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martes, 21 de octubre de 2014

"Trilogía del siglo XX. El umbral de la eternidad", Ken Follet


Los que me sigan habitualmente sabrán que salvo algunas excepciones no soy demasiado amigo de las trilogías. Creo que, sobre todo cuando son largas, no es fácil mantener el hilo de la historia, las relaciones entre los personajes o la atención del lector. Claro que también soy seguidor de muchos autores y algunos de ellos son aficionados a publicar novelas con este formato. Hoy voy a dejaros un comentario sobre el remate de una de estas trilogías, cuya tercera parte apareció recientemente y que leí casi en cuanto salió, sobre todo porque tenía ganas de ver cómo terminaba la historia (más bien historias) y qué hacía el autor en este caso. En noviembre de 2010 os deje mis comentarios sobre “La trilogía del siglo XX. La caída de los gigantes”, en diciembre de 2012 apareció “El invierno del mundo” y hoy os dejo unas palabras sobre “El umbral de la eternidad”, último volumen de la trilogía en la que Ken Follet intenta hacer una historia bastante completa de todo lo ocurrido en el reciente siglo pasado, que fue mucho y muy interesante. 

Follet es uno de mis autores favoritos, tanto por las historias que cuenta como por su forma, normalmente, intensa, amena e interesante de hacerlo. Muy pocas de sus novelas me han decepcionado, y aún así incluso en esas encuentro algunas cosas que hacen que no deje de serle fiel. Lo que sí es cierto es que personalmente vengo notando en algunas de sus “segundas partes” un cierto bajón en la parte histórica y narrativa para pasarse más al lado de las relaciones sentimentales y de una narración mucho más simple que en otras de sus historias. Me pasó claramente con la continuación de “Los pilares de la tierra” y con la segunda entrega de estas tres que comento hoy. En ambos casos al acabar las lecturas me quedé un poco frío, casi decepcionado por un cambio en su forma de hacer las cosas que no me gustó demasiado.

“La caída de los gigantes” fue una historia que me atrapó desde el principio como comenté en su momento. Además de estar perfectamente planteada y contada, con un arranque realmente muy bueno, se centraba en una época que conocía, pero que estaba tan llena de datos históricos perfectamente entremezclados que hizo que la leyera con mucho interés. “El invierno del mundo” fue un claro ejemplo de lo dicho en el párrafo anterior. Me sentí un poco decepcionado y no me voy a extender, al comentario de aquel momento me remito. También es probable que al centrarse en la Segunda Guerra Mundial, época mucho más trabajada en literatura y cine que la anterior, todo me sonara demasiado conocido y perdiera un poco el interés por la historia.

Teniendo en cuenta la medio decepción de la segunda, aunque tenía ganas de leer esta última, la verdad es que la cogí con un cierto miedo, sin saber demasiado bien a qué Follet me iba a encontrar. No sabía si estaría ante el que maneja con maestría los datos históricos, entrelaza personajes de manera maravillosa y me cuenta unas historias que hacen que lo más complicado sea dejar de leer. También era posible que apareciera de nuevo el más simple, el que parece que se limita a contarnos una novela medio romántica donde los hechos históricos son casi anecdóticos y pierden mucho interés, funcionando casi solo como un bonito marco para contarnos amores y desamores de los personajes. Pues lo cierto es que desde las primera páginas vi que estaba ante el Ken Follet que me gusta y la idea se mantuvo a través de toda la lectura, una gran historia y un más que buen final para la trilogía del siglo XX.

