentamiento y la mezcla entre las costumbres orientales y las occidentales que se producía en Japón; en todas ellas domina el tono sarcástico y crítico. En 1908 aparece otra de sus novelas más importantes, “Sanshiro”. A los 40 años empieza a escribir artículos y críticas literarias en el diario más importante de su país. En este mismo periódico se publicó por entregas entre 1912 y 1913 “El caminante”, una obra más madura y con un fuerte componente psicológico en los personajes. De 1914 es “Kokoro”, que se considera su obra más importante y una de las obras clave de la literatura japonesa. Es uno de los escritores más importantes de Japón, de obligado estudio en las escuelas.
“Soy un gato, aunque todavía no tengo nombre. No sé dónde nací. Lo primero que recuerdo es que estaba en un lugar umbrío y húmedo, donde me pasaba el día maullando sin parar. Fue en ese oscuro lugar donde por primera vez tuve ocasión de poner mis ojos sobre un espécimen de la raza humana. Según pude saber más tarde, se trataba de un ejemplar de lo más perverso, un shoshei, uno de esos estudiantes que suelen realizar pequeñas tareas en las casas a cambio de comida y alojamiento [...] Una vez me acostumbré a esta novedosa perspectiva, tuve ocasión de estudiar tranquilamente su rostro. El sentimiento de extrañeza todavía permanece en mí hoy en día. En primer lugar hablaré de su cara: por lo que yo sabía, las caras de todo bicho viviente suelen estar cubiertas de pelo. Sin embargo, la suya estaba lisa y pulida como la superficie de una tetera. [...] El centro de su rostro estaba ocupado por una enorme protuberancia con dos agujeros en medio por los que, de vez en cuando, emanaban pequeños penachos de humo; algo que consideré ciertamente sofocante y fastidioso...”
Este es un extracto del principio de la novela. El gato es el protagonista, que acabará viviendo de casualidad con un grupo de gente de lo más curioso y extraño. Llegará a una casa de una familia de clase media japonesa formada por un profesor, su mujer y sus tres hijas. Ahí, casi como un mueble al que casi nadie tiene en cuenta, convivirá con ellos y será un testigo mudo, para ellos, pero no para el lector, de la vida diaria de este grupo, una vida que el gato entiende a duras penas e incluso critica en más de una ocasión. Es un animal tan prescindible para la familia que no tendrá nombre en ningún momento de su vida, al contrario que algunos de los otros gatos y gatas que viven en las casas cercanas. La novela transcurre en su mayor parte dentro de la casa, donde el gato nos va a contar el día a día de sus habitantes y de los amigos y conocidos que los visitan, tan extraños como ellos. En algún momento sale de la casa a explorar por la zona, pero poco, y tomará contacto con otros gatos, como Kuro, el gato del carretero, con mucha más agresividad y confianza que nuestro protagonista, que ni siquiera es capaz de cazar un mísero ratón. La familia está presidida por el maestro Kushami, un profesor de inglés hipocondríaco y débil, siempre con problemas médicos y empezando cosas que nunca acabará, componiendo poemas que lee a sus amigos y siempre lleno de proyectos que acaban fracasando casi antes de empezar. A su lado su mujer, sus tres hijas pequeñas y la sirvienta de la casa serán el centro de las observaciones y críticas de nuestro gato. Junto con ellos dos personajes principales más. Meitei, el mejor amigo del profesor que se planta en su casa cuando le apetece casi como si viviera allí, un personaje irritante que siempre tiene algo que decir, venga o no a cuento y que siempre intenta quedar por encima de todo el mundo y llevar las conversaciones por donde él quiere. Otro de los habituales es Kangetsu, un joven discípulo del dueño de la casa, inmerso en investigaciones ridículas, intentando terminar una eterna tesis que le dé el doctorado que desea. Además tenemos a la familia Kaneda, unos vecinos ricos con una hija en edad casadera que parece tener una relación de algún tipo con Kangetsu. Este es el núcleo central, pocos personajes más ahí y la mayor parte del relato circula alrededor de las conversaciones de estos personajes dentro de la casa del maestro.
Narrador y protagonista al mismo tiempo y casi filósofo el gato funciona como un testigo que nos va a contar todo lo que ve, opinando además sobre todas esas cosas y cuestionando buena cantidad de ellas, sobre todo de comportamientos que le parecen ridículos, exagerados, fuera de lugar o, en algunas ocasiones, simplemente incomprensibles. Un humor entre negro y sarcástico domina todo el relato, centrado en una sociedad que vive en plena influencia de las costumbres occidentales dentro de la cerrada sociedad japonesa, una sociedad que está cambiando hacia otros caminos distintos a los ancestrales que mantenían. El relato está lleno de un humor fino en algunas ocasiones y grueso en otras, pero es imposible no mantener una sonrisa durante la lectura. Los comentarios del gato sobre estas situaciones son directos, casi como puñaladas hacia muchas situaciones y comportamientos. Veremos como siempre las cosas comienzan con una conversación entre varios de los personajes que parece que va a aportar algo serio pero que siempre deriva hacia las palabras y opiniones más ridículas e histriónicas que podamos imaginar; y en algunos casos al lector le resultará inimaginable hacia dónde van esas conversaciones en las que todos tienen algo que decir, aportar u opinar, aunque no valga para nada, no aporte nada o no tenga nada que ver con lo que se empezó a hablar o con lo que se está diciendo en ese momento.
Me pareció un buen relato, entretenido, curioso y ameno, quizá en algún momento pueda derivar hacia situaciones demasiado ridículas pero esto está siempre dentro de la intención de un autor que pretende ser muy crítico con la sociedad en la que vive. Una buena novela, distinta a muchas de mis lecturas habituales pero que me gustó bastante, lo suficiente para leer alguna de sus otras novelas, que creo que siguen esa misma línea entre crítica y sarcástica. Recomendable desde mi punto de vista, sobre todo en ese sentido de tomar contacto con otras literaturas que tienen bastante que decir.
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