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miércoles, 20 de mayo de 2015

"La ley de los justos", Chufo Lloréns

Hoy voy a dejar algunas impresiones sobre una novela que prácticamente acabo de terminar. De un autor que ya ha aparecido en varias ocasiones por aquí, creo que he comentado casi todas sus obras, y que nunca me decepciona. Es más, creo que en el género de la novela histórica, es el que se lleva todas mis preferencias en este momento muy por encima de otros quizá más reconocidos internacionalmente. Hablo de Chufo Llorens y su último trabajo de muy reciente publicación, “La ley de los justos”.

Me ahorro la reseña biográfica, ya que he comentado todas o casi todas sus novelas, así que podréis encontrarla navegando un poco por las entradas anteriores de este blog.

Lo primero que leí de él fue “Te daré la tierra” y me dejó realmente encantado, una buena novela histórica que transcurría en un tiempo muy pasado y muy habitual dentro del género. Luego llegué a una anterior, “La saga de los malditos”, que me pareció una historia entre dos tiempos muy compleja y realmente espléndida. Pero mis preferencias sobre este autor casi van cambiando con cada nueva historia y, tras la lectura de esta última y hasta que aparezca la siguiente, creo que me voy a quedar con “La ley de los justos” como la mejor novela de Lloréis.

En este caso estamos ante un relato que transcurre en la Barcelona de finales del siglo XIX. En ella transcurre la mayor parte del relato, con algunos momentos importantes que se van más allá del Océano Atlántico para llevarnos a Cuba durante la época de la guerra que terminará con la pérdida de la isla y otras colonias por parte de España. Como siempre en este tipo de novelas los personajes de ficción se van mezclando con los que realmente existieron, que en este caso son bastantes. Al mismo tiempo los hechos de ficción se juntan con hechos que realmente ocurrieron. La maestría del autor que hace esto está en que esa mezcla entre ficción y realidad sea tan buena que el lector casi no distinga cuáles son cuáles y todo parezca tan real como lo ocurrido en la historia. Aquí tenemos desde la Exposición Internacional de Barcelona hasta una serie de atentados anarquistas y otros importantes detalles. Tanto que durante la lectura y al terminarla me he ido a internet a buscar a varios personajes, a indagar en aquellos hechos históricos que el autor maneja con tal maestría que casi todo en la historia parezca creíble. Gracias a ello y a mi curiosidad me he enterado de muchas cosas que desconocía, algunas sorprendentes para mí. Por poner un ejemplo, sabía de la personalidad del poeta catalán Jacinto Verdaguer y de su condición de sacerdote, pero desconocía por completo su afición por las posesiones demoniacas y la realización de exorcismos, conferencias sobre el tema y demás. Hay otro personaje que tras la lectura descubrí que era más o menos real, aunque el autor reconoce una licencia en cuanto a su uso por haber vivido años después de lo contado en la novela. Me refiero a Pancarta Betancourt, un personaje estremecedor y del que no voy a decir nada más, leed la novela y seguro que cuando lleguéis al final, a las notas del autor, iréis como yo a internet a investigar un poco al personaje real al que refleja.

Como en todos estos casos la historia circula alrededor de varias familias que van entrecruzando sus destinos de diversas y variadas maneras. Algunas de ellas de la alta burguesía barcelonesa y otras de los demás estamentos sociales. Creo que no queda ni un solo grupo social sin aparecer en la historia en mayor o menor medida y casi ningún tipo de acontecimiento que no podamos encontrar en la historia. Economía, música, guerra, historia y todo ello entrecruzando los destinos de estas familias.

Los Bonafont, con Juan Pedro como uno de los protagonistas centrales de la historia, junto con su hermano Máximo y su madre Luisa. La familia de clase baja que trabaja para poder subsistir de la mejor forma posible.
Los Ripoll y los Guañabens son los representantes de esa alta burguesía barcelonesa, comerciantes y dueños de negocios tanto en la ciudad como en la lejana Cuba con el comercio de tabaco y otros productos fundamentalmente.
Claudia Codinach es otra de las mujeres importantes en la historia, una joven cantante de ópera que pretende ser alguien en un mundo complicado donde es difícil triunfar sin buenos padrinos y maestros. 
Alfredo Papirer, otro de los elementos que vive a la sombra de Germán Ripoll, que es el protagonista antagonista de la historia.
Y a su alrededor criados, militares, marinos, esclavos, dueños de plantaciones sin escrúpulos unos y con ellos otros..., un auténtico conglomerado de personajes para montar una historia fantástica y realmente entretenida.

En el fondo, como casi todas estas historias, el centro es una historia de amor entre dos personajes llena de problemas y dificultades, de muros que se alzan entre ellos por la diferencia de clase social (no desvelo demasiado porque aparece ya en las primeras páginas) y de gente que los ayuda y de otra que impide por completo la relación. Junto a esta todo este gran grupo de personajes hace que todos los grandes temas aparezcan en el relato perfectamente engarzados. La envidia, las ganas de crecer social y económicamente, el egoísmo que mueve a muchos de ellos, la supervivencia de los pobres, los abusos... En el fondo no deja de ser un gran folletín decimonónico, dejando claro, como he escrito en otras ocasiones, que no le doy a esta palabra un sentido peyorativo. El género de las novelas por entregas de finales del XIX sigue presente por completo en este tipo de historias. En aquel momento la entrega acababa siempre en un momento culminante que hacía que el lector estuviera esperando con ganas la siguiente. En este caso tenemos la ventaja de que al acabar el capítulo en una situación de tensión o incertidumbre ya tendremos el siguiente a nuestro alcance.

Es una novela muy larga, quizá de las más extensas que he leído últimamente, pero como en las demás de este autor, he disfrutado por completo de cada página. He sufrido, me he alegrado y en más de un momento quizá he lanzado un improperio por la profunda maldad de algunos personajes y el daño que le pueden hacer a otros. Es una historia triste en muchos momentos, dura en otros y llena de oscuridad y negrura, de personajes tan egoístas que son capaces de cualquier cosa por conseguir sus objetivos. Y en más de una ocasión, aún esperándolo, me he sorprendido por el giro que toman los acontecimientos. En ningún momento se me ha hecho larga o pesada, todo lo contrario. La verdad es que es de las pocas últimamente que me ha llevado a dejar otras cosas para poder seguir con la historia de Juan Pedro y Candela y todos los demás personajes que circulan a su alrededor y sus historias, que son muchas y muy bien contadas. La verdad es que al final se me ha hecho hasta corta y no tenía demasiadas ganas de acabarla.


Para mí una novela muy recomendable para los aficionados a la novela histórica y a los relatos complejos, bien contados y variados tanto en situaciones como en personajes. Tan bien contada que es fácil imaginar todo lo que estás leyendo a medida que lo vas haciendo, tan cinematográfica como todas las anteriores. Estoy seguro de que si fuera un autor extranjero sería uno de esos best-seller internacionales que tan bien se venden. Ahora a esperar por la siguiente, que tardará, porque el trabajo de investigación que tiene detrás “La ley de los justos” es complejo y exhaustivo, aún así la espero con ganas.