La historia empieza a principios de los años 60, otra de las épocas más fascinantes e interesantes a todos los niveles del siglo. Época de cambios en muchos aspectos, por no decir en todos, políticos, sociales, estéticos, musicales..., y todos ellos irán apareciendo poco a poco a lo largo de las páginas de esta gran novela. Ahora las cinco familias que protagonizan la historia han ido cruzándose de muy distintas maneras y en varios de los países donde transcurre la acción. Los galeses, los ingleses, los rusos, los americanos y los alemanes están ahora desperdigados por varios países, algunos siguen fieles a sus orígenes, mientras otros desarrollan sus vidas muy lejos de los mismos. Empezamos con Rebeca Hoffman, nieta de lady Maud, que vive en la Alemania del Este tras la separación a la que dio lugar el final de la Segunda Guerra Mundial, junto con su hermano Walli, que sueña con ser músico de rock y el resto de su familia. La historia que transcurre en este Berlín separado es, para mí, de las más duras que aparecen, también quizá porque es algo que conozco menos que otros acontecimientos que aparecen en la novela y porque tiene momentos realmente sobrecogedores y llenos de emoción. Mientras conoceremos a George Jakes, el hijo de color de uno de los hermanos Peshkov, el que escapó a Estados Unidos. Aquí está otro de los pilares básicos de la historia. George se verá metido de lleno en toda la lucha de los derechos civiles en Norteamérica, desde los principios violentos y sangrientos hasta llegar como abogado a los despachos de la Casa Blanca, trabajando para los hermanos Kennedy. Mientras en Rusia tenemos a los hermanos Dimka y Tania Dworkin, ambos no demasiado de acuerdo con el funcionamiento del comunismo pero tomando posturas opuestas. Él quiere que el país evolucione y vaya cambiando poco a poco, trabajando en el Kremlin mientras ella está más metida en movimientos de activismo y protesta. Otra parte transcurrirá en Londres, donde algunos de los personajes más importantes, muy mayores ya, van tomando parte también en todos estos acontecimientos. Quizá la parte central transcurra entre tres ejes y tres núcleos de personajes principales y en ellos se centra más el autor. Por un lado Berlín y todos los acontecimientos relacionados con el muro. En el otro lado Estados Unidos con el tema del racismo y los derechos civiles unido a la Guerra Fría, la crisis de los misiles y una serie de acontecimientos que llevaron al mundo al borde de la guerra nuclear (la verdad es que nunca pensé que se hubiera estado tan cerca). Y el tercer centro será Rusia y la lenta evolución de un comunismo radical hacia una cierta apertura y pequeños pero importantes cambios. En el medio muchas cosas más, desde el rock and roll y los cambios musicales de esos últimos cuarenta años del siglo vistos a través de un grupo integrado por varios de los protagonistas hasta la época del amor libre o la guerra de Vietnam.

Muchas son las cosas que ocurrieron en eso

s últimos años del siglo, grandes cambios y evoluciones, grandes problemas y conflictos sociales y políticos, cambios sociales muy grandes que desembocaron en muchas de las cosas del mundo que hoy conocemos. Todas ellas aparecen de forma perfecta en esta tercera entrega y creo que no se deja nada. Como digo lógicamente se centra en aquellos aspectos que pueden parecer más importantes y que se desarrollan más. Lo hace sobre todo con aquellos que están directamente relacionados con los grandes personajes de la época. Muchos son los personajes históricos que aparecen como parte importante de la novela y muchos de ellos serán protagonistas en muchos momentos. Los hermanos Kennedy, Martin Luther King, Gorbachov, los presidentes americanos de la época, músicos, políticos, etc., todos los que conozcan un poco la historia de esos años los reconocerán perfectamente. Lo mejor es eso, que no aparecen como ajenos a la trama, sino que muchos de ellos son centrales en el desarrollo de los hechos. Follet no se limita a contarnos las cosas que pasaron desde la óptica de los personajes de ficción, sino que veremos muchas de esas cosas desde el punto de vista de aquellos que intervinieron directamente en aquello que nos está contando.

Para mí la mejor de las tres por muchas razones. Como me pasó con la primera, me gustó desde el planteamiento inicial y es de esos que hacen que tengas ganas de seguir leyendo para saber qué pasa. Lo hacía con las historias de los mineros en esa y lo consigue en esta con la historia de la familia del Berlín oriental, que te atrapa por lo que cuenta y cómo lo cuenta. Y a partir de ahí el interés no decae en ningún momento. Lo mejor para ese marcho histórico tan bien plasmado son los personajes que utiliza para contarnos los acontecimientos. Como siempre creo que es un maestro de la creación de personajes y sobre todo de entrecruzarlos de una forma tan natural y creíble. Y como pasa en otras ocasiones, los femeninos tienen para mí mucha más fuerza, más personalidad y más peso en la trama que los masculinos, que siempre parecen un poco más discretos o quizá menos importantes. Aunque en este caso el personaje de George Jakes quedó para mí como uno de los favoritos de la novela sigo pensando que todos los personajes femeninos de cualquiera de las familias y países están varios escalones por encima de los masculinos en todos los sentidos.

Lo dicho, tras la media decepción de la anterior, esta me ha reconciliado de nuevo con el Ken Follet que me gusta, el que hace una mezcla perfecta entre personajes de ficción e históricos, entre hechos reales y otros ficticios pero tan bien mezclados que todo aquello que sale de la imaginación del autor es completamente creíble. Para mí muy recomendable y la mejor de la trilogía. Una gran historia llena de muy grandes momentos, plena de emociones y sentimientos que me conmovieron en muchos momentos, sobre todo en los últimos capítulos. Una buena historia que resume, a su manera y desde su punto de vista, un siglo XX completamente lleno de momentos e historias muy interesantes y que marcaron una forma de vida y una época.