

El protagonista de la historia es Simon Morley, un ilustrador de una agencia de publicidad de Nueva York, algo más de treinta años y con una vida bastante rutinaria. Con un trabajo en el que lo que menos importancia tiene es la creatividad y con algunas amistades más o menos importantes, algunas relaciones personales bastante superficiales y poco más. Mantiene una relación con Katie, pero es casi tan poco apasionada como el resto de las cosas que lo rodean. Ella tiene una tienda de antigüedades, donde vende y restaura todo tipo de cosas. Parece que la tienda atrae más a Simon que la propia Katie. Allí se encuentra con objetos y fotos de un pasado que le fascina y que hace funcionar su imaginación. Un día un extraño personaje se acerca a él con una propuesta más extraña todavía, hacer un viaje al pasado. Algo que a Simon por un lado le atrae enormemente pero que por otro pone en marcha sus dudas, sobre todo en lo que se refiere a la posibilidad real de dicha proposición. Acepta y es enviado a un extraño almacén, que no es más que una tapadera de un proyecto secreto del gobierno de los Estados Unidos. Allí conocerá a una buena cantidad de personajes tan extraños como el único al que conoce. Tras una exhaustiva batería de pruebas para comprobar su idoneidad para el experimento es aceptado. Verá que hay más gente como él, que esas personas lo han investigado a fondo, conocen toda su vida, sus gustos, las cosas que hace, absolutamente todo. El paseo por las distintas zonas de la instalación es una prueba para su capacidad de asombro, ya que verá de todo. Cada persona está inmersa en una especie de decorado inmenso que refleja la época, la forma de vida o el ambiente de la época que van a visitar en su viaje temporal. Parece el mejor candidato de todos los que han pasado por allí, así que se ve en posición de poner una condición. Quiere ir al Nueva York de 1882, una nota que leyó en presencia de Katie es el motivo, quiere ir para poder interpretar completamente dicho papel, saber qué pasó y por qué. Así se pondrá a vivir durante un tiempo en el ambiente que le espera, sin saber si todo eso es realidad o fantasía. Un pequeño viaje de unos minutos le bastará para comprobar que realmente es posible, puede viajar en el tiempo. Tras la prueba pasará un tiempo en Nueva York, pero todo se irá complicando poco a poco. Ese nuevo mundo antiguo le llama la atención enormemente, así que mientras convive con sus antepasados se dedicará a anotar, dibujar o fotografiar todo lo que ve, su propia ciudad pero muchos años antes, igual en algunas cosas y completamente distinta en otras.
En líneas generales la novela me gustó bastante, tiene elementos originales, una historia bien desarrollada y momentos realmente buenos. Pero hubo algunas cosas que me cansaron un poco y rompían con el hilo de la trama y podían llegar hacerse un poco pesado. El personaje de Simon vive fascinado por la época a la que va a viajar y eso hace que las descripciones de edificios, calles, personas, listados de invitados a fiestas...a veces se hacen un poco pesados. Además como fue publicada como una novela ilustrada está llena de los dibujos que el protagonista hizo, de las fotos que él y otros tomaron, de imágenes de periódicos de la época. Evidentemente contribuye a que el lector se haga un marco realmente perfecto de la época y de las distintas formas de vida del Nueva York de finales del XIX, pero para un lector que quiera concentrarse en la historia y en lo que ocurre pueden llegar a sobrar, por lo menos algunas de ellas. Eso sí, la mayor parte de los acontecimientos que el autor nos cuenta son reales y ocurrieron más o menos como él lo hace, incluyendo a sus personajes de ficción. No los voy a contar, porque sería adentrarse demasiado en la historia, pero en el epílogo final sabréis a qué me estoy refiriendo.
El protagonista es un personaje interesante y divertido, fascinado por el pasado y atrapado en ese mundo que tanto le gusta, mucho más que el suyo, que casi le parece falso y vacío. El resto de los personajes de la historia tampoco quedan atrás. Todos ellos, sobre todo aquellos con los que tiene contacto en el pasado, son realmente buenos. La historia que nos cuenta, aún pareciendo simple en un principio, veremos como poco a poco va tomando algunos caminos sorprendentes y cambiando casi constantemente. Por eso a veces ese excesivo uso de la descripción me pareció algo pesado, porque lo que yo quería era que la historia avanzase para ir viendo qué pasaba con Simon y los demás.
En general una novela de ciencia ficción bastante recomendable. Si sacamos algunos de esos pasajes que he mencionado, que se concentran además en la parte central de la historia, es más que interesante y entretenida, y sobre todo con algunas sorpresas para el lector, que siempre está bien que no nos esperemos algunas cosas. La historia está bien desarrollada y tiene muchos buenos momentos que gustarán, por lo menos a mí me gustaron. Los dos personajes protagonistas tienen mucho que contar, y sus antagonistas también en muchos sentidos. Las últimas páginas me parecieron de lo mejor sobre el tema de viajes en el tiempo que he leído en mucho tiempo y creo que a Stephen King le influyeron en algunos aspectos a la hora de escribir su última novela. Recomendable para los aficionados a la ciencia ficción, los que no lo sean que no crean que no podrán disfrutar de ella.
hace minutos terminé de leer 22-11-63 y me puse a buscar info sobre el libro de Jack Finney que recomienda Stephen King!, je, espero encontrarlo!!
ResponderEliminarYo igual jaja acabo de terminar hace media hora. Saludos!
ResponderEliminarDónde podre con conseguir el libro ¿?
ResponderEliminarQuisiera conseguir ese libro. Stephen King lo recomienda en su libro 22-11-63 y me interesa mucho el tema.
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